REFLEXIONES PANCRIOLLISTAS:
I. Territorios sin identidad
II. Países artificiales e inviables
III. Pensar lo criollo
IV. Unirnos para sobrevivir
V. Todo es igual a Nada
VI. Sobre Identitarismo y Nacionalismo
VII. Por la supervivencia de los blancos del Sur
VIII. Una Bandera Identitaria
No soy hispanista, pero sería tonto no decir que nuestras independencias nacionales se hicieron de la mano de la geopolítica londinense, con la caída del Imperio español, del cual tampoco soy devoto confesional. No dos océanos para los criollos, no dos márgenes del Río de La Plata y un largo etcétera. El iluminismo como ideología y la geopolítica, el comercio y la finanza con sede en Londres, nos dieron nuestra actual conformación. Y además esa miserable amenaza, de enfrentar criollos contra criollos en favor del enemigo común internacional.
Pero si antes ya era estúpido y demente ese tipo de enfrentamiento, hoy es directamente imbécil. ¿Nadie sabe qué es una relación de fuerzas? ¿Nadie ve el mundo y los poderes globales por aquí? ¿Nadie puede notar la repugnante manipulación a la que somos sometidos, en nombre de un tipo de patriotismo ya sin ninguna importancia ni posibilidad en la geopolítica mundial?
Despertemos de una vez; miremos a nuestro alrededor, consideremos las consecuencias nefastas de la falta de hermandad entre criollos. Los que somos pancriollistas seremos al principio incomprendidos y atacados, pero si nuestro mensaje es claro llegará porque es sencillo, profundo y obvio.
Hubo algunos de los nuestros, que quisieron avanzar por el camino que proponemos en el pasado, pero fueron bloqueados por poderes que están presentes en el interior de todos nuestros países. Poderes que nunca pondrán su sangre ni arriesgarán sus intereses. La esencia de lo criollo, la existencia misma de los blancos del Sur, estuvo siempre amenazada por este tipo de nacionalismos de cuño estrecho, con fronteras estúpidas para separar una población escasa con la misma identidad, que además se hubiera fortalecido de estar unida, con matices propios de cada zona y origen, siempre dentro de la gran nación criolla.
Como élite oligárquica el criollo les cae simpático, pero como élite de un gran espacio geopolítico ya no. También se ocupan de definir criollo de varios y confusos modos distintos. Pero para nosotros algunas palabras no son ambiguas: criollo es el hombre blanco del sur, sin entrar en detalles estúpidos o en purismos excesivos y extremos. Predominantemente blanco, perteneciente a una gran nación intencionalmente dispersa. Sangre venida de Europa, digámoslo claramente, sin ningún complejo. Venidos hace 500 años o 50, da lo mismo.
Nuestros estados: máquinas de entrega de todo patrimonio material, racial y cultural, nos han puesto al borde de la guerra a criollos chilenos y argentinos, han separado a los criollos orientales conformando un país inviable. Han secuestrado el Sur de Brasil para que no se una con el resto de los blancos del Sur. En fin, todo está tan tergiversado que uno no sabe por dónde empezar. Pero eso quedará para los historiadores del pancriollismo, cuando la idea esté consolidada y se proyecte como unidad vital inescindible y necesaria para nuestra supervivencia. Eso tarde o temprano ocurrirá, aunque debamos pagar el precio de ser pioneros ignorados, un honor compartido con tantos de nuestros pioneros territoriales.