Confesiones de un Patriota Odioso p.1
Confesiones de un Patriota Odioso p.2
Confesiones de un Patriota Odioso p.3
Confesiones de un Patriota Odioso p.4
No le demos tantas vueltas y usemos la definición más básica y de IQ más bajo posible: patriota es alguien que tiene amor a su patria, entendiéndose esta última como el suelo (o lugar natal) al que un individuo se siente vinculado ya sea por historia, cultura, sentimientos, etc.
Me gusta mi suelo: tiene hermosos y variados paisajes, puedo internarme en bosques, subir cerros, ir a la playa y pescar en el mar. Por otro lado, me gusta bastante el país que está sobre este suelo; es decir, seamos honestos: Chile es probablemente el país más próspero y ordenado de América Latina, un país que, a pesar de todos los casos de corrupción que se destapan una y otra vez, funciona. Y funciona relativamente bien: la gran diferencia con los países de América Latina es que en Chile uno tiene la capacidad de reclamar y que las instituciones funcionen para dar una respuesta, más o menos, satisfactoria, mientras que en el resto de los países importa una mierda si las cosas funcionan o no.
Y en lo anterior está lo medular de nuestra desgracia actual: la mayoría de la gente en Chile no tiene idea cómo son las cosas en el resto de los países, lo que provoca que dicha gente se arroje al abismo buscando un paraíso que no existe. De alguna manera extraña, piensan que los países vecinos son una especie de panacea de democracia, participación ciudadana y justicia, donde los problemas son resueltos y la ciudadanía vive en una especie de bienestar sólo comparable a los estándares escandinavos. Y nada más alejado de la realidad.
En cierta forma, Chile es una versión sin tanta corrupción y más funcional y más estable que el resto de los países de América Latina, compartiendo algunas características comunes, como la multirracialidad, plurinacionalidad, el clasismo, élites dirigentes eurodescendientes y otros asuntos que dan un pintoresco sabor a realismo mágico.
«Es que no hay que compararse con los países vecinos, sino con los países del primer mundo»; bueno, ésa es la otra sentencia que ha provocado que las masas se precipiten al abismo: el tratar de importar modelos e ideas que triunfan en sociedades notoriamente diferentes en cultura, demografía, historia, etc., etc., etc., para luego implementarlos en el contexto latinoamericano. Incluso, no falta el más soñador que desea que incluso se implemente un estado de bienestar como el sueco. Amiga, date cuenta.
Chile es como es y, en nombre de la consciencia social, el despertar y el afán de cambios, va en marcha directa hacia el desfiladero, como si el fondo del barranco ejerciera un inaguantable y poderoso magnetismo positivo sobre el país para llevarlo hasta lo más profundo. ¿Y en el fondo del abismo? Nietzsche decía que «[q]uien con monstruos lucha cuide de no convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, también éste mira dentro de ti«, así también el fondo del abismo: ahí está Chile, mirando hacia dentro de él, despertando de un sueño en el que lideraba a Latinoamérica, donde se salía de la pobreza (la real, no la «pobreza» que afirman algunos desde sus smartphones y carreras universitarias pagadas por el Estado) de forma más rápida en comparación al resto de los países de América Latina, donde las instituciones funcionaban — para terminar volviendo cual eterno retorno a un pasado que se creía superado, pero que fue idealizado hasta el punto de añorar volver atrás y desandar todo lo caminado.
Patriota es alguien que tiene amor a su patria, sí, pero cada vez amo más al suelo, y notablemente menos a los que transitan encima de él. Que ellos luchen con los monstruos que quieran, pues ya se están convirtiendo en uno.