Antirracismo 2.0.

Antirracismo 2.0.

Contra sus mentiras | Autor: | 4.8.2020

Tras los últimos hechos de violencia en Curacautín, una vez más se hizo presente una realidad ya conocida: mientras a un bando las etnias le sirven, a otro bando las etnias le estorban. Como respuesta a los hechos, este último bando hizo lo que siempre ha hecho en Chile: invisibilizar toda realidad étnica. Y lo hicieron nuevamente echando mano del Igualitarismo presente en sus valores ilustrados.

Su meme viralizado adopta muchas expresiones para decir lo mismo: “todos somos mestizos, por tanto, todos somos chilenos”; “todos somos mestizos, por tanto, todos somos mapuche”; “todos somos chilenos, por tanto, todos somos mestizos”. El sentido siempre es el mismo: afirmar la inmoralidad de que en Chile un grupo se afirme étnicamente distinto del resto. El argumento detrás del meme es que ningún indígena sería racialmente puro, y que por tanto, su discurso étnico carecería de toda validez. Es un “Jaque” de los igualitaristas para “jalar hacia abajo” a quienes sientan que se estarían intentando “elevar” por sobre los demás. En general se trata de gente ajena al fenómeno étnico, y por eso mismo, “se sienten nerviosos” cuando alguien entra en un terreno desconocido para ellos.

La pureza racial es la nueva herramienta para avergonzar a cualquier adherente a una identificación étnica, sometiéndolo a una exigencia de superación difícil, para no decir imposible, en medio de un discurso político. En la práctica, el purismo racial es Antirracismo 2.0.

El purismo racial utilizado para cuestionar la existencia indígena es exactamente el mismo tras la promoción de la inmigración en Occidente, y denunciar así cualquier resistencia a la misma como un prejuicio arbitrario carente de sustento real. Cuando con supuesto rigor científico se afirma que la población local es tan impura como la población migrante, que todos tendríamos los mismos genes, y que por tanto, todos seriamos una gran colección de bastardos raciales situados a uno y otro lado de la frontera, se manipula un discurso genético para afirmar que nadie se debiese sentir más especial que otro.

Lo cierto es que las razas logran sobrevivir mucho más allá de haber perdido su pureza, y eso estará determinado por su continuidad efectiva en el mundo real. La existencia racial no depende de una categoría absoluta y abstracta como la “pureza”, sino que de su grado de participación visible, perceptible, vinculante, y distintivo, en la realidad de las personas.

El mestizaje puede ser tanto un evento como un proceso, y si dicho proceso es sostenido en el tiempo, éste puede efectivamente hacer desaparecer a razas y etnias completas. Si en cambio, el proceso todavía no ha avanzado lo suficiente, “algo” de ese pueblo podría continuar existiendo. Siendo sinceros, detrás del mestizaje hay una aceptación tácita de que ciertos pueblos debiesen dejar de existir. Es una forma de “genocidio blando” que operó y sigue operando en Chile, pero que a diferencia del caso Selknam, nadie lamenta ni recuerda mucho. Y ésta es la verdadera causa de la desaparición de los Mapuche.

Aunque la corrección política los confunda, Raza y Etnia son fenómenos distintos. Ambos se componen de múltiples factores, pero la relevancia de cada uno al interior de estos fenómenos, varía. Mientras que la dimensión material de la raza está determinada por la continuidad fenotípica (y en segundo plano, genotípica), la dimensión inmaterial de la etnia está determinada por la continuidad de su autoconsciencia.

La autoconsciencia étnica no es un fenómeno individual y subjetivo en que la persona “elija imaginarse siendo algo”. La autoconsciencia étnica es siempre colectiva, y por tanto, implica una relación entre pares que se perciben integrantes de una concepción común de trascendencia, basada en factores objetivos (como la raza).

La autoconsciencia étnica no es equivalente al trastorno propio de la población transgénero, que busca por chantaje social y coacción estatal forzar la percepción que la sociedad tenga sobre la identidad sexual de una persona. El fenómeno étnico no requiere este tipo igualación, justamente porque el “Otro”, el distinto, el que “no me percibe como su semejante”, es indispensable para el surgimiento de la autoconsciencia y con ello, de la delimitación de dónde comienza y donde termina el propio pueblo.

Las etnias siempre tendrán una dimensión racial que otorgue “rostro”, materialidad, biología, a esa autoconsciencia, y eso puede existir aun cuando la pureza se hubiese perdido. Las razas han existido por mucho más tiempo como fenotipo que como genotipo, siendo lo primero un verdadero cohesionador social, tanto entre pares del presente como entre generaciones de otros tiempos.

El purismo racial es un atajo discursivo para negar la existencia de las etnias, y así evitar hablar de manera sincera sobre el tema central. El purismo racial es un consuelo individual para despreciar con arrogancia esa ignorada y pendiente discusión en torno a que la convivencia multiétnica siempre ha sido problemática, y que si se ignora, simplemente “alguien más” la aprovechará.

Todas las personas descienden de una o más etnias. Pero aquellas personas en que las ideologías o el mestizaje han causado una mayor atomización y desarraigo individual, hoy son incapaces de aceptar que la etnia pueda significar algo real. Las etnias les resultan ajenas, “anómalas”, algo extraño que debe ser “corregido” para que esas personas “vuelvan” a sentirse lo suficientemente iguales. Dentro de su visión materialista, la única razón lógica para afirmar pertenencia a una etnia sería recibir algún tipo de beneficio económico o privilegio institucional, y eso sería inaceptable porque «todos somos iguales».

Muchos están convencidos de que derrotando al narcoterrorismo y controlando a la Izquierda las etnias indígenas dejarán de ser un problema. El narcoterrorismo y la Izquierda simplemente se apropiaron de una realidad étnica invisibilizada, preexistente a esos dos fenómenos políticos, y que continuará aún vigente mientras la autoconsciencia de los pueblos continúe expresándose.

Los dos grandes enfoques se desgastan en interpretaciones de los hechos a partir de una matriz de igualitarismo ilustrado. Ambos bandos se acusan de racistas mutuamente sin hacerse cargo del núcleo real del conflicto. Como sea, y cualesquiera que sean los hechos que ocurran en el país en los próximos días, de lo único que el lector podrá estar seguro es que el Racismo no está en la Araucanía; el Racismo está en esta página. Bienvenido.

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