Publicado originalmente en Counter-Currents Publishing
El Coronavirus va a cambiar al mundo. Solo espero vivir para verlo, junto con la gente que me importa.
Llamo al Coronavirus el “Globalvirus”, porque el globalismo es la condición subyacente que lo hizo posible.
Los liberales festinan con la posibilidad de que Donald Trump y los miembros de su familia hayan estado expuestos al Globalvirus. No sólo es el colmo del mal gusto celebrar tal desgracia, también invita a la retribución kármica. Después de todo, quienes festinan no son inmunes al Globalvirus. Piensen en lo que la gente tweeteará sobre ellos si sucumben.
Pero no hay nada malo en dar un paso atrás y reflexionar las probables consecuencias políticas del Globalvirus.
Esperemos que el Globalvirus detenga su marcha hoy. Nadie más enferma. Cada persona enferma se recupera. ¿Cuáles serían las lecciones políticas?
El Globalismo es malo. Por Globalismo, me refiero a borrar las fronteras nacionales para facilitar el movimiento global de personas y bienes. Es posible tener fronteras nacionales y comercio internacional y viajar, pero las nacionales necesitan regularlas por el bien común de sus pueblos.
Los globalistas no han abolido todas las fronteras aún. Pero dentro de la Zona Schengen, han eliminado los controles de pasaportes. Dentro de la Unión Europea, millones de personas se han mudado a otros países por mejores sueldos y beneficios. La frontera austral de Estados Unidos ha sido porosa por décadas, permitiendo entrar decenas de millones de inmigrantes ilegales. El fraude de la Inmigración, las visas extensivas, y otras formas de incompetencia burocrática o sabotaje, abolen efectivamente las fronteras igual que a lo largo de casi todo Occidente.
Más allá de la inmigración masiva, los baratos pasajes de avión motivan una enorme cantidad de viajes cortos por negocios y placer.
Pero la cómoda libertad global de movimiento es algo muy malo una vez que comienza una pandemia. Buscando abolir las fronteras nacionales, las ideologías globalistas son equivalentes a construir una embarcación sin compartimientos diferentes en su casco. Facilita desplazarse cuando todo sale bien. Pero cuando la embarcación golpea a un iceberg, no hay nada para ralentizar o detener la falla catastrófica.
Las fronteras todavía existen. Lo que importa es la voluntad para usarlas. En la medida que las sociedades abracen los valores globalistas, serán lentas en cerrar sus fronteras. Así que más de su gente enfermará y morirá. La raíz de esta vacilación es la convicción de que cerrar las fronteras está mal.
Una vez que los países deciden que los controles fronterizos son prudentes, descubren que ya no tienen el personal o los procedimientos en el lugar para efectivamente monitorear a los viajeros, conduciendo a largas filas y hacinamiento, que son ideales para esparcir el virus, asegurando que más gente enfermará y morirá.
La Democracia es mala. La Democracia motiva a los políticos a pensar solo con tanta anticipación como lo es la siguiente elección. Ya que los desastres ocurren solo ocasionalmente, cada político sabe que es improbable que ocurran en su presencia. Ya que los políticos – especialmente los líderes nacionales – tienen cargos de breve duración, no tiene sentido para ellos usar su capital político planeando eventos distantes en el futuro, especialmente eventos que podrían nunca ocurrir – especialmente cuando están constantemente distraídos por la crisis actual, que a menudo resulta del fracaso de sus propios predecesores en planificar anticipadamente.
Está de moda ahora ridiculizar el “Estado profundo” (NdT: teoría conspirativa que afirma la existencia de un Estado dentro de otro Estado, al interior de los EE.UU) por ser burócratas democráticamente inexplicables. Pero en una democracia, solo una burocracia permanente y democráticamente inexplicable puede comprometerse con una planificación de largo alcance para asegurar el futuro ante males previsibles. No veo evidencia de que tal Estado profundo exista hoy en día en Estados Unidos. Lo que llamamos el Estado profundo son solo histéricos miopes ultra-partisanos: burócratas liberales sufriendo del Síndrome Trastorno de Trump.
El “libre-comercio” global es malo. La esperanza de vida de los estadounidenses blancos ahora está decreciendo, pero no para la clase alta. La riqueza y poder de Estados Unidos está cada vez más concentrado en las manos de gente vieja, que están consumiendo más drogas que nunca para alargar sus vidas aún más. Ya que los hombres de negocios sólo se preocupan de las ganancias, no sobre el bien común de la sociedad, y porque la clase política estadounidense ya no pone a Estados Unidos primero, la vasta mayoría de los productos farmacéuticos que mantienen con vida a los líderes de Estados Unidos son manufacturados en China, un rival global hostil. China es capaz de chantajear a los Estados Unidos amenazando con cortar el suministro de sus productos farmacéuticos. La pandemia del Coronavirus finalmente ha dejado claro la completa estupidez de deslocalizar la manufactura de bienes estratégicamente necesarios.
El Liberalismo es malo. La filosofía política clásica y el sentido común básico reconocen que un gobierno legítimo busca el bien común de la sociedad. Un gobierno que sirva a los intereses partidistas de la clase gobernante a expensas del resto de la sociedad, no es moralmente diferente de un invasor extranjero.
El Liberalismo, sin embargo, desvincula la política de la idea del bien común. El Liberalismo es la política del individualismo. El individualismo declara que solo el individuo y su interés importan. La idea de bien común es denunciada como “colectivismo”. Algunos liberales niegan que el bien común exista. Otros niegan que pueda ser conocido. Sin embargo, algunos afirman que el Estado no puede asegurarlo, y que debemos esperar que lo sea como consecuencia involuntaria del egoísmo individual.
Ninguna sociedad fue fundada sobre el Liberalismo, ni siquiera los Estados Unidos. Ninguna sociedad puede funcionar basada en el Liberalismo. El Liberalismo depende de la cohesión social, espíritu público, y auto-sacrificio de sociedades pre-liberales, mientras que lentamente las disuelve en el ácido del individualismo. Como un despilfarrador que desperdicia su herencia, el Liberalismo vive del capital social creado por sociedades no-liberales.
Toma un largo tiempo arruinar una sociedad, así que en circunstancias normales, los liberales se salen con la suya en su auto-indulgencia y locura. Así como gastar la propia herencia te hace sentir próspero en el corto plazo, el Liberalismo desata la creatividad económica que engaña a la gente a pensar que la vida se vuelve mejor mientras la sociedad decae a su alrededor.
Pero en una crisis como una pandemia, cuando la gente necesita aunar esfuerzos y sacrificarse por el bien común, mientras más liberal sea una sociedad, más lenta y reacia será la respuesta. En tiempos normales, el Liberalismo alienta el “Cada hombre para sí mismo”. Y en emergencias, el Liberalismo alienta “Cada hombre para sí mismo”. Mientras más liberal sea una sociedad, más vulnerable es a la muerte masiva en tiempos de una plaga.
La diversidad, el multiculturalismo, las fronteras abiertas y el anti-racismo, son malos. La Izquierda de hoy promueve la falsa moral absoluta de “apertura” para “alteridad”, a partir de las cuales deducen imperativos tales como diversidad, multiculturalismo, fronteras abiertas, y anti-racismo. Racismo y xenofobia son, por tanto, males absolutos.
Así, tan pronto el Globalvirus surgió, la Izquierda creó un pánico moral sobre los peligros del “racismo” y “xenofobia”. Los Izquierdistas están más preocupados de proteger a los chinos del racismo, que de proteger a sus propios vecinos de una plaga mortal. Las sociedades en que la Izquierda es poderosa serán por tanto más vulnerables a la muerte en masa en tiempos de plaga. Pero la gente aferrada al fanatismo moral no puede ver eso.
Obviamente, la apertura no es un bien absoluto si permite entrar a una plaga. Lo que significa que existe un buen tipo de xenofobia, por ejemplo, la xenofobia que nos protege de la plaga. Existe un buen tipo de racismo, por ejemplo, el racismo que nos protege de la plaga. Después del Globalvirus, los cargos por racismo ya no serán disparos morales mortales. La respuesta apropiada será, “Sí, pero es el buen tipo de racismo – el buen tipo de xenofobia”.
En tiempos de plaga, la diversidad y el multiculturalismo son cargas peligrosas, porque disminuyen la confianza y solidaridad social, que son necesarias para medidas de salud pública disciplinadas y efectivas, como cuarentenas, toques de queda, y muestreos.
El Conservadurismo es malo. El Conservadurismo en Estados Unidos es simplemente Liberalismo clásico. En términos de sus convicciones centrales, numerosos e importantes conservadores estadounidenses son simplemente libertarios que se oponen moralmente a cualquier forma de intervención estatal en el “libre mercado”. Incluso los conservadores no-libertarios piensan primero en términos de economía, lo que significa que sus más cultos seguidores están más preocupados de las buenas noticias económicas.
Así, los conservadores estadounidenses están más preocupados de proteger la economía del “pánico” ante el Globalvirus, que de proteger al pueblo estadounidense del virus mismo.
Lo más asombroso de la crisis del Globalvirus es ver cuán profundo ejecutan la programación del libre-mercado. Incluso personas que son básicamente Nacional Populistas como Ramzpaul y Zman han estado ejecutando lo que yo llamo “el guión del padre republicano”, minimizando el peligro del virus, y preocupándose en cambio de defender la economía de gente que desea proteger sus vidas, y las de sus seres queridos. Este “guión del padre” me parece en partes iguales una señalización alfa, y una preocupación paternalista por sus pensiones de jubilación.
Los republicanos no son irracionales en su sospecha de que la Izquierda – incluyendo a los Medios de Comunicación – esté usando al Globalvirus contra Trump. Pero aún así, esto no significa que no sea un serio problema de salud.
Esta manera de pensar tiene consecuencias. Los datos de sondeos indican que los republicanos son mucho más tendientes que los demócratas a minimizar los peligros del Globalvirus, lo que significa que los republicanos, así como sus amigos y familias, son más propensos a enfermar y morir. Esto también significa que los republicanos sean más tendientes a apoyar respuestas inefectivas y tardías a la crisis, lo que asegura que más gente muera.
El mercado volverá. La gente que muera debido a la codicia y complacencia republicana se habrá ido para siempre.
La respuesta inicial del Presidente Trump al Globalvirus fue débil, probablemente por dos razones.
Primero, la Izquierda fue rápida en estigmatizar como “racismo” las medidas básicas, preventivas, de sentido común. Desafortunadamente, Trump y el Partido Republicano no están dispuestos a desafiar los falsos absolutos morales de la Izquierda. En cambio, piensan que es inteligente afirmar que los demócratas son los verdaderos racistas.
Segundo, en orden a trabajar con los republicanos, Trump ha adoptado crecientemente su agenda, apostando su reelección casi enteramente en una economía fuerte. Así, cuando el Globalvirus golpeó primero, estaba más preocupado de proteger la economía del virus, que al pueblo estadounidense.
Afortunadamente, parece que voces más sensibles han prevalecido.
Incluso si el Globalvirus parase hoy, estaremos viendo un mundo en que el nacionalismo es más fuerte y en que las fuerzas anti-nacionalistas del Globalismo, Democracia, Liberalismo, Conservadurismo, y el culto a la diversidad son más débiles. Así que manténganse seguros, manténgase sanos, y esperemos todos estar aquí para disfrutarlo.