Realidad y Futuro del Nacionalsocialismo en el Chile del Siglo XXI (parte 3 de 3))

Realidad y Futuro del Nacionalsocialismo en el Chile del Siglo XXI (parte 3 de 3))

Textos » Otros Textos | Autor: | 23.4.2015

ÍNDICE

  1. INTRODUCCIÓN.
  2. COSMOVISIÓN Y MOVIMIENTO.
  3. NATURALEZA DEL NACIONALSOCIALISMO.
  4. APROXIMACIÓN AL CONTEXTO DE LA VIDA DE HITLER EN VIENA.
  5. RAZONES DE LA IMPORTANCIA DEL CAPÍTULO OBJETO DE ANÁLISIS.
  6. EL MOVIMIENTO PANGERMANISTA.
  7. EL PARTIDO SOCIALCRISTIANO.
  8. CUADRO COMPARATIVO.
  9. LOS PRINCIPIOS DE ACCIÓN POLÍTICA.
  10. LA CAUSA GENERAL.
  11. INCOMPATIBILIDAD ENTRE AMBOS PRINCIPIOS.
  12. LA CAUSA ESPECÍFICA.
  13. CUESTIONES SOBRE LA DENOMINACIÓN.
  14. HACIA UNA NUEVA IDEA.
  15. CONCLUSIONES.

 

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9. INCOMPATIBILIDAD ENTRE AMBOS PRINCIPIOS

 

La naturaleza del Nacionalsocialismo – un movimiento político – no genera mayor inconveniente a la hora de su aplicación. Y es que en Chile es perfectamente posible participar en actividades políticas, así como crear partidos y movimientos, sin perjuicio de que esto último sea difícil debido a las trabas que dentro de los últimos 40 años el Sistema ha impuesto para entorpecer el surgimiento de nuevas alternativas. El verdadero problema de aplicación del Nacionalsocialismo en Chile no se da en hacer política, sino en cómo éste movimiento hace su política, lo cual viene dictado por los principios de acción a los que ya nos hemos referido. Y es que como veremos, a la hora de desarrollar un proyecto político aplicando el Nacionalismo racista y el Socialismo popular, surge una incompatibilidad insuperable entre ambos principios.

Hemos dicho que la configuración del Estado chileno es la causa general de la inaplicabilidad del Nacionalsocialismo. Pero más específicamente, el elemento del Estado que más dificulta la viabilidad del Nacionalsocialismo en Chile es su población. La composición racial de la población chilena corresponde a un 30% de blancos; 5% de mongoloides amerindios y 65% de mestizos[1]. En términos generales, esta población blanca predomina en los sectores socio-económicos más acomodados; el resto, se distribuye entre los sectores medios y bajos, manifestando un incremento de aporte racial aborigen mongoloide conforme se desciende de estrato social.

La población de raza blanca, a cuya supervivencia y conservación tendió el Nacionalismo racista, en Chile corresponde a una minoría (30%). Por otro lado, la masa popular, fuente de la fuerza que debe impulsar al Socialismo popular, coincide con la mayoría mestiza y la minoría de mongoloides amerindios (que en conjunto corresponden al 70%). Siendo esto así, nos preguntamos ¿Es posible utilizar la fuerza revolucionaria del 70% de la población a favor de una causa Nacional-racista planteada exclusivamente en beneficio del 30% restante? La respuesta es evidente: NO, ya que en Chile el Nacionalismo racista no permite crear un vínculo con la masa popular[2]. Para que lo Nacional coincida con lo Social y resulte aplicable, es necesario que el movimiento hunda sus raíces en un grupo humano que pertenezca tanto a la raza blanca como a la masa popular. Como en Chile esta coincidencia no se da, se verifica la incompatibilidad entre ambos principios de acción política.

Muchos que se han dado cuenta de esta desfavorable encrucijada para el Nacionalsocialismo, han caído en la tentación de atribuir al Nacionalismo racista la defensa racial de quienes en Chile coinciden con las masas populares, es decir, la población mestiza y mongoloide amerindia. Sin embargo, tal y como consta en “Mein Kampf” y otras obras, el carácter Nacional-racista del Nacionalsocialismo fue concebido exclusivamente a favor de la raza blanca[3], por lo tanto, toda interpretación en orden a atribuirle una defensa racial diferente debe entenderse como un distanciamiento de la idea original[4].

Nunca se habrían planteado tan ambiciosos objetivos por el Nacionalsocialismo si no se hubiese partido de la premisa de que se contaría con la masa popular y su fanático espíritu de sacrificio. Sin masa popular no existe la fuerza necesaria para realizar el cometido revolucionario a favor de la supervivencia nacional blanca; sin masa popular sólo existe un bienintencionado proyecto desprovisto de la voluntad para cumplirlo; en definitiva, sin masa popular no es posible el movimiento nacionalsocialista.

Sin embargo, la fuerza de la masa popular no habría sido debidamente aprovechada sin antes conseguir la superación de las divisiones políticas, económicas, religiosas, y territoriales que históricamente han afectado a los pueblos. Lo dicho, solamente se lograría apelando al vínculo común que guardan todos los integrantes de la masa popular. Y efectivamente, fue mediante el Nacionalismo racista como en Alemania se logró, tal vez no eliminar, pero sí neutralizar, las disputas entre ricos y pobres, patrones y trabajadores, derechistas e izquierdistas, católicos y protestantes, bávaros y prusianos, entre otros conflictos históricos. El Nacionalismo racista se presentó como un vínculo espiritual pero inspirado en una realidad material: un sentimiento nacional basado en la identidad racial común.

Mientras “Sangre & Suelo” fueron los principios que inspiraron la cosmovisión, Nacionalismo y Socialismo hicieron lo mismo con el movimiento. Nacionalismo y Socialismo fueron la manera de dar a la cosmovisión “Sangre & Suelo” una expresión política susceptible de aplicación en la Alemania posterior a la Primera Guerra Mundial.

A modo de resumen, podemos decir que mientras el Nacionalismo unificó a las personas en torno a un objetivo común, el Socialismo canalizó el potencial revolucionario necesario para cumplirlo. Es justamente esto lo que resulta imposible debido a la contradicción que en Chile experimentan ambos principios.

Cabe señalar, que además de haber indicado a la configuración del Estado como la causa que impedía el surgimiento del Nacionalsocialismo, Hitler afirmó explícitamente su convicción en cuanto a que sólo en Alemania esto sería posible[5] (y no sólo así fue, sino que en ningún otro país del mundo esto se ha vuelto a repetir).

Por lo dicho, no bastaba que el Imperio austro-húngaro fuese un Estado europeo o que su población fuese mayoritariamente blanca. Las palabras de Hitler permiten advertir que el Nacionalsocialismo era un movimiento concebido exclusivamente para la salvación del pueblo alemán, pero no en cualquier contexto, sino que únicamente al interior de Alemania.

Si Hitler fue capaz de reconocer que ni en su propia patria austriaca era posible el surgimiento del Nacionalsocialismo ¿Qué habría dicho sobre la viabilidad de dicho movimiento en Chile, país en que existen problemas muy parecidos a los del Imperio austro-húngaro, e incluso altamente agravados? Sin lugar a dudas, su pronóstico habría sido desfavorable, y es que, como veremos, en Chile existe un grave impedimento adicional, capaz de imposibilitar cualquier iniciativa nacionalsocialista.

 

10. LA CAUSA ESPECÍFICA

 

Tras una mirada superficial a las proporciones, podría pensarse que en Chile existe un escenario más favorable que en el Imperio austro-húngaro, ya que el 20% de población alemana que allí habitaba sería proporcionalmente inferior a nuestro 30% de personas de raza blanca. Sin embargo, ese 20% de alemanes que habitaba el Imperio era mucho más que personas de raza blanca compartiendo un territorio: todos ellos pertenecían a una misma Nación.

Según el Nacionalsocialismo, una Nación sólo es posible cuando existe una raza común, sin embargo, no bastaba sólo con esto. Si para el Nacionalsocialismo la existencia de una Nación hubiese estado solamente condicionada por la raza, Hitler no hubiese visto un problema en el hecho de que en Imperio austro-húngaro convivieran diversas naciones europeas, ni criticado que el Partido Socialcristiano buscase adeptos entre la población checa y no sólo en la alemana. Ciertamente, entre alemanes, checos, polacos, húngaros, rutenos, serbios y croatas existían (y aún existen) evidentes vínculos raciales, sin embargo, esto no bastaba a Hitler para ver en ellos a sus prójimos nacionales.

Esta postura de Hitler y el Nacionalsocialismo ha sido contradicha por las afirmaciones y acciones de ciertas personas y agrupaciones contemporáneas que ven satisfechas sus aspiraciones nacionalsocialistas con la sola existencia de colectivos de raza blanca. Es cierto que para el Nacionalsocialismo la homogeneidad racial blanca al interior de una sociedad era fundamental, pero no se conformaba con esto, sino que además proponía y tendía a que dicha sociedad se identificará con una única Nación blanca.

El Socialismo propio del Nacionalsocialismo puede ser resumido con la conocida frase “bien común por sobre el individual”. Este principio resulta tener una mejor aplicación práctica cuando se afirma al interior de una única Nación blanca[6], que entre muchas naciones blancas, especialmente cuando entre éstas han existido prolongados y reiterados conflictos que han marcado a generaciones de integrantes de unas y otras (como ocurre con casi la totalidad de Europa). Que el archiduque Francisco Fernando de Austria haya sido asesinado por un movimiento nacionalista serbio – desencadenado nada menos que una guerra mundial que Hitler personalmente experimentó – nos da luces en cuanto al valor que en la Historia puede llegar a tener la propia Nación cuando existen conflictos con otras, incluso habiendo una misma raza por ambos lados[7]. En el mundo ideal de algunos “nacionalsocialistas” que confunden lo deseable con lo real, los pueblos europeos de todo el mundo no son nada más que “blancos” que siempre marchan unidos como hermanos por el sólo hecho de su raza – una suerte de ganado racial genérico cuyos miembros serían fácilmente sustituibles unos por otros –; en cambio en el mundo real, el que Hitler observó, la Nación es una forma de organización humana fundamental, que jamás debe ignorarse, y que debe respetarse, so riesgo de incubar futuros conflictos internos o entre naciones racialmente hermanas.

En el Imperio austro-húngaro – la patria de Hitler – faltaba a su sociedad el elemento subjetivo de toda Nación: la autoconciencia colectiva, es decir, la convicción de ser parte de una entidad colectiva trascendente al individuo, que vincula respecto de unos y diferencia respecto de otros[8]. La autoconciencia colectiva exige una convivencia permanente entre personas racial y culturalmente afines, compartiendo la estabilidad de los tiempos de paz, pero también enfrentando los peligros comunes. Que esta autoconciencia no se haya desarrollado entre la población blanca de Chile se debe a distintas razones, entre las que podemos enunciar por lo menos tres:

En primer lugar, la población blanca de Chile ignora su existencia como una colectividad racial diferente del resto, reconociéndose simplemente como “chilenos”. En segundo lugar, el blindaje socio-económico con que por lo general cuenta esta población le ha permitido vivir aislada de la hostilidad material del Sistema, impidiéndole experimentar necesidad de organización y defensa conjunta. Por último, la población blanca no está ubicada en un único sector del territorio chileno, sino que se encuentra dispersa entre las principales ciudades del país.

Es la falta de autoconciencia colectiva lo que, a pesar de ese 30% de población blanca, impide afirmar que aquel grupo humano hoy constituya una verdadera Nación.

En su momento, el Nacionalsocialismo fue concebido para salvar al pueblo alemán, siendo su presupuesto “objetivo” la existencia de una Nación blanca por la cual luchar. Sólo en una Nación blanca es posible que converjan pacíficamente la necesidad de defensa Nacional-racista y la causa Socialista popular; sólo en este tipo de naciones resulta posible que la defensa de la raza blanca sea impulsada por la energía de la masa popular.

En una Nación blanca, el agente ejecutor del esfuerzo revolucionario y el receptor del beneficio conseguido coinciden en una misma entidad; en cambio, en sociedades como la chilena, el agente ejecutor es el 70% de la población, mientras que el receptor del beneficio es el otro 30%, nunca coincidiendo en ambos roles. Una situación inaceptable desde el punto de vista nacionalsocialista.

El Nacionalsocialismo no solamente partía de la base de la existencia de una Nación blanca (el pueblo alemán), sino que además jamás se propuso solucionar la falta de una, dejando así en el desamparo ideológico a los seguidores de este movimiento en Chile. Y no es que el Nacionalsocialismo en este punto haya sido defectuoso, sino que simplemente los nacionalsocialistas no necesitaban engolosinarse con una hipótesis como ésta – rebuscada para ellos, aunque muy real para nosotros – mientras se jugaban la vida por sacar a Alemania de la miseria.

Al no existir una Nación blanca en Chile, presupuesto esencial, los principios de acción política nacionalsocialista se tornan ineficientes e ineficaces. Al producirse esto, el Nacionalsocialismo deviene en un movimiento político inviable.

 

11. CUESTIONES SOBRE LA DENOMINACIÓN

 

Tras demostrar que el Nacionalsocialismo es inviable en Chile, se presenta como paradójica las existencia de agrupaciones que todavía se identifiquen con un movimiento incapaz de existir y lograr sus propios objetivos.

Existen básicamente tres tipos de agrupaciones que actualmente emplean de manera impropia la palabra “nacionalsocialista” para definirse:

  1. Aquellas que adhieren a la cosmovisión pero que renuncian a la acción política, y con ello a la aplicación de sus principios nacionales y sociales.
  2. Aquellas que adhieren a la cosmovisión pero que aceptan y aplican solamente uno de los dos principios de acción política nacionalsocialista.
  3. Aquellas que no adhieren a la cosmovisión ni aceptan sus principios de acción política, y que además atribuyen al Nacionalsocialismo un contenido totalmente diferente.

Así, una agrupación que renunciare a la acción política, al Nacionalismo racista, al Socialismo popular, o a todos ellos, jamás podrá ser considerada nacionalsocialista, con independencia de las justificaciones teóricas o prácticas que le hubieren impulsado en dicho sentido.

Es muy probable que de la renuncia total o parcial de estos elementos pueda surgir la creación de una nueva y valiosa propuesta, apta para operar en plenitud, e idónea para alcanzar sus objetivos, sin embargo, dicha renuncia debe hacerse conciente de que implica un alejamiento del Nacionalsocialismo, debiendo actuarse en consecuencia, y aceptar una nueva identidad distinta a la nacionalsocialista.

Si resulta imposible reconocer como nacionalsocialistas a estas agrupaciones por su distanciamiento respecto de la cosmovisión y movimiento originales, ¿cuál es entonces la verdadera identidad política que les corresponde?

Lo que todas estas agrupaciones guardan en común es que obedecen a interpretaciones y/o adaptaciones del movimiento original, dando lugar así a un conjunto de nuevas versiones del Nacionalsocialismo. Siendo esto así, la denominación más exacta para denominar la identidad de estas agrupaciones debiese ser Nuevo-Nacionalsocialismo, Nuevo-Nazismo o Neonazismo.

La situación más controvertida se verifica en Chile con las palabras Neonazismo o Neonazi. Ambas han sido empleadas negativamente por los enemigos políticos del Nacionalsocialismo asociándolas a agrupaciones delictivas que actuarían motivadas por odio. Por efecto de la prensa, la sociedad no concibe al Neonazismo como una corriente de pensamiento posible de seguir libremente, sino que como una idea inherente a personas criminales y dignas de repudio social.

Como los seguidores de estas agrupaciones no han estado dispuestos a definirse a partir de una denominación socialmente rechazada, han prescindido de ella y adoptado la de “nacionalsocialistas”. Otros han procedido de este mismo modo aunque bajo la justificación de adherir de manera más ortodoxa y no a “nuevas versiones” del mismo. Independiente de la justificación ofrecida, todas estas agrupaciones, consciente o inconscientemente, han contribuido a confundir el real significado del Nacionalsocialismo, atribuyéndole contenidos diversos e incluso contradictorios.

Distinta situación es la de quienes han optado por crear nuevas propuestas tomando al Nacionalsocialismo como punto de partida. En estos casos, no existe un intento por interpretar y/o adaptar un movimiento del pasado para demostrar su vigencia o aplicabilidad actuales. Se trata de la generación de movimientos diferentes, suficientemente autónomos, dotados de premisas y objetivos nuevos, capaces de definirse a sí mismos mediante principios y conceptos propios, siendo insuficiente su consideración como una “nueva versión” de un producto pasado[9].

Estos casos obedecen, ante todo, a una Nueva Idea.

 

12. HACIA UNA NUEVA IDEA

 

“El nacional-socialismo pertenece a la historia.
Nació y murió con Adolf Hitler”
[10].

 

Tras analizar el contenido de los ya ampliamente citados principios de acción política (que obviamente presuponen la actividad política), hemos podido concluir que el movimiento nacionalsocialista resulta inviable en el escenario chileno del Siglo XXI.

Así, detrás de cada agrupación “nacionalsocialista” chilena existen personas esforzándose por conservar y expandir un movimiento incapaz de operar y alcanzar sus propios objetivos. Intentar cumplir los objetivos del Nacionalsocialismo mediante dicho movimiento resulta tan tragicómico como presentarse al frente de batalla con un fusil que no dispara.

La organización en torno a un movimiento inviable, además de demostrar desconocimiento sobre el mismo, da fe del pésimo nivel de comprensión que estas personas tienen sobre sus propios entornos político-sociales. Así es como se han originado los reiterados fracasos a que aludíamos en la introducción de este ensayo, al igual que un persistente sentimiento de frustración que cada día amenaza con neutralizar, incluso, aquellas iniciativas que sí son viables.

Esta frustración es la consecuencia inevitable de intentar obtener un resultado similar al de un movimiento del pasado, pero sin siquiera contar con los medios que aquél dispuso para lograrlo.

Tras estos fracasos, comienzan a surgir cuestionamientos que tímidamente van indicando la inviabilidad del Nacionalsocialismo en Chile: “¿Por qué no consigue ser un movimiento de masas?”, “¿Por qué existe dificultad para lograr homogeneidad racial entre sus miembros?”, “¿Por qué no logra conformar un partido político?”, “¿Por qué su apelación al sentimiento nacional no tiene éxito?”, “¿Por qué el interés hacia este movimiento no es transversal a toda la sociedad?…”.

Debemos avanzar en Chile hacia la generación de una nueva idea que sea – aunque a muchos resulte una aberración – apta para superar al Nacionalsocialismo. Sin embargo, ¿seremos nosotros capaces de superar a semejante movimiento? ¿Es esto último siquiera posible para alguien en el mundo? Sin duda superar a un movimiento de la talla del Nacionalsocialismo se presenta como un muy ambicioso objetivo, sin embargo, se trata de algo necesario y posible. Y es que un movimiento que aún de forma modesta sea capaz de cumplir sus funciones y objetivos en el presente, supera a cualquiera que en el pasado haya alcanzado grandes éxitos, pero que hoy es incapaz de cumplir meta alguna.

La aceptación de este desafío dependerá del sentido que cada persona de a su labor al interior de estas agrupaciones pretendidamente nacionalsocialistas: si lo que se busca es demostrar la infalibilidad y vigencia universal del movimiento nacionalsocialista, entonces será normal que se evite hacerle cualquier modificación, procurando conservarlo, y esperar pacientemente el momento en que vuelva a ser victorioso. Ahora bien, ¿era éste el real sentido que se dio a la lucha nacionalsocialista? ¿Se luchaba para demostrar la infalibilidad de fórmulas políticas? ¿Se había convertido al Nacionalsocialismo en un fin en sí mismo? Seguramente, más de alguna agrupación chilena habrá hecho interpretaciones del Nacionalsocialismo en orden a atribuirle este último sentido de incondicional devoción ideológica. Nosotros, en cambio, consideramos que esta noción está equivocada.

Desde el momento en que Hitler afirma que el nacionalsocialista no lucha por doctrinas y teorías sino por el pueblo alemán[11], deja en claro el carácter puramente instrumental que siempre tuvo el Nacionalsocialismo, carácter al que en su momento hicimos referencia. El sentido de la lucha no radicaba en el servicio a elementos abstractos, sino que a una comunidad viva, y que para Hitler no podía ser otra que el pueblo alemán. Todo el contenido que integró al Nacionalsocialismo fue determinado para servir al pueblo alemán bajo la perspectiva de la cosmovisión “Sangre & Suelo”; de allí que el Nacionalismo racista y el Socialismo popular tuviesen las características que aquí hemos descrito.

Si el movimiento nacionalsocialista representó para los alemanes una bondad y dignidad propias, se debió a su enorme aptitud como instrumento para responder a las necesidades de los germanos y Alemania. El movimiento llegó a convertirse en sinónimo de bienestar para los alemanes, y a generar la percepción general de que luchar por el Nacionalsocialismo era también luchar por el pueblo alemán.

Para muchos en Chile, cualquier tentativa por “abandonar” el movimiento nacionalsocialista implica una actitud reprochable, una verdadera traición a los principios y a Adolf Hitler, incluso cuando estando en juego la consecución de los objetivos planteados por el Nacionalsocialismo. En primer lugar, no se puede abandonar un movimiento al que nunca se ha pertenecido, por la sencilla razón de que en Chile éste nunca ha existido ni llegará a existir; y en segundo lugar, esta idea revela una noción que Hitler y los nacionalsocialistas alemanes rechazaron desde un comienzo: la divinización de las ideas abstractas. Y es que desde esta perspectiva, hacer primar al Cristianismo y sus contiendas religiosas por sobre la supervivencia alemana – como ocurría en Alemania –, resultaría igual de reprochable que priorizar el Nacionalsocialismo y sus debates ideológicos por sobre la existencia de la propia comunidad nacional.

El movimiento nacionalsocialista experimentó tantas transformaciones como fue necesario para llevar a cabo su visión del mundo, y esto ocurrió todas las veces que se estimó conveniente, sin que nostalgias internas lo impidieran. Si en un hipotético caso las circunstancias hubiesen convertido en inútil el hasta entonces movimiento nacionalsocialista, puede tenerse seguridad de que éste habría sido abandonado para adoptar una nueva organización y estrategia que sí fuese apta para responder a la cosmovisión sostenida. Dado que la cosmovisión se fundamentaba en la Sangre y el Suelo, el sentido último que tenía la lucha nacionalsocialista era la supervivencia y conservación del pueblo alemán. No se luchaba por teorías, doctrinas, u organizaciones, sino que por una comunidad humana viva y del presente.

No se está proponiendo un abandono del Nacionalsocialismo para librarse de los prejuicios sociales que éste padece, ni de la persecución que la prensa y los poderes fácticos suelen realizar. Estas circunstancias no son más que detalles, y un viraje político motivado por tales razones no pasaría de ser simple cobardía. Lo que deseamos es animar los actuales seguidores de este movimiento a la adopción de nuevos caminos, por el simple y grave motivo de que en nuestro escenario, el Nacionalsocialismo no es capaz de cumplir lo que alguna vez prometió.  

Todo lo dicho, sin embargo, está lejos de significar una invitación a negar al Nacionalsocialismo todo valor actualmente aprovechable.

Quienes compartan la idea de que el Nacionalsocialismo comprendió objetivos, principios y valores que aún en nuestro contexto son de gran utilidad, deben entender lo siguiente: los sucesivos y desesperados intentos por resucitar el Nacionalsocialismo no son la manera correcta para aprovechar lo que aún éste puede ofrecernos, sino que la identificación de sus componentes valiosos, y el establecimiento de éstos como base para un nuevo tipo de propuesta.

Se trata de una labor que además de demandar una importante dosis de creatividad y sentido crítico, exige un suficiente grado de madurez y sinceridad para aceptar que del resultado de esta tarea, surgirá un producto que habrá dejado de ser propiamente Nacionalsocialismo, y por lo mismo, actuar en consecuencia.

Quienes reconociendo la inviabilidad del Nacionalsocialismo procedan a identificar sus componentes valiosos para darles aplicación real, tendrán un amplísimo espectro de posibilidades a la hora de formar nuevas ideologías, cosmovisiones, organizaciones o movimientos. Su éxito despenderá exclusivamente de sus propias capacidades, pudiendo cada cual decidir según estime conveniente.

En lo personal, considero que el componente más valioso del Nacionalsocialismo se encuentra en su cosmovisión “Sangre & Suelo”. Al hundir su origen en la antiquísima filosofía de la Naturaleza que durante el Paleolítico desarrollaron los ancestros de la raza blanca, y ofrecer una forma de pensar/actuar apta para superar ciertos desafíos actuales de Chile en el Siglo XXI, resulta conveniente entenderla, asimilarla, y dotarla de los medios necesarios para su más amplia proyección y éxito. Los medios deberán elegirse y elaborarse “sin perder de vista la realidad práctica, la época en que vivimos y el material humano existente, así como las flaquezas inherentes a éste[12]. Por mi parte, considero que los medios que esta cosmovisión requiere para su realización son un nuevo movimiento y una nueva estrategia, pero como este tema trasciende el objeto del presente ensayo, no profundizaré en él.

Surge de este modo un debate “trágico” entre dos posturas: continuar los intentos de revivir un movimiento incapaz de cumplir sus objetivos, o cumplir dichos objetivos creando movimientos nuevos pero aptos para lograrlo. Los primeros procurarán ser fieles a un movimiento con independencia de si cumple su misión, mientras que los otros serán fieles a la misión con independencia de si se logra por algún específico movimiento.

Una vez más, la triste pugna entre el fondo y las formas.

La decisión final que en este debate cada persona adoptará dependerá exclusivamente de la concepción que se tenga sobre Nacionalsocialismo y sus prioridades. Si lo que se busca es simplemente “ser nacionalsocialista”, sentirse de determinada forma, y recrear lo conseguido por el NSDAP durante Tercer Reich, se preferirá la primera opción; si en cambio lo querido es la consecución de objetivos nacionalsocialistas, como la conservación y supervivencia de la propia comunidad en nuestro actual contexto, se optará por la segunda. Para los primeros, tanto la vía a seguir como las formas de fracasar se encuentran determinas desde hace décadas, para los segundos nada existe fuera del camino que ellos mismos se atrevan a crear. A los primeros les obsesiona el pasado, mientras que a los segundos les pertenece el futuro.

 

13. CONCLUSIONES

 

  1. Del estudio de sus principales fuentes ideológicas, se concluye que el Nacionalsocialismo se compuso de dos estructuras, una mental y otra organizacional: la cosmovisión “Sangre & Suelo”, y el movimiento nacionalsocialista, de naturaleza política y dotado de sus propios principios de acción.
  2. La relevancia dada por Hitler a su naturaleza inherente – política – y a sus principios de acción política – Nacionalismo racista y Socialismo popular – da a entender que se trató de requisitos indispensables para la existencia del Nacionalsocialismo, al punto de que sin ellos resultaría imposible considerar a una agrupación como nacionalsocialista.
  3. Debido a la incompatibilidad que los principios de acción política experimentan en Chile debido a la ausencia de una Nación de raza blanca, el Nacionalsocialismo resulta inviable, lo que impide la existencia de agrupaciones que se constituyan y dirijan de acuerdo a dicho movimiento.
  4. Se presenta el desafío de renunciar a los intentos de revivir el Nacionalsocialismo, identificar entre sus componentes los que aún sean útiles, y a partir de ellos crear nuevas propuestas, aptas para operar en el actual contexto chileno, y capaces de alcanzar sus propios objetivos.

 

 

 Notas

 

[1] Si bien no existen estudios oficiales hechos por el Estado que permitan acreditar estos datos, valga por el momento esta aproximación bastante aceptable que al respecto ofrece la Universidad de Chile: http://mazinger.sisib.uchile.cl/repositorio/lb/ciencias_quimicas_y_farmaceuticas/medinae/cap2/5b6.html

[2] “El que ama a su pueblo no prueba este amor sino por los sacrificios que está dispuesto a aceptar por él. Un sentimiento nacional que no tuviera otro objeto que el interés, no existe. Un nacionalismo que comprende únicamente ciertas clases sociales, tampoco existe. Gritar ¡hurra! no prueba nada ni da derecho al título de patriota; es necesario que haya también el deseo noble y ardiente de defender la existencia y la pureza de la raza entera. Nadie puede estar orgulloso de su pueblo sino cuando ninguna de sus clases sociales le causa vergüenza. Pero cuando la mitad de este pueblo está en la miseria, debilitada por las preocupaciones y hasta desmoralizada, ofrece tan triste espectáculo que no se podría estar orgulloso de formar parte de él…Es preciso unir íntimamente, en los corazones jóvenes, el nacionalismo y el sentimiento de la justicia social. Así nacerá un día un pueblo de ciudadanos unidos y fortalecidos por un común amor y un común orgullo, inquebrantables e invencibles por siempre jamás” (Mein Doktrin; parte 4; cap. III,).

[3] A pesar de las múltiples denominaciones disponibles para referirse al mismo grupo humano, por fines prácticos hemos elegido “Raza Blanca”: menos ambigua que la expresión “Raza Aria” empleada por Hitler.

[4] “(…) Como nacionalsocialistas, vemos en nuestra bandera nuestro programa. En el rojo, la idea social del movimiento; en el blanco, la aspiración Nacionalista, y en la esvástica la misión de luchar por la victoria del hombre ario (…) (“Mein Kampf”; cap.VII; vol. 2). Nótese cómo incluso la bandera del NSDAP representó lo Nacional y lo Social conjuntamente.

[5] “Mi antipatía contra el Estado de los Habsburgo creció cada vez más en aquella época. Cuanto más me preocupaba sobre todo con cuestiones de política exterior, tanto más ganaba terreno mi convicción de que aquella estructura estatal tenía que convertirse en la desgracia del germanismo. Cada vez veía más claramente, en fin, que el destino de la Nación alemana no sería decidido más desde aquel lugar y sí desde el propio Reich” (Mein Kampf; cap. III; vol. 1.).

[6] Las naciones descienden de poblaciones que, junto con compartir lazos bio-psico-culturales, provienen de una historia común, lo que implica experiencias favorables y traumáticas que unen a sus miembros entre sí.

[7] “El objetivo por el cual tenemos que luchar es el de asegurar la existencia y el incremento de nuestra Raza y de nuestro pueblo; el sustento de sus hijos y la conservación de la pureza de su sangre; la libertad y la independencia de la Patria, para que nuestro pueblo pueda llegar a cumplir la misión que el Supremo Creador le tiene reservada”. (Mein Kampf; cap. VIII; vol. 1.) Este párrafo es famoso por haber servido de base para las “Catorce Palabras” de David Lane. En él, se aprecia cómo Hitler sintetiza el objetivo del Nacionalsocialismo refiriéndose a “nuestra Raza” y “nuestro pueblo” como elementos igualmente considerados, pero diferenciados. De allí que pueda entenderse que la lucha del Nacionalsocialismo fue tan racial como nacional.

[8] En el Imperio austro-húngaro, en cambio, existían tantas autoconciencias colectivas como naciones, lo cual, a la larga, no podía terminar bien.

[9] Ciertamente, el Nacionalsocialismo parte de postulados muy cercanos a un movimiento que lo precedió e influenció, como fue el Nacionalismo. Sin embargo, la originalidad y complejidad del Nacionalsocialismo hizo imposible su consideración como un simple “Neo-Nacionalismo”.

[10] Thibaut, Edwige La Orden SS, Editorial Solar, Segunda Edición, pág. 10.

[11] Mein Doktrin; cap. I; parte 3.

[12] Mein Kampf; cap.I; vol.2.

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