Realidad y Futuro del Nacionalsocialismo en el Chile del Siglo XXI (parte 1 de 3)

Realidad y Futuro del Nacionalsocialismo en el Chile del Siglo XXI (parte 1 de 3)

Textos » Otros Textos | Autor: | 23.4.2015

 

Agosto de 2012 – Valparaíso

 

ÍNDICE

  1. INTRODUCCIÓN.
  2. COSMOVISIÓN Y MOVIMIENTO.
  3. NATURALEZA DEL NACIONALSOCIALISMO.
  4. APROXIMACIÓN AL CONTEXTO DE LA VIDA DE HITLER EN VIENA.
  5. RAZONES DE LA IMPORTANCIA DEL CAPÍTULO OBJETO DE ANÁLISIS.
  6. EL MOVIMIENTO PANGERMANISTA.
  7. EL PARTIDO SOCIALCRISTIANO.
  8. CUADRO COMPARATIVO.
  9. LOS PRINCIPIOS DE ACCIÓN POLÍTICA.
  10. LA CAUSA GENERAL.
  11. INCOMPATIBILIDAD ENTRE AMBOS PRINCIPIOS.
  12. LA CAUSA ESPECÍFICA.
  13. CUESTIONES SOBRE LA DENOMINACIÓN.
  14. HACIA UNA NUEVA IDEA.
  15. CONCLUSIONES.

 

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1. INTRODUCCIÓN

 

“La fidelidad al pasado es algo que tiene que ver con nuestras creencias.
Esta es mi forma de ver el mundo, mis ideales, lo que para nosotros alemanes fue la Weltanschauung y todavía tiene que ver con el sentido de amor propio y honor. La política es otra cosa. El nacionalsocialismo ha desaparecido con la derrota y ahora no tendría ninguna oportunidad de regresar”. –
Erich Priebke (ex SS Hauptsturmführer)

 

Diversos han sido los intentos por crear en Chile un movimiento basado en el Nacionalsocialismo [1]; por desgracia, igualmente diversos han sido los motivos que les han impedido el éxito.

En lugar de aceptar sin reparos las cualidades que terceros atribuyen a las cosas, resulta mucho más prudente reconocerlas atendiendo a la naturaleza misma de ellas. De igual modo, la manera más conveniente para determinar la identidad de un pensamiento o movimiento político, consiste en atender a su contenido, y no, en cambio, a las cualidades que sus exponentes libremente le atribuyan.

Actualmente en Chile, numerosas agrupaciones se definen a sí mismas como “nacionalsocialistas”, situación que sin embargo, no deja de ser paradójica. Y es que si realmente todas obedecieran a la misma idea, no debería existir más que un único movimiento [2]. Lo cierto, es que todas ellas son agrupaciones distintas, lo cual queda de manifiesto frente a las sustanciales diferencias que presentan en cuanto a simbología, organización, actividades, e incluso, principios y objetivos.

Varias de estas agrupaciones, conscientes de la situación, han afirmado públicamente ser los únicos legítimos exponentes del Nacionalsocialismo, excluyendo de tal calidad a quienes califican como “seudo-nacionalsocialistas”. Buscando demostrar un mayor nivel de ortodoxia, suelen ofrecer como argumentos diversos antecedentes que según ellos darían fe sobre la legitimidad de sus posturas. Lamentablemente, la mayor parte de las veces esto se hace con deficiente honestidad, y convirtiendo en habitual la manipulación de datos a conveniencia.

Como fuere, de lo único que podemos estar seguros es que alguien al interior de esta controversia no está diciendo la verdad, lo cual demuestra la existencia de agrupaciones que definiéndose nacionalsocialistas, realmente no lo son.

En estos interminables debates se suele atribuir al Nacionalsocialismo ideas que nunca le pertenecieron, distorsionando su sentido original, e impidiendo con ello una ponderación objetiva de su naturaleza, principios, objetivos, y posibilidades de éxito. Para superar esta situación, propongo el siguiente ejercicio:

Si del estudio del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP) se lograse identificar la naturaleza del movimiento nacionalsocialista, así como los principios rectores de su acción, podría establecerse un criterio para superar los aspectos negativos de este debate. El criterio por mí propuesto será el siguiente: sólo serán nacionalsocialistas las agrupaciones que verifiquen la naturaleza y principios rectores de su acción; a su vez, todas las demás agrupaciones corresponderán a otro tipo de ideologías y organizaciones, diferentes del Nacionalsocialismo. Adelanto que como resultado del ya presentado ejercicio se podrá extraer una conclusión de gran importancia: debido a que en Chile el Nacionalsocialismo es inviable, en nuestro contexto no han existido ni podrán llegar existir movimientos verdaderamente nacionalsocialistas.

A diferencia de cómo a muchos les gusta, no pretendo aquí jugar a las lamentablemente famosas e infantiles cacerías de brujas en que se busca desenmascarar a los “falsos movimientos nacionalsocialistas”. Y es que para hacer algo como esto, antes debieran existir unos “verdaderos” movimientos nacionalsocialistas, o por lo menos haber una mínima posibilidad real de que éstos llegasen a surgir; de otro modo, lo que tendríamos (y tenemos) sería a brujas cazando brujas.

Desde ya dirijo mis disculpas a todos los lectores por lo reiterativo que se será en ciertas afirmaciones y conclusiones, pero quienes conozcan el perfil psicológico general de quienes actualmente en adhieren al Nacionalsocialismo en Chile, sabrán que ésta es la única forma de conseguir que por lo menos una parte de este básico ensayo sea comprendida.

 

2. COSMOVISIÓN Y MOVIMIENTO

 

Al finalizar la Primera Guerra Mundial y hacer su primera aparición el Nacionalsocialismo, ya podían identificarse en su interior dos tipos de estructuras fuertemente relacionadas aunque claramente diferenciadas. Estas dos estructuras fueron la cosmovisión –de carácter mental –, y el movimiento – de carácter organizacional.

Tanto del estudio de la Historia como del pensamiento del NSDAP se puede advertir cómo cosmovisión y movimiento estuvieron fuertemente relacionados, incluso fundidos como un solo todo. Esto, que contribuía a los fines prácticos del NSDAP, a nosotros nos impide comprender el contenido e importancia que cada estructura revistió para la consecución de los objetivos del Nacionalsocialismo, de allí que sea necesario detenerse a aclarar cada uno de ellos.

 

1. La cosmovisión.

En términos muy generales, cosmovisión (weltanschauung) es una imagen o visión que el ser humano tiene de toda la realidad, y que es determinada por efecto del entorno en que ella se origina. Para comprender el alcance que este concepto tiene en nuestro análisis, intentaremos ofrecer una muy resumida explicación sobre el origen de la cosmovisión del Nacionalsocialismo [3].

La cosmovisión del Nacionalsocialismo comienza a generarse hace 40 mil años.

Cuando los hombres de Cromagnon tomaron conciencia de que el medio natural que los circundaba tenía un sentido propio, éstos se integraron a él. Al llevar formas de vida adaptadas al entorno al que se habían integrado, adoptaron una moral que exigía de ellos determinadas formas de pensar y actuar.

Con el paso del tiempo, estos hombres comprendieron que el cosmos se manifestaba a través de fuerzas de la Naturaleza, y para facilitar su comprensión a la mayoría, les asignaron las representaciones míticas que hoy conocemos como dioses.

Con el paso de los milenios, esta cosmovisión fue progresivamente desapareciendo. Ya a principios del Siglo XX, se había perdido en gran parte de Occidente, por lo que surge en algunos círculos la intención de reencontrarla. Esta intención era revolucionaria en el más genuino sentido de la palabra, entendida como un deseo por retornar al origen.

Así fue, como de aquel largo proceso de integración del hombre a su entorno y toma de conciencia de la importancia de las fuerzas de la Naturaleza, el movimiento nacionalsocialista extrajo los fundamentos de su cosmovisión, que expresó mediante la clásica fórmula “Sangre & Suelo”.

Por “Sangre”, se entendió la herencia bio-psico-cultural que constituía el ser de cada comunidad; se comprende también a la cultura por ser inseparable de la existencia y evolución humanas. Por su parte, “Suelo” era la representación del marco cósmico en que habita y del que forma parte cada comunidad. La expresión “Sangre & Suelo” ilustra elocuentemente la indisoluble relación que entre ambos elementos se forja bajo la observancia del imperativo de integración del hombre a su medio natural. Así mismo, “Sangre & Suelo” guarda su respectiva relación con conceptos como “hombre y entorno”, “raza y medioambiente”, y “Nación y patria”.

Era de la relación entre la sangre y el suelo que se generaba la vida de los pueblos, y por tanto, surgía para cada ser humano el deber y objetivo de preservar ambos elementos para asegurar la existencia de su propia comunidad.

De este modo, la primigenia cosmovisión – una verdadera filosofía de la Naturaleza –, fue reencontrada y proyectada por el movimiento nacionalsocialista, aunque ahora, concebida bajo su nueva expresión.

 

2. El movimiento.

A grandes rasgos, un movimiento es una agrupación no formal de individuos y/u organizaciones que tiene por finalidad conseguir cambios sociales. Según su composición y tendencia variará la naturaleza de cada movimiento, pudiendo ser étnicos, raciales, políticos, religiosos, sexuales, estudiantiles, etc. Resulta conveniente aclarar que el Nacionalsocialismo se trató de un movimiento, mientras el NSDAP, de un partido. El movimiento fue una forma de asociación mucho más amplia que abarcaba a todo individuo u organización que realizare acciones favorables a los objetivos nacionalsocialistas, mientras que el partido fue una organización formal, destinada a alcanzar el poder, y que comprendía únicamente a sus miembros oficiales.

Sirviéndonos de estas aproximaciones al contenido de cada concepto, estamos en condiciones de comprender correctamente que, en realidad, el Nacionalsocialismo fue un movimiento basado en la cosmovisión “Sangre & Suelo”. El Nacionalsocialismo fue una obra instrumental: un movimiento exclusivamente destinado a lograr el reencuentro del pueblo alemán con su ancestral visión del mundo, para a partir de ella transformar la realidad y dirigir su destino.

Habitualmente, los altos mandos del partido emitían expresiones como “cosmovisión nacionalsocialista”, sin embargo, esto no debe confundirnos. Y es que el Nacionalsocialismo no es una visión del mundo, sino que un movimiento (nacido en la primera mitad del Siglo XX) dotado de cosmovisión (nacida en el Paleolítico).

La cosmovisión impregnaba la totalidad de los aspectos del movimiento nacionalsocialista; es más, de la lectura de los “25 Puntos del NSDAP” se puede identificar cómo cada una de sus pretensiones responde a la aplicación de “Sangre & Suelo”. Sin embargo, esto no debe inducir a una confusión entre su estructura mental y organizacional

Luego de establecer las diferencias entre cosmovisión – Sangre & Suelo –, y movimiento – Nacionalsocialismo – podremos avocarnos plenamente al análisis de la naturaleza y principios rectores de acción de este último.

 

2.    NATURALEZA DEL NACIONALSOCIALISMO

 

“El secreto del triunfo para un movimiento de reforma política no es ilustrar ni influir en las fuerzas dirigentes: su único objeto será conquistar el poder político. Una idea que debe transformar el mundo, no solamente tiene el derecho sino también el deber de asegurarse los medios que hagan posible su advenimiento. El triunfo es aquí en la tierra el único juez para decidir de la justicia o de la injusticia de una determinada empresa, y por la palabra triunfo no entiendo, como pasó en 1918, la conquista del poder, sino la acción bienhechora sobre el pueblo entero…”. (Mein Doktrin; cap II; parte 2).

 

La naturaleza del Nacionalsocialismo siempre fue la de un movimiento político [4]. Si bien para algunos esta referencia puede resultar innecesaria por su manifiesta obviedad, estimamos relevante incluirla, y es que en algún momento de los últimos 90 años la concepción sobre la naturaleza del Nacionalsocialismo sufrió diversas alteraciones.

La fuerte hostilidad con que a nivel mundial debió lidiar el Nacionalsocialismo desde 1933 desincentivó la mayoría de los proyectos políticos basados en la idea, mientras que quienes perseveraron debieron enfrentar una constante presión en un escenario totalmente desfavorable. A todo esto se sumaba el surgimiento de nuevas necesidades, no previstas por los autores del Nacionalsocialismo histórico. Así, las dificultades de los nuevos contextos motivaron a los autores de estos proyectos a idear reformas, y a experimentar nuevas alternativas de pensamiento y acción.

Tras este sostenido proceso de reformas, el carácter político del Nacionalsocialismo finalmente fue olvidado, iniciándose así una tendencia a adherir a otro tipo de agrupaciones y objetivos, cada vez menos emparentados con la idea original. Así surgieron centros de estudios políticos, científicos, filosóficos e históricos [5], organizaciones terroristas, agrupaciones nacionales e internacionales de preservación racial, asociaciones esotéricas, bandas y organizaciones musicales, hinchadas de fútbol, “clanes” de amigos ideológicamente afines, etc. El problema, es que todas estas agrupaciones, tan disímiles entre sí, hasta hoy se presentan a sí mismas como “nacionalsocialistas”, en circunstancias que ninguna de ellas responde al tipo de organización y actividades que el Nacionalsocialismo siempre reconoció como propias.

Podría argumentarse que los ambiciosos objetivos [6] del Nacionalsocialismo actualmente no son susceptibles de alcanzarse por vía política, resultando conveniente optar por caminos alternativos, más idóneos para cumplirlos. Sin embargo, esta idea implica afirmar que el Nacionalsocialismo, un movimiento político, ya no sería capaz de cumplir sus propios objetivos, aceptando así su ineficacia e ineficiencia.

Antes de 1920, sólo existieron agrupaciones que, si bien contribuyeron con ciertos aportes, no trascendieron de ser proto-nacionalsocialistas. La primera organización propiamente nacionalsocialista fue el NSDAP: un partido político al servicio de un movimiento igualmente político [7].

Más allá de sus manifestaciones más específicas, el método que el Nacionalsocialismo empleó para cumplir sus objetivos consistió en transformar la realidad circundante mediante la acción humana. Tanto entonces como hoy, la realidad humana comprende tanto a la sociedad como al Estado, por lo que el método transformador de dicha realidad – manifestación de su naturaleza como movimiento – necesariamente requeriría de una expresión política idónea, la que a su vez requerirá de comunicación, organización y dirección de masas. Jamás se concibió un “Nacionalsocialismo no-político”, y si analizamos sus cuerpos ideológicos principales sobre este punto, podemos concluir que disociar a este movimiento de su dimensión política implicaría un verdadero alejamiento de lo que fue su método original, un fenómeno similar a lo que sería desconocer su identificación con la lucha por la raza blanca.

Sin embargo, este carácter político nunca fue justificado en una supuesta bondad intrínseca de este tipo de actividades. Para el Nacionalsocialismo, la política siempre fue instrumental, y dado que sin ella sus objetivos [8] resultaban imposibles, pasó a convertirse en una de sus más indispensables herramientas. Y es que, ¿habría podido siquiera soñarse en cumplir los “25 Puntos del NSDAP” prescindiendo de la acción política? Podemos estar seguros de que un Nacionalsocialismo desprovisto de su dimensión política no sólo no hubiese alcanzado la magnitud de sus logros, sino que habría adoptado objetivos diferentes, seguramente mucho más modestos, pero susceptibles de ser alcanzados por una vía no-política.

Lo dicho hasta aquí no debe interpretarse como un intento de presentar al Nacionalsocialismo como movimiento exclusivamente restringido a cuestiones políticas, idea que desde ya reconocemos como incorrecta. Y es que tratándose de un movimiento dotado de cosmovisión, el Nacionalsocialismo necesariamente comprendía materias trascendentes a la política, e incluso al plano puramente material. Por eso, quien piense que el Nacionalsocialismo es únicamente un partido, estará tan equivocado como quien proponga disociarlo de su acción política.

En suma, la creación de un movimiento popular, la fundación de un partido, la elaboración de ambiciosos objetivos nacionales y sociales, el empleo de propaganda, el uso de oratoria pública, la conducción de masas, y la disputa por nuevas posiciones de poder, fueron siempre expresiones de la naturaleza política inherente al Nacionalsocialismo.

Podrían esgrimirse extensos y sólidos argumentos sobre la conveniencia de renunciar a la actividad política actual y de a su vez adoptar un método diferente; podría pasar incluso que nuestro tiempo, espacio y sociedad le den la razón y éxito a dichos argumentos, pero no el Nacionalsocialismo, según el cual la lucha por la conquista del poder actuando en el mundo real era tanto idea política como imperativo moral. Por eso, un movimiento actual que renunciare o resultare incapaz para la acción política jamás será verdaderamente nacionalsocialista.

Sin embargo, el carácter político no define por si solo a un movimiento como nacionalsocialista.

Existen dos importantes principios que siempre rigieron la acción política del NSDAP en su búsqueda por el poder, sin perjuicio de la aplicación que luego tuvieron durante la existencia del Tercer Reich. Nos estamos refiriendo al Nacionalismo, y al Socialismo: a éstos nos referiremos como los “principios rectores de la acción política nacionalsocialista”.

Si bien por la estructura de la palabra “Nacionalsocialismo” ambos parecen obvios, poca claridad existe sobre el contenido que originalmente se atribuyó a ambos, de allí la urgente necesidad de clarificación.

Como se demostrará posteriormente, ambos principios son indispensables para la existencia del Nacionalsocialismo, al punto que de faltar alguno de ellos, el movimiento original necesariamente devendrá en un producto diferente.

Para la clarificación de ambos principios, realizaremos un análisis de la base teórica original del Nacionalsocialismo, entendiendo por “base teórica original” el que fue su principal cuerpo ideológico y doctrinario: Mein Kampf” de Adolf Hitler. De esta obra nos serviremos especialmente del Capítulo III del Volumen I, titulado “Reflexiones políticas sobre la época de mi permanencia en Viena”.

 

4. APROXIMACIÓN AL CONTEXTO DE LA VIDA DE HITLER EN VIENA

 

Antes de proseguir, resulta indispensable ofrecer una breve descripción del contexto en que se originan las ideas de que nos serviremos en nuestro cometido.

Adolf Hitler concebía al Imperio austro-húngaro como un aglomerado de diversos pueblos. No reconocía en dicho Estado a una única Nación, sino que a una sociedad compuesta de múltiples identidades nacionales.

De los cincuenta millones de habitantes que conformaban el Imperio austro-húngaro, solamente diez correspondían a alemanes.

La Monarquía de los Habsburgo, que por esos años dirigía el Imperio, se caracterizaba por una muy desfavorable disposición hacia la población germana. Los Habsburgo solían hacer predominar los intereses políticos, sociales y religiosos de los pueblos eslavos por sobre los germanos, promoviendo así un proceso que Hitler llamaría “desgermanización”.

La población no germana del Imperio correspondía principalmente a checos, polacos, húngaros, rutenos, serbios y croatas, a los que Hitler recurrentemente se refiere como miembros de razas diferentes a la del pueblo alemán. No es objetivo de este ensayo profundizar en cuestiones raciales, por lo que nos conformaremos con señalar que, a diferencia de lo sostenido por Hitler, los aludidos pueblos no corresponden a distintas razas (al contrario, comparten vínculos raciales), y sí en cambio, a diferentes etnias o naciones [9].

En la ausencia de una única Nación como fundamento del Estado, Hitler reconocía la causa del fracaso del Imperio austro-húngaro, y la razón de la inutilidad de cualquier tentativa por conservarlo.

Hitler identifica la centralización absoluta y obstinada del Estado como única vía posible para quienes deseasen conservar el Imperio austro-húngaro. Mediante una rigurosa dirección política, el establecimiento de una lengua oficial, y un sentimiento nacional único creado por la educación, se podría neutralizar la fuerza disgregadora que al interior del Imperio generaban las distintas naciones. Se trataba de un proceso prolongado, que podría tomar incluso siglos en su aplicación.

Sin embargo, el mismo Hitler se encarga de exponer que dicha solución sería más bien temporal, ya que nunca conseguiría establecer una unidad definitiva, y sólo atenuaría la manifestación más evidente de sus quiebres. A su vez, esto crearía un tipo de unidad que sería altamente dependiente de la destreza de sus líderes, quienes en caso de fallar o morir, conducirían al fracaso de la costosa obra.

En suma, Hitler estimaba que el Imperio austro-húngaro no tenía más alternativa que aceptar su inherente debilidad y esperar su trágica ruina.

 

NOTAS

  1. Este ensayo está basado exclusivamente en el Nacionalsocialismo histórico o alemán. No confundir con el “Nacismo” chileno, movimiento liderado por el abogado Jorge González von Marées
  2. Por más que se hable de la identidad de dos Movimientos, esa identidad nunca existe. Si así lo fuere, no habría dos Movimientos, sino sólo uno. Poco importa conocer dónde están las divergencias. No dejarían por eso de existir” (Mein Kampf; cap. XII; vol.1).
  3. Ver documental “Europa y el Nacionalsocialismo” de Jaques de Mahieu (Videos Walhalla).
  4. “(…) El Partido Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores toma del fondo de la idea básica de una concepción racista general, los elementos esenciales para formar con ellos –sin perder de vista la realidad práctica, la época en que vivimos y el material humano existente, así como las flaquezas inherentes a éste- un credo político que, a su vez, pueda hacer de la cohesión de las grandes masas, rígidamente organizadas, la condición previa para la victoria de esta ideología” (Mein Kampf; cap.I; vol.2).
  5. “Es preciso que los escritorzuelos y haraganes de hoy sepan que las mayores revoluciones de este mundo nunca fueron acaudilladas por escritores de librillos. No, apenas se limitaron a trazar las bases teóricas de las revoluciones.
    Desde tiempos inmemoriales, la fuerza que impulsó las grandes avalanchas históricas de índole política y religiosa no fue jamás otra que la magia de la palabra hablada. La gran masa cede ante todo al poder de la oratoria. Todos los grandes Movimientos son reacciones populares, son erupciones volcánicas de pasiones humanas y emociones afectivas aleccionadas, ora por la Diosa cruel de la Miseria, ora por la antorcha de la palabra lanzada en el seno de las masas, pero jamás por el almíbar de literatos esteticistas y héroes de salón. Únicamente un huracán de pasiones ardientes puede cambiar el Destino de los pueblos; mas despertar pasión es sólo atributo de quien en sí mismo siente el fuego pasional. Sólo ese entusiasmo inspira las palabras que, como golpes de martillo, consiguen abrir las puertas del corazón de un pueblo.
    No ha sido elegido para Anunciador de la Voluntad Divina aquél a quien le falta la pasión y se mantiene en un cómodo silencio.
    Que cada escritor quede junto a su tintero ocupado con «teorías» si su saber y su talento le bastan para eso. ¡Qué para Führer ni nació ni fue elegido! Un Movimiento de grandes miras debe, pues, actuar para no perder el contacto con la masa del pueblo.
    Ese punto debe ser examinado en primer lugar, y las decisiones deben ser tomadas bajo esa orientación. Deberá ser evitado todo lo que pueda disminuir o debilitarla capacidad de acción sobre la colectividad, no por motivos «demagógicos», sino por el simple reconocimiento de que sin la fuerza formidable de la masa de un pueblo no se puede realizar una gran idea, por más elevada y sublime que ella se presente. La dura realidad es la que debe determinar el camino para el objetivo deseado. No querer recorrer senderos desagradables significa en este mundo desistir del ideal, se quiera o no reconocerlo”.(Mein Kampf; cap.III; vol.1).
  6. “Mientras que el programa de un partido netamente político no es más que una receta para el buen resultado de las próximas elecciones, el Programa de una concepción ideológica representa la fórmula de una declaración de guerra contra el orden establecido, contra el estado de cosas existente; en fin, contra el criterio dominante de la época”.(Mein Kampf; cap.V; vol.2).
  7. “La conversión de la representación ideal de una concepción del mundo, de la máxima veracidad, en una fe política y en una organización combativa, definida y centralizada, gracias al espíritu y la voluntad, es el don más grande, pues del feliz resultado de ese trabajo dependen exclusivamente las posibilidades de victoria de una idea” (Mein Kampf; cap I; vol.2).
  8. El movimiento se niega a tomar posición en cuestiones que salen del marco de su trabajo político o que no parecen de una importancia fundamental. Su objeto no es una reforma religiosa, sino una reorganización política de nuestro pueblo”. (Mein Doktrin; cap VI; parte 4).
  9. De esto se desprende que, si Adolf Hitler rechazaba la convivencia de naciones racialmente emparentadas dentro de un mismo Estado, con mayor razón se oponía a que lo hicieran poblaciones de razas diferentes.
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