Que Donald Trump use un lenguaje bastante vulgar y desenfadado no es ningún secreto. De hecho, todo quien siguió de cerca la campaña del ahora presidente de los Estados Unidos habrá atestiguado que estuvo dotada de un léxico que llegaba y apelaba al americano promedio, aquél que estaba cansado de promesas de candidatos que hablaban de un modo ajeno a él. En estos días, los medios de comunicación de masas han cubierto la noticia sobre unos supuestos dichos emitidos por Donald Trump en relación a la permisividad de los flujos migratorios provenientes de países no blancos, a los cuales se habría referido como ‘shithole countries‘.
“Why are we having all these people from shithole countries come here?”
Pese a que el mandatario se apresuró a desmentir que haya usado esas palabras[1], es muy probable que si no dijo eso, haya dicho algo parecido, al menos coincidente con el fondo de la cuestión. (A pesar de no ser una traducción literal, usaré países de mierda como una versión hispana del cono sur para ‘shithole countries’.) Lo que es realmente doloroso –especialmente a ese mismo grupo que le duele Chile, entre otras cosas– de todo este asunto, es la cantidad de gente en este mundo que piensa que efectivamente son países de mierda. Que existan personas que piensen eso, y que piensen que nada bueno podría obtenerse más que mano de obra no calificada y barata, es todo un golpe de puño en la cara del humanitarismo totalitario, de la inclusión universal y la solidaridad con el prójimo (que por supuesto no estará en países europeos ni desarrollados).
Sin embargo, la institucionalidad chilena siempre se esfuerza por ser un ejemplo para el mundo (por ejemplo, aceptando arbitrios y tratados internacionales donde Chile sólo puede empatar o perder, nunca ganar más que el prestigio de ser un país que respeta ser atropellado en nombre de las buenas relaciones exteriores). El canciller Heraldo Muñoz [2] se apresuró a dar un ejemplo al mundo:
A propósito de personas de "shithole countries". Sean bienvenidos a Chile. La pobres son aporte a emprender y mejorar sus vidas y la de los paises q los reciben. Los miles de haitianos ejemplo en Chile
— Heraldo Muñoz (@HeraldoMunoz) January 12, 2018
Dos cosas saltan a la vista. En la primera, cierta resistencia a aceptar que los pueblos que han construido ‘países de mierda’ difícilmente van a construir un gran país en otro lado: si Australia tiene estándares envidiables y un respeto notorio por las libertades civiles es porque fue originado por un pueblo con estándares envidiables y un respeto por las libertades civiles, puesto que los seres humanos cargan su cultura donde quiera que vayan. ¿Y si viajaron muy pequeños, antes de tener conciencia sobre su propia cultura? Bueno, cargan siempre los rasgos psicológicos y etológicos que influyen aumentando las probabilidades que la sociedad que generen sea semejante a la de sus antepasados. No tiene por qué ser igual, pero sí puede ser semejante, muy semejante. Sorprendentemente semejante. Por tanto, si las posibilidades que un determinado pueblo que ya hizo de su lugar de origen un ‘país de mierda’ son altas, ¿por qué razón esperaríamos que sus miembros creen algo diferente a un ‘país de mierda’? La corrección política es idealista y bien intencionada, y sus sueños se mueven en torno a esas posibilidades que las cosas resulten bien (para ellos), aún cuando los pronósticos estén más cargados a las posibilidades de fracaso, es decir:
– creación de barrios de bajos estándares que terminan obligando a los vecinos a huir porque el ambiente se hace insoportable (aún si no existe violencia);
– alta natalidad dependiente de la ayuda estatal y de ONGs;
– uso y abuso de servicios de asistencia social;
– apropiación negativa de los espacios públicos (guerras de bandas, enfrentamientos entre escolares, comercio ambulante sin orden alguno, bullicio, etc.);
– caídas en los índices de la enseñanza básica y media;
– y un enorme et caétera.
Por otro lado, el sentimiento de superioridad de la gente como Heraldo Muñoz es tal que ni siquiera se dan cuenta de lo despectivo de sus palabras: prácticamente, faltó que el canciller creara el hashtag de #BienvenidosPobres. Incluso, se atrevió a hacer referencia a los miles de haitianos (en aumento) habitando actualmente dentro de las fronteras de Chile, como si nuestra ya aproblemada sociedad tuviera el deber moral y divino de ser salvavidas de países más tercermundistas que el nuestro, abriendo sus puertas para un flujo humano que en realidad sólo pasa a engrosar las proporciones de las clases más bajas.
Notas.