Separarse o unirse, son palabras que necesitan como todas su contexto. Y todo contexto semántico está dado por valores.
Buscamos unirnos a lo que nos resulta afín y sentimos propio. Nos alejamos de lo que nos resulta extraño y ajeno.
Cuando los blancos se separan de los otros, no quiere decir siempre que los rechacemos. Los japoneses son bastante reacios al mestizaje, pero poca gente existe tan respetuosa como ellos. Del mismo modo respeto a quienes se merecen respeto.
Cuando los blancos se separan de otros blancos, pueden contribuir a fortalecer los matices, siempre que quede como sustrato la consciencia de la afinidad. Por eso la forma de organización política confederada nos ha sentado siempre tan bien.
Las uniones forzadas son la consagración de lo anti natural. El nacionalismo blanco debe ser confederado y global. Estamos en una etapa en la que están cayendo del todo las caretas. Las fronteras, las ideologías y las religiones unionistas de lo diverso, no pueden ya contener el mundo con sus falsos mitos.
Los países, las ideologías y las religiones únicas han muerto: Sólo nos queda volver a la frontera invisible, interior y silenciosa de la sangre: Ser ciudadano de la nación blanca global: única vía posible de supervivencia en la situación actual.