El repentino fallecimiento de Hjarulv Henker, acaecido el 1 de enero del presente año (un poco menos de un mes desde su cumpleaños N°47) no dejó a muchos indiferentes dentro del mundo del blackmetal, y es que, pese a la ideología que pueda cargar el oyente/devoto, la banda griega Der Stürmer es toda una institución dentro del género. En un tiempo donde sólo los más atrevidos mostraban cierta ambigüedad entre música y política (donde mayormente era una cuestión de imagen que buscaba ser aterradora), Der Stürmer irrumpió en la escena con un discurso explícito, violento, virulento y alejado de cualquier tipo de convencionalismo y corrección política.
Henker, quien se llamaba realmente Isidoros Galanis, no sólo participaba como guitarrista y liricista de las bandas Der Stürmer y Wodulf (y, últimamente, Dreadful Relic) y como editor/colaborador de las publicaciones Damnatus, Dark Imperium y Heathen Pride, sino también era un comprometido activista político. Participante de movimientos políticos en su natal Grecia, así como miembro de un partido hoy en proscripción, la coherencia discursiva propugnada por Der Stürmer hacía obligatorio que los músicos estuvieran envueltos en iniciativas que buscaban defender al pueblo y suelo europeo — al mismo tiempo que la corriente actual es alejarse cada vez más de todo lo que huela a activismo o apología, optando por un sencillo y políticamente correcto «muerte a todos» (e.g., Ad Hominem, Horna, etc.).
Quienes hemos tenido la suerte de conocer a los miembros de la banda, podemos atestiguar fielmente respecto a la calidad humana de quienes estaban tras el ruido emitido por la guitarra de Henker: disposición a colaborar, conversar, compartir un momento y, sobre todo, una modestia que parecía no corresponder a la importancia de la banda dentro del underground.