Cuando era niño, todavía hacíamos todo por nosotros mismos: cultivábamos la verdura, arriábamos las vacas, cerrábamos el ciclo del uranio, teníamos nuestro propio petróleo y levantábamos desde viviendas individuales hasta envidiables edificios públicos, escuelas y monumentos. Ahora los bolivianos cultivan la verdura, los paraguayos son albañiles, los senegaleses venden en las calles y los chinos manejan la distribución de comida. Todo se destruye, incluso la arquitectura y el arte.
Si uno llama a los demás para que hagan las cosas que uno mismo debe hacer, terminará tarde o temprano dependiendo de ellos, sometido a ellos. La descendencia de aquellos hombres blancos sacrificados y auto suficientes que fueron nuestros antepasados, es una recua de inútiles, tilingos, burgueses, reventados, cómodos, cobardes y consumistas. Pero la herencia de sacrificio que consumen se les está terminando. Otros vendrán a reclamar lo que les pertenece por derecho de conquista. desde los banqueros hasta el último aymara resentido, todos van a querer su parte del inmenso sacrificio de nuestros bisabuelos.
Algunos quieren volver a Europa y no los culpo, pero ya no sirve. Más sentido tendría que algunos europeos emigraran nuevamente para acá, pero ya no quedan. Una nacionalidad europea no te hace europeo, y si bien tu raza es la misma siempre te va a pesar tu origen y tu destino americano.
Hay que olvidarse de la vuelta atrás y asumir orgullosos nuestro gran destino. En general los europeos nos tienen a menos, sin advertir que son una tierra conquistada por americanos blancos, ya que los EEUU no serían lo que son sin el hombre blanco americano.
Es hora de hacer las cosas por nosotros mismos, es hora de ponerse de pie y asumir una nacionalidad por sobre todas las demás: una nacionalidad pancriollista, que tenga la fuerza y el sentido de una hermandad continental.