De última, es ellos o nosotros. No hay muchos argumentos a desarrollar. Mejor abrazar una acción coherente y organizarse dentro de lo posible y más allá de lo posible.
Las teorías no son más que devaneos, que están por encima o por debajo del orden natural, atávico, orgánico y elemental de la sangre, de la cultura y del milenario combate por sobrevivir.
En las ciudades de occidente todavía viven bien, todavía son esclavos de lujo ablandados por la vida burguesa. Unos pocos -muy pocos, pretenden ser duros y conscientes, y aún así viven en la blanda inercia del consumo. Ninguno estuvo en territorio comanche, sólo lo vieron en las películas. La periferia, es siempre más áspera y hay que vivir alerta, con los dientes apretados.
De última, muchas veces es hablar por hablar. Hacer turismo y tomar cerveza, y si sos pobre cobrar el paro. En Europa no saben lo que es ser pobre en realidad. No hay pobreza en Europa como la hay fuera de ella. Y no es porque Europa produzca demasiado ni por su milenaria cultura: es porque los han tenido bien artificialmente hasta ahora, para hacerlos tan blandos como son hoy.
Al final, una sola bandera y apretar los dientes: hombres blancos de América: pioneros, el duro territorio virgen, cuchillo, revólver y desierto, indios salvajes o indios amigos, la última aventura del hombre blanco. Los nuevos griegos, hijos como los primeros de la migración. No estamos contra los inmigrantes si son nuestros, nosotros también fuimos inmigrantes, estamos por el poder blanco, no necesitamos las teorías del buenismo, sólo nos afirmamos en la jungla, ocupamos nuestro espacio y vamos a sobrevivir. Las teorías son para los resentidos y para los débiles. Somos la América blanca, buscamos establecer la consciencia de cientos de millones de los nuestros, y que nuestros mejores hombres ejerzan el poder. Lo demás sobra, lo demás es para burgueses aburridos, que ven llegar las pateras a sus playas de lujo y no saben qué hacer, a no ser pelearse entre ellos, como ha sido siempre hasta hacerlos desaparecer.