Personalmente, no voto y estoy a favor del boicot total a esta democracia liberal (y todo lo que eso signifique), y siempre me han empelotado los reaccionarios/neocon llamando a votar a los candidatuchos momios o liberales con tal de que no salgan los de Izquierda porque, claro, cómo van a venir estos rojos a gobernar. Quizás hasta sea como un nuevo gobierno de la Unidad Popular y tengamos que hacer colas eternas para comprar cosas básicas como el iPhone5, entradas para One Direction o asistir a la reunión imbécil anual del cybermonday.
Estas semanas lo he pensado bien, y creo que saldré de mi ostracismo democrático: iré a votar a Evelyn Matthei. No me malinterpreten: ambas candidatas me parecen detestables, despreciables y, poniéndome a la moda, escupibles, pero debo reconocer que con Michelle Bachelet, la abanderada de los sufrientes, los niños mocosos, los comunistas chaqueteros y todos esos socialistas afeminados anti-soviéticos, las aguas de este mar cloacal se calmarán, pues tendremos una presidente cercana al populacho, con cara de tía solterona buena onda, si bien tenemos muy claro cómo es que ella nos ve:
¿Por qué, entonces, votar por la otra vieja?
Digamos que Piraña, con toda sus políticas y leyes de tolerancia, es un presidente de Derecha. ¿Se imaginan qué sucedería si, por milagro navideño, saliera electa Evelyn Matthei? La efervescencia social alcanzaría un nivel semejante a mi organismo post-empanadas del 18, y es probable que aceleremos el calentamiento global con todos los neumáticos que serán quemados durante los próximos 4 años. Es probable que las empresas extranjeras huyan como ratas del caos populachero que se va a armar, pasando nuestro país a perder su categoría de ser un país estable (dudoso motivo de enorgullecerse que tienen algunos, sobre todo cuando -implícitamente hablando- país estable significa que puede venir cualquier gil con unos cuantos millones de dólares, pagar, violarte, golpearte y dejarte como una puta desangrándose sin auxilio en un callejón pasado a orines).
¿Quién quiere paz? ¿Quién quiere estabilidad? ¿Quién quiere bienestar?
Viejito Pascuero, acuérdate de mí.
Es tan lindo soñar que en instantes eternos que duran una milésima de segundo de una explosión de millones de cristales de colores lisérgicos, ahora sí que sí, el país y todas las esperanzas de los que buscan respuestas en la Democracia Liberal, se irán a la misma mierda.
Con todos nosotros dentro.