La movilización social no ha dejado a nadie indiferente, y tampoco sin mácula, y todos los grupos en la sociedad chilena podrán dar cuenta de lo ventajoso y desventajoso que ha sido para ellos todo lo desprendido del estallido social de Octubre. Sin duda alguna, es la Izquierda quien ha sacado más y mejores réditos, pese al cuestionamiento de los partidos políticos por parte de las masas, y el oficialismo ha estado dentro de los que más han perdido, además de las familias, grupos de amigos, etc., hoy en conflicto producto de la polarización social.
Los clásicos grupos nacionalistas cívicos han sido forzados a posicionarse en algún bando, algo que han hecho justificándose curiosamente en cosas muy parecidas: unos están a favor de la movilización porque están con el pueblo chileno, mientras que otros están en contra porque ésta busca desestabilizar el país. De una forma u otra, han instrumentalizado la movilización.
No obstante, si hubiera que elegir al gran perdedor de toda la contingencia, ése sería el identitarismo. ¿Qué podría ganar el identitarismo de la polarización social chaleco amarillo/ch*pap*co/#YoRechazo vs. primera línea/rojo de m*erda/#YoApruebo? Primeramente, todas las discusiones desprendidas de la movilización social están nucleadas en torno a esa dicotomía irreconciliable y sin aparentes puntos intermedios, por lo que, por estos días, toda discusión en este país se reduce a si la persona Aprueba o Rechaza, secuestrando toda la atención que podría generar alguna propuesta respecto de la importancia de las políticas de identidad o del reconocimiento de los pueblos.
Repentinamente, la contienda entre apoyar y rechazar la movilización social se ha sobrepuesto a toda discusión, por lo que el debate sobre la importancia de la lucha por la identidad en el nuevo siglo (lo que incluso le ha quitado el sueño últimamente a Francis Fukuyama) ha pasado a un segundo y hasta tercer plano en el acontecer nacional. Sólo la identidad de los pueblos originarios o de las masas inmigrantes puede ser tomada en cuenta en una discusión.
La polarización social no sólo ha secuestrado toda la atención en el acontecer nacional, sino que también ha polarizado y dañado las relaciones humanas, las que son fundamentales en el proceso etnogenético, truncando así las metas del identitarismo.
Con el peor escenario en el balance del estallido social, el identitarismo también enfrenta (por si fuera poco) el ataque cultural de furia reivindicativa contra los símbolos de la colonización europea, los cuales han sido vandalizados, derribados y destruidos por las masas movilizadas, quienes se han lanzado en una especie de espiral de reivindicación cultural de lo mapuche, realizando una resignificación de la Historia, algo semejante a lo vivido hace un par de años en EE.UU.
Tal es el desolador panorama actual para el identitarismo.