He sido fanático de Motörhead por casi 25 años. Vi a la banda en vivo en tres oportunidades (2007, 2011 y 2015) y en muchos casos sus líricas han sido reflejo de mi pensamiento. Sin embargo, considero que la posición de Lemmy Kilmister respecto a la política[1] (y lo político) no es universalizable, al menos, no desde el identitarianismo blanco. Aún cuando el tribalismo blanco (i.e., anarcoidentitarismo) aspire a la protección de la tribu y comunidad y asuma que las naciones (cívicas o no) están muy por encima del radio de acción posible para el individuo y su grupo, el concepto de lo político no debería ser abordado con tanta liviandad.
A diferencia del contexto demográfico en el que se puede desarrollar el tribalismo en Estados Unidos, Canadá o Europa, el tribalismo en América Latina se enfrenta a una realidad racial heterogénea. Más aún, el tribalismo blanco se enfrenta a una realidad demográfica en donde las masas blancas son minoría en casi todo el continente, pero minorías históricamente dirigentes y más “privilegiadas” que el resto. Esto ha provocado que existan ciertas ansias revanchistas por parte de grupos menos privilegiados, algo esperable, teniendo en cuenta que los grupos que se han sentido históricamente oprimidos tienden a buscar invertir su situación.
Algunos autores liberales como Jordan B. Peterson dicen que no existe tal cosa como el “privilegio blanco”, que se sería un invento marxista y que sólo se trataría de una especie de “privilegio de la mayoría”[2] desprendido de lo que es y para lo que sirve una cultura. No obstante, los países de Hispanoamérica enfrentan una realidad histórica diferente: por siglos, el sistema de castas colonial conformó las sociedades americanas como pictocracias leucocráticas, donde gradientes de privilegios se disponían sobre las sociedades, concentrándose éstos sobre los grupos más blancos y europeos (así, un europeo peninsular tenía más atribuciones sociales y políticas que un europeo nacido en América). Esto no es nada del otro mundo, siendo común esta dinámica a través de toda la Historia del hombre cuando una cultura invasora domina a los grupos nativos, volviéndose hegemónica.
Mientras que la América hispana tuvo dinámicas de conquista y subyugación de pueblos, con una posterior colonización donde los europeos siempre fueron minoría, la América anglosajona tuvo dinámicas de erradicación y reemplazo demográfico, con fuertes campañas de colonización, volviéndose la mayoría demográfica.
Hegemonía cultural | Poder demográfico | |
América Hispana | Europea | Minoría europea |
América Anglosajona | Europea | Mayoría europea |
Estas diferencias en cuanto al dominio demográfico han marcado también las dinámicas políticas y sociales y la capacidad de abstracción política que pueden gozar grupos racialmente emparentados pero habitando en diferentes lugares geográficos. Probablemente, un blanco en América Hispana podrá gozar de mayores privilegios (o de una sociedad heredera de la dinámica de privilegios para los grupos europeos minoritarios) respecto a los de un blanco en América Anglosajona, aunque su responsabilidad política será también mayor, sobre todo frente a la presión de los grupos mayoritarios. Respecto a esta ley democrática, Carl Schmitt la comprendía en Legalidad y Legitimidad como “la expresión pasajera de la voluntad del pueblo tal como ella se da en un momento determinado, en otras palabras, es la voluntad de una mayoría momentánea.” Democracia, entonces, sería la decisión de la mayoría del pueblo, el que existiría como expresión de la mayoría de los escrutinios. Con el despertar de la concientización (instrumentalizada o no) respecto hacia las dinámicas de dominación histórica, en conjunto con la alimentación de una lucha de clases que en América Hispana suma un componente pictocrático, no sería descabellado pensar que en algún momento pudiera radicalizarse el accionar contra lo europeo. Al menos, la ofensiva cultural se ha radicalizado, y la quema de iglesias no ha buscado ser símbolo de una guerra contra un mesías judío venido de Próximo Oriente, precisamente, sino de una rebelión contra las instituciones y la fe traídas por los conquistadores europeos.
Ante lo anterior es que la facilidad de abstracción de los procesos políticos cobra especial importancia en América Hispana. Mientras los procesos políticos en los países con mayoría blanca pueden no poner en riesgo los intereses étnico-genéticos[3], o ponerlos en riesgo a una velocidad menor tan sólo por gozar del dominio demográfico[4], en los países donde los blancos son minoría existe una vulnerabilidad mayor para los intereses étnico-genéticos de éstos, aún a pesar que las élites gobernantes sean europoides (pero sin conciencia étnica, dicho sea de paso).
Los discursos desde el tribalismo no sólo no son universalizables sino que, a menos que se cuente con un territorio autónomo sobre el cual se pueda ejercer el control y la defensa y, dentro de lo posible, contar con independencia alimenticia y energética, éstos deberían adecuarse a los contextos históricos, demográficos, geográficos y culturales, y entender que lo político, en muchos casos, es una dimensión molesta y amarga, pero también inevitable. Sobre todo cuando dicho tribalismo es étnico y se pertenece a una minoría.
Notas.
[1] https://www.youtube.com/watch?v=sF20p7s6Zj8
[2] https://www.youtube.com/watch?v=u_GTsCAvwms
[3] Para profundizar más sobre los EGI, revisar: Salter, F (2002) “Estimating Ethnic Genetic Interests: Is It Adaptive to Resist Replacement Migration?” Population and Environment, Vol. 24, No. 2, pp. 111-140; y http://eginotes.blogspot.com/
[4] “Los individuos están más próximamente relacionados (que comparten más genes distintivos) con los co-étnicos que con los no-étnicos, en consecuencia, el éxito reproductivo de aquellos se reduce por el reemplazo o disminución de la información genética co-étnica.” http://eginotes.blogspot.com/2015/08/more-defense-of-salterism.html
Entrada original: https://anarcotribalismoblanco.wordpress.com/2020/02/16/el-etnotribalismo-no-puede-ser-ostracista-en-desventaja-demografica/