«Los escaños reservados no son un problema». Si usted está aquí es porque leyó el título ya que llamó su atención. Qué buen clickbait, teniendo en cuenta lo candente del tema, ¿o no? Aunque la verdad es que el título no estaría tan alejado de la realidad como la entendemos nosotros (esto es, desde una mirada identitaria).
Veamos qué dice la RAE respecto a problema:
problema
Del lat. problema, y este del gr. ???????? problema [NdE. Ni idea por qué no se pueden agregar los caracteres griegos.]
1. m. Cuestión que se trata de aclarar.
2. m. Proposición o dificultad de solución dudosa.
3. m. Conjunto de hechos o circunstancias que dificultan la consecución de algún fin.
4. m. Disgusto, preocupación. U. m. en pl. Mi hijo solo da problemas.
5. m. Planteamiento de una situación cuya respuesta desconocida debe obtenerse a través de métodos científicos.
Siendo honestos, la idea de los escaños reservados podría acercarse tan sólo a las acepciones 4 y 5, ésta última en menor medida. Pero, ¿por qué?
En primer lugar, la idea de los escaños reservados, por más que a la derecha le irrite y que ideológicamente haga estallar sus cabezas, no es arbitraria, sino que busca responder a una condición previa. Para tener escaños reservados hay que tener algo para reservar, y para tener la necesidad de reservar ese algo debe existir algún grado de diferenciación entre ese algo y lo que no es ese algo. Y ese algo es la presencia indígena en el país.
El hecho que exista presencia indígena (o el hecho que exista presencia no-indígena, dependiendo de la mirada) en el país ya rompe con la homogeneidad etnográfica, que es otro hecho que hace estallar las cabezas en la derecha ya que, como responden a sustratos ideológicos liberales o nacionalistas cívicos, entienden la realidad demográfica del país como un terreno uniforme (donde todos serían igualmente mestizos e igual de mestizos), o como un terreno no-uniforme pero en el que las diferencias no serían mayormente relevantes.
El problema es que hay diversidad, es decir, diferencia, y la diferencia es la madre del conflicto. Imaginemos, por un instante, que ciertas voces en la derecha tienen razón y que realmente no existen etnias ni naciones indígenas y que los pueblos originarios son una especie de reenactors de un pasado en el que los pueblos indígenas existían. ¿Hace eso desaparecer los fenotipos — es decir, los rostros — en el campo visual que se experimenta en Chile?
Que existan rostros parecidos entre ellos pero diferentes a otros (aquí es cuando entran esas falacias ridículas tipo «todos tienen dos ojos, dos orejas, una nariz y una boca» — por supuesto que sí, pero los chimpancés y gatos también tienen lo mismo y eso no nos hace iguales a ellos) provoca, de manera casi instintiva, que exista discriminación, ya sea desde ellos hacia otros grupos o desde otros grupos hacia ellos. Y también provoca que un grupo quiera ser reconocido, respetado y dignificado por lo que es. Y una de las formas en las que un grupo distinto a otro puede ser reconocido en la disputa política (que es donde se toman las decisiones) es mediante la presencia de representantes de este grupo en el terreno donde se debate lo público, donde los escaños reservados sería un mecanismo que garantizaría la presencia de algún grupo sobre el que exista el interés de incluirlo en el debate, aun a pesar de la posibilidad de obtener bajas votaciones.
Por supuesto que la inclusión de escaños reservados podría generar algún tipo de reacciones adversas las que, al igual que la idea de los escaños reservados, sería un efecto de un problema que se ha arrastrado y se seguirá arrastrando durante siglos. Y puesto que los escaños reservados responden a la diversidad étnica del país, el promoverlos o detenerlos no soluciona el problema de fondo. Problema que, por cierto, no parece tener solución ni a corto ni mediano plazo.
