El hombre blanco moderno necesita un tipo de pensamiento en el que la complejidad no es más que prejuicio y artificio. Es un animal domesticado durante milenios. Ha enfocado su capacidad hacia las zonas más oscuras de su personalidad, donde se depositan día a día los detritus de la civilización.
Lo natural, siempre debe pasar por una ideología, por un razonamiento dialéctico en el que lo bueno y lo útil pasa por el tamiz de lo absoluto. Su espíritu se ha vuelto cristiano, lineal, y piensa desde una moral inventada, más allá de todo lo que es natural.
El hombre blanco moderno sólo proyecta su realidad mental sobre el mundo, como una sombra falsa y pobre, que cada día lo frustra más y facilita su desaparición, su final anunciado.
Necesita los «ismos»: cristianismo, nazismo, fascismo, comunismo. Sin un «ismo» no es nada. Vacía los símbolos y los reduce a la política, a lo circunstancial, a lo que vincula el símbolo a un momento, a un hecho histórico. No soporta el devenir de la historia, su circularidad. Endiosa hombres que convierte en profetas, al modo de los antiguos hombres del desierto que proyectaban a su dios como una realidad paralela, hasta convertirla en sus mentes en la única realidad.
El hombre blanco moderno necesita ser «anti», porque necesita el pensamiento dialéctico, forzado, anti natural. Donde sólo hay intereses ve absolutos. Necesita adherir a algo, a alguien, imponer su dogma, como un cristiano necesita en última instancia convertir, predicar, salvar almas. Por eso ser camarada de un cristiano, es en última instancia estar siempre sujeto a monitoreo, como alguien inferior. Nunca para un cristiano un pagano va a ser su igual, porque no conoce la verdad. Lo mismo pasa con los que ejercen una ideología o un dogma.
La dialéctica y el artificio, nos alejan de lo simple y lo profundo, del devenir. Son limitaciones de lo natural. Son formas de autodestrucción, de confundir lo complejo con la ley natural.
La virtualidad es un medio ideal para fomentar esa realidad paralela, absoluta, profundamente irreal.