Hablemos de ‘raza’ en la misma forma que hablamos de razas de perros (breed), esto es, mantener ciertas características que los hacen parecidos a unos y diferentes a otros; características que nos permiten diferenciarlos entre otros grupos y que, por medio de la cruza genética de alta familiaridad (i.e., reproducirlos entre ellos), nos permitirán tener progenies semejantes a sus antepasados. Entrar a discusiones sobre pureza es una pérdida de tiempo por algo que nadie está defendiendo, así que no hay para qué entrar en eso. Hablemos de razas en el sentido que se le daba históricamente, es decir, con una lectura biologicista y cultural basada en la simple observación: no en hacer correr muestras de ADN en gel de agarosa, sino en el estudio diacrónico y sincrónico que se realizaba a los pueblos para caracterizarlos, los que permitían hablas de ‘razas’ es un sentido muchísimo más amplio que el común blanco, negro, amarillo y rojo, pudiendo hablarse de raza germana, raza francesa, raza vasca, raza lombarda, etc. — todos los grupos anteriores pueden pertenecer a una unidad mayor según nuestra concepción ‘BNAR’, pero el tratamiento como breed permitía entrar en diferencias más finas y específicas. Entendamos, en esta oportunidad, la raza como lo descrito.
Ferdinand Tönnies, sociólogo alemán y prácticamente uno de los fundadores de la sociología en Alemania, estableció una fundamental distinción entre Gemeinschaft («Comunidad») y Gesellschaft («Sociedad»), donde la Gemeinschaft consistiría en las relaciones orgánicas y el sentido de conexión y pertenencia que surgen como resultado de la voluntad natural, mientras que la Gesellschaft consiste en las relaciones mecánicas o instrumentales que se establecen conscientemente y, por tanto, son el resultado de la voluntad racional. Dicho de una manera tl;dr, la Gemeinschaft no necesitaría del Derecho para regir sus relaciones, mientras que la Gesellschaft sí necesitaría del Derecho puesto que sus relaciones son de carácter instrumental e impersonal, muy propias de la ciudad. Tönnies acotaría en su Gemeinschaft und Gesellschaft de 1887 que
“[l]a Gemeinschaft es la forma duradera y genuina de vivir juntos. En contraste con la Gemeinschaft, la Gesellschaft es transitoria y superficial.»
Tomemos el caso, casi emblemático, mapuche: mientras que hay una inmensa mayoría de ellos que vive en entornos urbanos, adaptados (como le encanta señalar a la Derecha liberal) perfectamente a la vida occidental, que trabajan, estudian y se reconocen como mapuche, existe una fracción más reducida que vive en comunidades generalmente rurales, con modos algo diferentes de aquéllos que vive en la urbe, algo más pobres y con un acento algo diferente en comparación al resto de los habitantes del territorio nacional. Asumiendo que todos ellos tienen salpicones genéticos europeos y que no existe la pureza (como señalan algunos), es también necesario señalar que su base fenotípica es lo suficientemente notoria para que sean reconocidos como mapuche por el resto, y que éstos se identifiquen a sí mismos como mapuche, al menos en apariencia. Hasta el momento, ya hemos aclarado que tenemos seres humanos deambulando por ahí que pueden ser identificados en cuanto a apariencia –el cómo se ven– como mapuche.
Tönnies agregaría que
La teoría de la Gesellschaft trata de la construcción artificial de un agregado de seres humanos que se asemeja superficialmente a la Gemeinschaft en la medida en que los individuos viven y habitan juntos . . . Sin embargo, en la Gemeinschaft permanecen esencialmente unidos a pesar de todos los factores de separación, mientras que en la Gesellschaft están esencialmente separados a pesar de todos los factores de unión.
Lo anterior es especialmente importante, dado que permite clarificar el sentido de la etnogénesis (o panetnogénesis, para caso de etnias cercanas que confluyen en una que las agrupa a todas y que se capta mejor desde la mirada de la otredad— con un significado político que también se forja en relación a la otredad), es decir, la formación o surgimiento de un grupo étnico. Esta creación identitaria, conjugada con un proceso de territorialización, saca al ser humano de su contexto individual con ausencia de significado colectivo, su separación esencial pese a sus factores de unión, para introducirlo en una nueva dimensión más profunda, menos mecanizada y más orgánica — la ruptura o abandono de la Gesellschaft en búsqueda de la Gemeinschaft. Tanto para el caso de la Gemeinschaft como de la Gesellschaft puede existir la homogeneidad fenotípica en el endogrupo (que todos se vean iguales), sin embargo, sólo una de ellas presenta relaciones de significado y una cercanía de carácter natural y orgánico entre sus miembros, mientras que el individualismo o la atomización social de la otra tapiza el camino para su descomposición y desaparición como grupo diferenciado, puesto que desaparecido el sentido de unión colectiva y de identificación (esto es, desaparecida la etnia), no hay ninguna razón para que se mantenga la homogeneidad fenotípica del grupo, preparando inconscientemente su camino a la extinción.
Y esto no es sólo aplicable a los pueblos mapuche, sino también para todos los demás grupos humanos, incluyendo a judíos, gitanos, quechuas, rapanui, catalanes, boers y también criollos. Por eso es que la sola raza no basta.