Es raro que gente que todos los días habla de guerra, se rasgue las vestiduras ni bien suenan algunos tiros. Por eso no hay que andar disfrazándose, creyendo que las cosas nunca van a pasar: porque a veces ocurren.
Esos ultras que se la pasan idealizando la guerra, mientras viven una vida burguesa justo en el centro del sistema, creen que la guerra es como ellos se creen que es. Pero no: la guerra es de otro modo y nadie sabe cómo empieza ni cómo termina. No están los buenos y los malos, los impolutos y los que no lo son, entonces lo que no encaja en sus esquemas ya no existe. Es al revés, no hay esquemas, sólo se sobrevive. Claro que siempre está la posibilidad de alejarse de los hechos porque: «todo responde a una conspiración». Y todo lo que no es de una estructura mental virtual abstracta, irreal y rígida es sionismo. Eso es fácil de decir, mientras no se hace nunca nada concreto. La acción real se desarrolla de otro modo.
Falsa bandera o conspiración sionista: solución fácil. Creo que el aburguesamiento de la gente en Europa alcanza la disidencia que vive en las trincheras de la IIGM, mientras se toma una cerveza frente al ordenador.
No sé cómo pensaban que no podía pasar, cuando violan y matan a la gente blanca a mansalva y ocupan los barrios imponiendo una ley religiosa ajena y brutal, agrediendo a las mujeres y a los niños, dominando como un verdadero ejército el territorio. Si a nadie se le volara la chabeta y empezara a los tiros, eso si que sería muy raro.
Pero eso es supremacismo blanco. No es supremacismo matar, violar y golpear gente blanca. No, eso no es supremacismo. Entonces para no hacerse cargo de una situación concreta: los «militantes disidentes» dicen: son los judíos.
La verdad, creo que tienen miedo. De hecho eso queda demostrado en las calles. No hay hombres blancos en Europa, o hay demasiado pocos.
Lo que hizo el «supremacista» es un extremo, pero tampoco he visto a muchos españoles o franceses cagándose a palos con los islámicos en las calles. Los disidentes están esperando «la toma de consciencia» del pueblo. De un pueblo que en un par de años más ya no existirá en absoluto.
Nadie hace nada en realidad, por eso de vez en cuando hay «un caso aislado» de alguno al que le «sale la cadena», pero del lado que tiene prohibido reaccionar. Nadie recuerda los miles y miles de nombres de las mujeres violadas en Alemania, en Francia, en Sudáfrica, ni de los muertos por los «casos aislados» de los inmigrantes que son «oprimidos» y no «supremacistas» blancos. Sabemos muy bien que todo eso se oculta, que es una guerra en la que un sólo lado puede ejercer la violencia sin ningún tipo de límites. Los demás sólo mueren en silencio, anónimos e ignorados.
Es raro que los viudos de las trincheras de la IIGM, cada vez que suena un tiro se lo endilguen al sionismo. Al menos los israelíes tienen la suficiente consciencia racial, como para ir a Israel a hacer el servicio militar. Por eso dominan, no porque se asustan cuando empiezan los tiros. Porque por más dinero que se tenga, la guerra todavía necesita de la infantería.
Los disidentes están atentos a Siria, a Palestina, a Rusia, pero sólo porque esperan que venga alguien de afuera a salvarlos. Son tribus urbanas, grupos de Rock, señores de clase media alta, que esperan ganar la guerra con sus ubícuos trajes centro europeos y sus portafolios empresariales.
Cuando alguien hace sonar disparos, equivocado o no, se caen todos los castillos de naipes y el tipo pasa de nazi a sionista, sin que sea acaso ninguna de las dos opciones, sino algo mucho más sencillo: un hombre blanco como tantos, que se cansó y tomó una opción extrema, donde nadie toma ningún tipo opción.
Ignoro a la postre a quién beneficiará políticamente el hecho, pero sé muy bien que un par de personas que se compraron su propio personaje ficticio, hoy se han dado de frente contra la realidad.