La guerra

La guerra

Hace mucho que el sistema declaró la guerra contra todos los pueblos que se precien de tales. Para ellos lo primero es arrojar a unos pueblos contra otros, víctimas todos finalmente de lo mismo. Sin embargo, cuando eso falla, cargan directamente mediante intervenciones militares o represión.

La lucha no es izquierdas contra derechas obviamente, quien todavía crea que el sistema político no está manipulado es un imbécil. Tampoco es ir una identidad contra otra, aunque a veces no queda más remedio que enfrentarse en ese sentido, ya que el sistema exporta sus desastres y arroja a los negros contra los blancos y demás, así como arroja a una religión contra otra.

Esto del exterminio de los pueblos, lo dijeron varios: algunos se pasaron de vueltas y sobrestimaron sus posibilidades subestimando las ajenas, como Hitler. Otros no definieron la propia identidad por cuestiones políticas, como Perón. O quedaron entrampados en medio de fuerzas superiores, como Mussolini. Y eso para nombrar algunos de nuestra órbita «occidental».

Hoy estamos en otra etapa. Es todo más simple: identidad y supervivencia: alianzas con identidades afines por raza o por intereses, sin perder consciencia de grupo, de comunidad, de pueblo orgánicamente estructurado.

Basta de pequeñeces ideológicas. Basta de beber el veneno ideológico del pasado. Hoy es una lucha de los pueblos contra el sistema opresor. Francia es un ejemplo. He visto a su gente con banderas de sus patrias carnales en medio de la lucha, pero todos son parte del mismo pueblo. No hay negros en la calle, no hay islámicos. Los franceses han retomado su propio territorio y se enfrentan solos a la represión estatal.

Chaquetas amarillas en Francia abuchean cantos ANTIFA.

Nuestro primer y gran enemigo es el estado. La inmigración no es el clandestino, sino el estado que lo apaña y las mafias que lo trasladan. El estado sólo trae gente que sea más fácil de someter y haga el trabajo sucio de hacer desaparecer al pueblo que ocupa un territorio propio de un modo orgánico.

Lo mismo hizo el capitalismo con África. Por eso sin distinguir razas, el imperio comercial de Londres asesinó a los Bóers y los puso en campos de concentración. Los banqueros no distinguen color de piel.

Hay que desarmar la bomba de la guerra entre los pueblos, y ordenar la resistencia identitaria sin llevar los lastres del pasado. Tenemos que ir hacia una geopolítica de los pueblos, sin que sea necesario -como lo propone el marxismo y el supra capitalismo- perder por eso identidad.

 

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