La gente de antes era mejor. Los bisabuelos hicieron el Sur, sucios de cemento, de tierra de la huerta, de aserrín de las carpinterías, de hollín de las fraguas. Sus hijos -nuestros abuelos- fueron también trabajadores, pero ya no eran iguales, escalaron en la escala social y quisieron que sus hijos ascendieran aún más. Así fue como nuestros padres absorbieron toda la basura ideológica pos IIGM, plenamente insertos en la sociedad. Nosotros, sus bisnietos, no tenemos ninguna identidad como conjunto, y nuestros hijos denostan su ascendencia europea y el ser blanco en general.
Pocos blancos estarían orgullosos de un abuelo o un padre vestido con ropa de trabajo sucia de un duro jornal. Se acuerdan que son blancos sólo cuando eso les parece buenos para obtener una ventaja económica o social, mientras tanto son los más furibundos defensores de toda la basura filosófico-cultural del progresismo -si es que de ese modo lo podemos llamar.
Las personas que hablan mucho de hacer algo, son las que no lo van a hacer nunca. Las personas que ostentan extremismos ideológicos, son las que no conocen la realidad ni la han sufrido. Prefiero aquella mentalidad antigua, que todavía vemos reflejada en algunos rostros también antiguos, de los que van quedando pocos. Esa mirada profunda, ese gesto elevado, esa característica racial que poco tiene que ver con ostentar, con declamar, con cualquier exposición mediática y mucho menos virtual.