Este 12 de febrero se conmemora otro aniversario de la fundación de Santiago del Nuevo Extremo, la primera ciudad criolla en el Cono Sur.
Pero hoy, allá que querer hacer apología a una ciudad y a un materialismo urbano que actualmente no es más que vidrio, cemento y asfalto, es más pertinente recordar a aquellos que llegaron a estas tierras siglos atrás.
Tal como sucede durante otro día caído en 12, pero en el mes de octubre, esta fecha es de gran importancia para el hombre blanco en suelo americano, pero debe ser de mayor importancia para los criollos del Sur. Esa otra fecha ya está lo suficientemente manipulada para servir a los propósitos de cualquier colectivo político. En cambio, este 12 de febrero es algo que todavía podemos recordar con honradez, algo que aún conserva cierta tradicionalidad, y que por lo demás siempre será local. Esta es una fecha que todavía nos pertenece.
Fue un día como hoy cuando comenzó a ser escrita con sangre nuestra crónica. Cuando gente de nuestra raza, orgullosa y con seguridad en sus propias capacidades, se esmeraron en crear algo para el futuro. Algo que hoy, por cosas del cruel destino, se ha ido desmoronando para terminar cayendo en nuestras manos, como si todo hubiese sido planeado desde un comienzo y fuese el mismo destino, que con su inexorabilidad ha decidido recordarnos el significado de la palabra “deber”. Este algo que se ha ido desmoronando, no es nada más que un hogar, para los hijos e hijas de aquellos blancos caballeros y blancas damas provenientes del viejo continente.
Lo que se conmemora hoy es algo verdadero. Por lo mismo, esta es una fecha que debe ser desprovista de todo contenido político y religioso, para que así supere los errores del pasado que leemos en los libros de historia, y a su vez siga perpetuando una realidad material más trascendente que el mismo Santiago; una realidad biológica contenida en nuestra propia sangre.
Esos viajeros que marcharon al compás de cantigas medievales mientras cruzaban territorios inexplorados, sus descendientes, nuestros queridos abuelos, aquellos que llamamos padre y madre… todos ellos no nos deben nada en absoluto, en cambio, nosotros les debemos absolutamente todo.
Esta fecha les pertenece.