Bajo la lógica de los grupos de tercera posición y sus derivados es valido utilizar cualquier medio para derrocar un gobierno marxista, filo marxista o cualquier otro que levante, abiertamente, una bandera que ellos ven como enemiga, incluso si esto requiere de la destrucción de las calles para armar barricadas o proveerse de artesanales armas. Pero cuando el enemigo les tiene la bota encima pero sigue flameando el pabellón «nacional», todos condenan los incidentes y tildan de vándalos y delincuentes a los manifestantes (sin negar que entre ellos los hay y no todos tienen verdaderas motivaciones para ver arder las calles) que se oponen al actual estado de las cosas, al mismo estado actual que sus críticos se oponen, por más que su razonamiento sea básico.
Es que pareciese ser que el amor por la bandera, las instituciones y los uniformes resulta ser más potente que su rechazo al mundo moderno y el sistema actual que tanto critican. Pareciese ser que la mala comprensión de la tradición y las comodidades del sistema les han pasado la cuenta.
Se justifican en que la mayoría de los manifestantes tiene cero idea de lo que hacen y del por qué lo hacen (se nota que el sillón es más cómodo que las calles), esperando, prácticamente, que cada uno de los protestantes sea capaz de darles una cátedra de sus motivaciones, como si los soldados y soldados políticos supiesen todas las aristas de sus guerras y luchas. Parecen no recordar que muchos de los mismos muertos en su tan recordada Masacre del Seguro Obrero no sabían a qué iban y que el himno que entonaban con tanta pasión era la copia instrumental de cantado por el NSDAP, o que en muchos casos, cuando son consultados por sus motivaciones de lucha, solo responden que combaten «por Chile», sin poder responder qué es Chile para ellos… Claro, es que su lucha es un sentimiento y una pasión sin parangón por la patria, la que no es posible » que claro la expliquen las lenguas humanas» (como diría Estirpe Imperial).
Claro, como están acostumbrados que les cuide la retaguardia las fuerzas armadas o policiales, generalmente nunca han debido ensuciarse las manos y sólo han llegado a gozar de los beneficios de la victoria, cuando las ciudades ya están limpias, los cuerpos fueron retirados, y todo lo que queda ahora son desfiles de gloria y honor.
¿Acaso pensarán que en la guerra civil española nada fue destruido, acaso pensarán que los enfrentamientos entre SA y tropas marxistas se realizaban en un campo donde nada era destruido, que las Werwolf no utilizaron hasta el último recurso o que las TNA (Tropas Nacistas de Asalto- sí, las del Nacismo, ese con C) no lanzaban ni un solo adoquín de las calles cuando el conflicto se desataba?
Incluso muchos de ellos, esos que ahora critican, olvidan cuando tomaron piedras y lo que pillaron a su paso para atacar a los «marxistasleninistasmasonesjudíos» durante el documental del antinacionalista (en el sentido que se le quiera dar a la palabra «nacional») Pinochet, donde, de seguro, más de alguna señalética o vehículo resultó dañado, pero como fueron ellos, todo está bien…
Pero claro, en su mundo de Bilz & Pap, todo lo realizado por aquellos que ellos no ven como cercanos a su pensamiento es reprochable, condenable y con mano judía de por medio.
Es que, al final de cuentas, no pasan de ser fachos de mierda, la representación que tiene el Fascismo para la izquierda, guardianes del culo del capital y reaccionarios por excelencia.