Israel/Estado islámico: una alianza no tan “contra natura”

Israel/Estado islámico: una alianza no tan “contra natura”

Publicado originalmente en Minuto Digital.

Unos datos a modo de introducción:

El Estado Islámico fue creado en 2006 como una emanación de la red Al-Qaeda, de la cual se ha ido progresivamente separando. Salta a la primera plana con el conflicto sirio combatiendo junto o por separado con otras organizaciones y grupos yihadistas contra el régimen de Bashar Al-Assad. EL grupo se llama primero Estado Islámico de Irak (EII), después pasa a llamarse Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL) o Estado Islámico en Irak y Al-Sham (EIIS). La organización también es designada por el acrónimo inglés ISIS, o por el acrónimo árabe Daesh.

La fecha decisiva en la historia de esta formación es el 29 de junio de 2014 cuando se anuncia la creación, o mejor dicho, el restablecimiento del Califato en los territorios bajo su control en el este de Siria y el oeste de Irak. Abou Bakr al-Baghdadi se proclama califa, sucesor de Mahoma. La organización toma a partir de ese momento en sus comunicados el nombre de Estado Islámico (EI).

Numerosos analistas están de acuerdo en señalar que el anuncio de la proclamación del Califato forma parte de una vasta operación militar y de inteligencia minuciosamente planificada y apoyada secretamente por los EEUU, la OTAN e Israel. El Estado Islámico (EI), en su origen ligado a Al-Qaeda, ha sido creado por los servicios de inteligencia estadounidenses, el M16 británico, el Mossad israelí, con la colaboración del Inter-Services (ISI) pakistaní y el General Intelligence Presidency (GIP) saudí.

El proyecto de califato del EI es parte de un programa de larga data de la política extranjera de los EEUU y de Israel, que tiene como finalidad la división de Siria e Irak en territorios étnicos y confesionales. Eso dentro del marco de una amplia operación de destrucción de Estados actuales y creación de otras nuevas entidades nacionales sobre las ruinas de las anteriores.

Mapa del rediseño de esa parte del mundo:

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El relato que nos hacen los grandes medios de la guerra de Siria, y ahora otra vez Irak, enfrentados ambos países a la agresión del Estado Islámico, responde a la versión dictada por “la voz de su amo”, muy alejada del auténtico desarrollo de las cosas sobre el terreno. La rebelión “democrática”, en todo caso “justificada”, de los insurgentes es una fábula que sólo puede engañar a los incautos y satisfacer a los convencidos de que los EEUU y sus acólitos son los paladines de la libertad, los campeones de los oprimidos y los abogados de los derechos humanos.

No es que las cosas no sean tan sencillas como quisiéramos que fueran para poder entenderlas a la primera, sino es que estamos de lleno en el engaño integral y la falsificación sistemática acerca de los actores en escena y los valores invocados.

La rebelión contra el gobierno sirio responde a un plan elaborado y puesto en marcha desde el exterior. No es ningún misterio a estas alturas la identidad de los que han creado desde sus inicios y alimentan a diario esa oposición armada a un gobierno que tiene el defecto de no inclinarse al Imperio. Pues eso es todo lo que se le reprocha a la Siria de Bashar Al-Assad: no someterse a las imposiciones de los amos del mundo. Otro tanto le pasó a Gadafi, poco tiempo antes. Si fuera la falta de democracia y la vulneración de los derechos humanos la razón para la desestabilización de un país por la mayor potencia mundial, ¿por qué no arremeten los paladines del Bien contra China por ejemplo?

El conjunto de las distintas siglas de la sublevación en Siria ha recibido apoyo del bloque occidental liderado por los EEUU en algún momento. El último invento, y el más efectivo hasta ahora, la organización llamada Estado Islámico, ha conseguido un éxito mayor a la totalidad de los demás grupos en armas, “democráticos” o yihadistas de variado pelaje.

No vamos a descubrir nada nuevo si decimos que ese Estado Islámico ha sido gestado en lugares muy alejados de los pedregales medio-orientales en que lleva a cabo sus crímenes, digamos en salones climatizados con mesas de caoba y por gentes muy trajeadas, en versión civil y militar. Las razones de ese invento por los mismos que declaran abominar de las acciones y la finalidad de los bárbaros mercenarios contratados por esa empresa es hacerse con el instrumento adecuado para sembrar el caos y la destrucción necesarios para llevar a cabo el plan que motiva toda esta operación. Toda empresa necesita de una mano de obra, lo más barata posible y cuanto más motivada mejor, para alcanzar sus objetivos de la manera más rentable y eficaz.

Los EEUU utilizan en Siria e Irak a los yihadistas como utilizan en Ucrania a los neonazis: todos le sirven, siempre que estén dispuestos a hacer el trabajo sucio y jugarse la piel por los superiores interés del Imperio. Utilizarían a los marcianos si éstosllegaran al planeta Tierra y fueran convencidos por el Pentágono de la bondad del “American way of life”, así sea a cañonazos.

Últimamente nos quieren hacer creer que están luchando contra el EI, su propia criatura, para tranquilizar una opinión pública que empieza a hacerse algunas preguntas. Pero la guerra llevada a cabo por los EEUU y sus aliados contra el grupo Estado Islámico es una gran mentira. El Estado Islámico (EI) es una creación de los servicios de inteligencia estadounidenses y de algunos comparsas más. El programa de “lucha contra el terrorismo” de Washington en Siria e Irak consiste en realidad… ¡en apoyar a los terroristas! Los testimonios y las pruebas acerca de la colaboración, el apoyo y el suministro de armas y materialpor parte los EEUU y sus aliados a la organización terrorista que dicen combatir, no dejan ya lugar a dudas.

Que el EI está protegido por los EEUU y sus aliados, eso es una evidencia, un secreto de polichinela. Si estos hubieran querido eliminar las brigadas del EI, hubieran podido bombardear intensamente sus convoyes en pleno desierto entre Siria e Irak, un territorio abierto y muy fácil de controlar con los medios técnicos y la aviación de última generación de que disponen. Los bombardeos de los EEUU y sus aliados no apuntan realmente al EI, sino más bien las infraestructuras económicas de Siria e Irak, entre ellas fábricas y refinerías de petróleo.

Centrémonos en un aspecto de este complejo tablero en que se juega posiblemente el futuro de gran parte, si no de todo el planeta, para las próximas décadas, o tal vez más.

Aunque son los EEUU los que ocupan la primera línea de la escena, detrás de él se encuentran otros actores no menos importantes. El principal aliado es sin lugar a dudas es Israel. ¿Cuál es el papel de Israel en todo este asunto? La cuestión es muy amplia como para pretender abarcarla en una breve reflexión.

Pero podemos señalar lo básico. El Estado Hebreo tiene intereses perfectamente enunciados y objetivos claramente designados. Para hacer breve: quiere redibujar la zona a la medida de sus planes de dominio regional. Es decir, destruir primero para fraccionar después, los distintos Estado árabes y musulmanes de la región en una multitud de pequeñas entidades étnicas y religiosas fáciles de controlar y que no supongan un peligro militar o una competencia económica para la supervivencia o el simple bienestar del Estado de Israel, que tiene desde sus orígenes por vocación el dominar en exclusiva todo el Oriente Próximo, y algo mas allá.

En ese plan se inscribe toda la obra de destrucción emprendida desde hace décadas de una forma u otra de aquellos Estados hostiles o amenazantes hacia el Estado hebreo. Siria se encuentra en un lugar de privilegio en esa categoría de países cuya unidad y cohesión (así sea bajo la mano de hierro de un dictador o de un gobernante autoritario) constituye una amenaza bajo la cual Israel no está dispuesto a vivir. Irak y el Líbano, para no hacer exhaustiva la lista, también entran en ese esquema.

El EI ha sido creado, como ya se ha dicho, por los servicios secretos de varias potencias occidentales, e Israel no es un comparsa menor en esta aventura. El Estado Islámico resulta una herramienta perfecta para los planes sionistas de dominación regional. El ejército de fanáticos musulmanes sunitas del EI está llevando a cabo contra otros musulmanes y árabes (y otros grupos religiosos no musulmanes y étnicos no árabes) una guerra al servicio de quienes los arman y apoyan: los EEUU e Israel sobre todo.

Los combatientes del EI son un ejército de mercenarios al servicio de los EEUU e Israel, son la infantería de la alianza militar occidental. Su misión es arrasar y destruir Siria e Irak, en nombre de los intereses de los EEUU y de Israel. La acusación es cómoda de formular y la prueba fácil de aportar: el armamento y la logística son suministradas por esos países y entran desde territorios de la organización militar (OTAN) que lideran los EEUU (Turquía) y desde los Altos del Golán ocupados por Israel, una frontera “amiga” para los grupos terroristas que combaten al régimen de Bashar Al-Assad, entre ellos el “favorito” de los padres de la criatura: el Estado Islámico.

Ya desde los inicios del conflicto sirio, Israel apoyó a las brigadas del EI y del Frente Al-Nusra (grupo yihadista afiliado a Al-Qaeda) desde la meseta del Golán. Hace unos meses, la prensa israelí informó de la visita del primer ministro Benjamin Netanyahu a un hospital militar israelí en los Altos del Golán anexionados por Israel, donde se dejó fotografiar con varios insurgentes de la guerra de Siria que recibían atención médica del ejército israelí. Los mismos mandos de Tsahal reconocen tácitamente que “elementos de la yihad mundial reciben apoyo de Israel”.

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Si no tuviésemos la confesión de los propios interesados, un solo detalle nos estaría indicando qué relación guardan los yihadistas con el Estado de Israel: en lo que va de guerra en Siria y ahora tambien en Irak por la ofensiva de los distintos grupos yihadistas, entre ellos el mayor de todos, el EI, se contabilizan unos 350.000 muertos, (200.000 en Siria y 150.000 en Irak). Pongamos (es sólo una suposición) que la mitad de todas estas muertes corresponde a la acción de los yihadistas y otros insurgentes. La pregunta es: ¿Cuántos israelies han muerto por los disparos de todos esos grupos islamistas? La respuestra es: ninguno. La evidencia es que estos fanáticos musulmanes matan a otros musulmanes (y a otros no musulmanes), pero no pegan un tiro en dirección de Israel. Y sin embargo, con el inmenso arsenal de que disponen bien podrían intentar algo contra el enemigo “natural” de los árabes y musulmanes de la región. La explicación de esa “anormalidad” salta a la vista. ¿Cómo van a atacar a quienes los apoyan, arman y les brindan asistencia? En el preciso instante en que el EI o algún otro grupo insurgente sirio disparara un sólo tiro en dirección de Israel, éste grupo podría darse por acabado, o reducido a su más mínima expresión debido al corte radical de toda fuente de finaciación y apoyo logístico de parte de sus poderosos padrinos. Israel controla a sus mercenarios y no permitirá que nadie se salga del guión establecido. El perro obedece a su amo que le da de comer, a condición de no morderle la mano, claro.

0000Los yihadistas sunnitas del Estado Islámico son para Israel una mano de obra barata, abundante y dócil. Realmente no hay ningún misterio en lo que está ocurriendo en esa maltrecha región del planeta. A donde ponen el ojo y la mano ese conglomerado atlántico/sionista especializado en sembrar el caos, destruir naciones, y aniquilar pueblos, la desgracia está asegurada, el derramamiento de sangre es inevitable.

Cada vez que veamos la enésima barbarie a manos de los barbudos del Estado Islámico, debemos tener en mente a quienes arman la mano del verdugo, a quienes les han dado el cuchillo al degollador. Ellos son tan culpables como los ejecutantes de tanta barbarie. Pero sobre todo son más peligrosos, por la suma de poder que detienen y los medios materiales que acumulan para llevar a cabo sus objetivos de dominación y control total sobre las sociedades llamadas libres.

El Imperio ha impuesto un consenso diabólico con el apoyo de sus aliados. Los medios occidentales han adoptado el consenso: describen el Estado Islámico como una entidad independiente, un enemigo exterior que amenaza el mundo occidental, pero éste es sólo un instrumento del imperialismo norteamericano y del sionismo internacional. Estos son los verdaderos enemigos. Los demás son sólo peones intercambiables y desechables.

 

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