En Sudamérica, la tercera posición respondió a un momento, en el que el estado nación se debatía entre la soberanía y la dependencia total del poder global.
Cada movimiento fue distinto y en Sudamérica al menos, el tema de la identidad supo quedar bastante dudoso, aunque en general la conducción de esos intentos políticos estuvo en manos de gente criolla en algunos casos: Perón-Vargas-Ibañez. En otros casos no tanto, como es lógico que ocurriera en Perú y en Bolivia por ejemplo.
No me parece atinado entrar a hablar de los procesos políticos de Tercera Posición en Europa, en los cuales posiblemente la identidad estuviera más clara, aunque sus componentes internos fueran muchas veces contradictorios.
En los lugares donde podríamos decir que las conducciones criollas trataron de hacer pie, o sea Argentina-Brasil-Chile, eso no fue posible a nivel de una unión continental, y poco a poco el poder criollo que nunca pudo sostenerse mucho tiempo se fue diluyendo, para luego diluirse también la propia identidad y quedar los estados definitivamente a la deriva, hasta ser fagocitados en sus componentes positivos por el poder mundial y el sentido del mundo.
Por eso hoy en día, no puede volverse a una situación del todo inexistente e imposible. Por eso hoy es importante replantearse el tema y ante todo proteger transversalmente nuestra identidad, sea en el sitio que sea del continente y además hacerlo en forma expresa, no como antes sólo implícita.
Nací y crecí en la Tercera Posición, pero sería estúpido no ver ni considerar los cambios radicales del contexto político, social y cultural. Cuando lo esencial está en juego, hay que saber enfocarse a su defensa, adaptándose y adaptando la forma y el pensamiento de un modo inteligente y constructivo a los tiempos que vivimos.