El sistema lo manipula todo. El pensamiento dialéctico enfrenta dos opciones inventadas siempre por el mismo inventor. Un titiritero genial. Dos fuerzas se anulan y se destruyen entre sí y las dos son portadoras de ideologías del sistema: izquierda – derecha, machistas – feministas, originarios – no originarios, separatistas – antiseparatistas, católicos – anticatólicos, razas contra razas, clases contra clases, omnívoros contra vegetarianos, cualquier cosa contra cualquier cosa. Inventos y más inventos. Religiones contra religiones, todos contra todos.
No existe análisis racional ni sentido común de lo que pasa. En Europa por ejemplo, los inmigrantes sustituyen población pero no como identidades, ya que las masas amorfas que van sobre Europa han perdido en general toda identidad. Si fueran identidades, quizá sería distinto. No tomo aquí el Islam como identidad, porque que según creo, las religiones universales son contrarias a identidades étnico culturales, y hacen caso omiso de ellas.
El tema es que es mejor acercarse a otras identidades, que hablar con aquellos que no tienen identidad. Hay dos cuestiones para eso: la primera es mantener la propia identidad, y la segunda es que cada identidad con la que dialogamos, no esté cooptada por el interés mundialista, o sea que mantenga una posición en interés propio, no inducido ni manejado.
Me sería más fácil hablar con un jíbaro, que con un hombre de la masa inmigratoria impulsada por el sistema. Si un aymara es serio en sus intereses, podemos acordar muchas cosas. Lo mismo para un guaraní o para un araucano o lo que fuere. Pero si te haces llamar Mapuche y tienes tu sede en Londres, dejaré que hables con los niños blancos de las universidades, que están entrenados para amar a los agentes internacionales, antes que para distinguir un aborigen real y de buena fe.
No hay masa crítica poblacional suficiente en América del Sur. Las identidades reales podrían convivir, ya que sus enfrentamientos favorecerán a los de afuera. Los criollos obviamente no somos de afuera y eso lo sabe cualquier indio inteligente y bien nacido. Pero los gringos usan a los indios para joder a los criollos y viceversa.
Hay un enemigo común, hay un territorio más que suficiente, está todo por hacer ¿Para qué enfrentarse? Y si no nos enfrentamos te meten eso de mestizarse a la fuerza. Pero hay indios que no quieren mestizarse y son más conservadores en eso que los blancos. Hay culturas indígenas más tradicionales que la medianía de los eurodescendientes. Ellos son racistas digamos, y se les permite serlo gracias a los dioses (gracias a los suyos y a los nuestros) pero al hombre blanco no se le permite, porque es él quien debe llevar el mensaje de masificación universal desde las universidades hasta los pueblos tradicionales.
Las comunidades andinas, poco tienen que ver o aprender del marxismo. Como comunitario blanco criollo, tengo mucho que hablar con las comunidades andinas, y seguramente muchas cosas que aprender. Eso no me quita identidad sino al contrario, es parte de lo natural. Lo antinatural es el sentido del mundo, la dominación global del hombre que es fruto de la ingeniería poblacional. Seamos creativos, no dogmáticos. Todo está por repensarse, es el único modo de hacerlo. Repensemos entonces. Los enemigos son de todos colores, los amigos también. Los enemigos son de nuestro mismo color muchas veces. El tema es que cada uno elige el bando donde luchar, pero en el nuestro hay identidades, comunidades orgánicas étnico culturales, en el otro bando hay un hombre único, fundido en la nada global, cuyo color de piel y cultura es algo siempre a denigrar y a arrojar al pozo de la ideología universalista, multicultural, profundamente antinatural e inhumana. La lucha no es contra otro identitario consciente, aunque no tenga nuestra misma identidad, sino contra los zombies, contra los mutantes de la nueva era, aquellos que apoyan a los negros y a los indios, mientras no descubran en ellos el orden natural tradicional. Y odian a los blancos, mientras el sistema les siga pagando sus servicios para eso.
Este continente es una confluencia de identidades desde el principio. Desde cuando miles de indios se aliaron a Cortés contra los aztecas, porque los odiaban y se los querían sacar de encima. Esto por dar solo un ejemplo. Mal hicieron los españoles en quitarles su religión, su raza y su cultura. Debemos devolver identidades para dejar de ser un continente de resentidos y pasar a ser una confluencia de identidades. Hay un camino a desandar, y es el del mestizaje indiscriminado. Y hay un camino a trazar, que es el del entendimiento de identidades, en un continente común y con un enemigo en común.
Es que cuando todo este amasijo de carne y tecnología finalmente caiga por su propio peso, solamente sobrevivirán quienes se hayan mantenido en la cohesión de lo tradicional, según las leyes naturales de la supervivencia en una esencia particular, en la propia identidad, en la creación del hombre como diversidad.