Für Elise

Für Elise

Por eso hermanos, todos los que están escuchando, un saludo especial a los lamien mapuche del Wallmapu. Este es un sueño de nuestros antepasados, este sueño se hace realidad (…) Es vergonzoso cómo el colonialismo ha atentado y ha atacado el futuro de las naciones originarias.

04.07.2021
Elisa Loncón, Presidente de Convención Constitucional

 

Elisa Loncón Antileo, como fiel representante de este espíritu del tiempo, es expresión de un paradójico “Occidente antioccidental”: profesora de inglés egresada de la Universidad de La Frontera, con cursos de postítulo en el Instituto de Estudios Sociales de la Haya (Países Bajos) y en la Universidad de Regina (Canadá), magíster en lingüística de la Universidad Autónoma Metropolitana, Iztapalapa UAM-I (México), además de doctorados en Humanidades de la Universidad de Leiden (Países Bajos) y en Literatura por la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Los antepasados de Loncón corresponden a quienes mantuvieron a raya al Tawantinsuyu incásico, integrado por pueblos racial y culturalmente semejantes al conglomerado considerado genéricamente como “mapuche”. Si existiendo tal afinidad entre ambos pueblos se desplegó resistencia incluso militar (Véase “Batalla del Maule”, circa 1485), difícilmente el “sueño de nuestros antepasados” enunciado por Loncón sería ingresar voluntariamente en una estructura institucional invasora, y menos aún, europea. Elisa Loncón demuestra su fracaso anticolonialista (y adhesión eurocolonialista) cuando elige participar en 1) una convención constitucional, 2) al interior de un Estado, 3) que además es República, 4) tras décadas de formación universitaria occidental. Desde la perspectiva de sus antepasados, su actitud sería sin lugar a dudas calificada como «Yanacona». Desde el psicoanálisis, esta relación de amor y odio con el conquistador y su obra ofrece una figura fácilmente “edipizable”.

No obstante, también es sabido que entre esos mismos antepasados se encuentra Lautaro, líder militar mapuche que bajo cautiverio español, asimila aportes culturales que serán clave para el desempeño de sus siguientes ofensivas. Esta asimilación por motivos prácticos, por “muy buenas” razones ante lo urgente de una Conquista, alimentó el sentido común de Chile hasta la fecha, específicamente en torno a que la hibridación del propio pueblo no es algo tan terrible, y que incluso puede llegar a ser beneficiosa. La desaparición que ha experimentado el pueblo mapuche no ocurrió por un evento de eliminación física armada (como relata la Izquierda), sino por un proceso de reemplazo biológico y cultural vía mestizaje. No es que Lautaro sea responsable de la hibridación entre europeos e indígenas, él fue solo un ejemplo de otra de las “muy buenas” razones que se suelen ofrecer a favor de ésta, de carácter práctico, urgente, normalmente de muy buenas intenciones, y que son justificación (incluso inconsciente) para respaldar la “inevitable” convivencia y mixtura de pueblos diversos, convivencia cuyo desenlace es siempre la disolución. Occidente mismo es un fenómeno híbrido e hibridante, del cual Europa solo fue solo su paciente cero y principal difusor.

El auge del Capitalismo en Occidente, y con ello su tardío, pero efectivo disfrute por el otrora hastiado proletariado, significó que este último dejase vacante su antiguo rol como agente de subversión. Por esa razón, el sector ideológico más comprometido con la subversión se propuso “despertar”, e identificar lo antes posible a nuevos candidatos para cubrir ese vacío. No es que Occidente se esté volviendo “más indígena” por algún razonamiento consciente de justicia. Es solo que una parte de Occidente (las Izquierdas) le informa al mundo indígena que “justo ahora” se habilitó un cupo para una función políticamente rentable, en un cargo que a sus antiguos empleados ya no les interesa. La única condición, es que el candidato tendrá que aceptar que Occidente (a través de la Izquierda) le explique qué significa ser indígena, cuáles son sus relaciones con los demás pueblos, además de reescribir la propia historia en todo lo que no encaje con el molde “del empleador”.

Y aunque esto parezca un «colonialismo vergonzoso» como calificaría la propia Loncón, recibir protagonismo rápido a cambio de convidar un poco de dolor histórico, para muchos es una oferta difícil de rechazar.

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