El pasado 16 de mayo, las calles se volvieron a llenar de colores, arcoíris, banderas multicolores y, con ello, las carteras, tacones, vestidos y pelucas, también fueron relucidos por la “comunidad” homosexual de Chile.
Pero como no todo puede ser color rosa –aunque en esta ocasión, sí pudo haberlo sido–, dicho acontecimiento y, como es costumbre de los personajes que lideran estas agrupaciones, no estuvo exento de polémica. Pues, es lo que venden y lo que les da público que “apoya” su causa. Sin embargo, esta vez el centro de la polémica no fue que llegara el Pastor Soto a gritarles, ni tampoco se trató de una turba de neonazis queriendo acabar con sus vidas, sino que fue un problema surgido entre dirigentes de dos agrupaciones homosexuales el que desató la casa de putas. Y es que, al parecer, ya no les basta buscar gente heterosexual con quien tener problemas, sino que ahora se agarran a carterazos entre ellos.
Lo cierto es que, habiendo salido a las calles exigiendo respeto y tolerancia, ni siquiera entre los suyos se toleran y respetan. Al parecer, los valores que tanto exigen de toda una sociedad tampoco son aplicados por estos sujetos. Peor aún, ciertos personajes de ese mundillo no sólo tuvieron un problema de “falta de respeto”, sino que acusan agresiones de parte de uno, produciendo un espectáculo imperdible para quienes gustan del morbo.
Si bien no celebro que estas personas salgan a protestar, pero tampoco me molesta (porque, en verdad, me dan igual), espero que más temprano que tarde sigan habiendo este tipo de eventos y que los conflictos entre ellos sean más y más fuertes, para que de una vez por todas se terminen agarrando de las mechas entre ellos y dejen de apuntar y perseguir, sin razón, a quienes no están de acuerdo con su estilo de vida.
Al parecer, esta teleserie, protagonizada por los paladines de la tolerancia, recién comienza.