Las sociedades se destruyen de diversos modos: al menos las sociedades blancas. En Europa se invaden los territorios y se sustituye la población. En Argentina, que fuera otrora la Europa de Ultramar en Sudamérica, el principal vehículo de destrucción es la injusticia social. En ambos casos sobre una base de abulia cuando no de desprecio de sí mismos.
La entrega del patrimonio colectivo se produce tanto en lo material como en lo cultural. En años de escribir sobre estos temas, no he encontrado a nadie dispuesto a actuar. Y no hablo de acción violenta, ni siquiera de alguna acción en particular: hablo de algún tipo de compromiso, de un cambio de actitud.
hay gente de la nuestra que está mal. A nadie le importa. Ni en América donde el problema es más bien económico social, ni en Europa donde los problemas más graves son de otro tipo y todos miran para otro lado porque aunque les parezca que no, todavía están bien.
En el ámbito americano a nadie le importa más que lo social económico masificado y amorfo. En el ámbito europeo a nadie le importa la sustitución porque nada quieren dejar detrás de ellos. Son destrucciones paralelas de lo mismo.
Es agotador buscar un punto de refugio constructivo, cuando pareciera que definitivamente este no existe. A nadie parece importarle, y no sé si es inteligente repetir lo mismo una y otra vez.