Desde hace milenios, los blancos nos venimos masacrando con una dedicación digna de mejor suerte. Griegos, persas, partos, escitas, romanos, celtas, germanos, eslavos, que luego constituyeron países que siguieron más o menos en lo mismo.
Las grandes migraciones hacia América del Norte y del Sur. Y a Australia y a Sudáfrica. El poderoso país del Norte que se supone nos domina, no hubiera sido posible sin eso.
Una gran aventura de diáspora y destrucción continuas, que va llegando acaso a su fin. Cada uno en su sitio tratando de mirarse el ombligo debajo de una obesidad burguesa. Algunos por haber sido mucho tiempo el centro del mundo, como los europeos; otros por haber construido un poderoso país, como los norteamericanos. Lo cierto es que aún los supuestos defensores de la supervivencia blanca, no ven mucho más allá de sí mismos, de su grupo demasiado reducido ya para sobrevivir por sí mismo.
Casi todos anclados en un momento o un período de gloria lejano, y -por qué no decirlo- llorando siempre sobre derrotas pasadas. Casi ninguno mirándose en el espejo de una decadencia y una furia destructivas que no vienen de hace poco, sino desde mucho más atrás.
Posiblemente unos pocos visionarios hayan percibido esa decadencia, cuando aún podía decirse que el hombre blanco estaba de pie o se creía en expansión, pese a que en realidad ya había entregado su identidad espiritual y agotaba su fuerza en una serie de masacres intra raciales la mayoría de las veces sin sentido.
Una parte sustancial de la decadencia, es insistir en las estructuras que nos fueron llevando a la actual situación, tanto en lo espiritual como en lo político. Adoro a los confederados, pero no sé si los virginianos se interesan en los blancos del Sur o en los demás que están esparcidos por el mundo. Adoro Italia, pero presiento que los italianos nos ven como una especie de prolongación de la península, algo que ya no somos, aunque algunos tengamos apellidos de ese origen. Los españoles suelen no entendernos, desde Lope de Aguirre para acá.
Por eso creo, que mientras los demás hermanos de raza descubren o no lo que en realidad somos, debemos fortalecernos hacia adentro, aunque nosotros los criollos, por nuestro origen múltiple europeo y la gran distancia que hace ver las cosas más claras, sabemos muy bien que sin saltar las barreras de la egocéntrica pequeñez en que cada grupo se encuentra encerrado, nunca lograremos reunir la masa crítica de poder suficiente, como para revertir la gravísima situación de los blancos a nivel global.