Según distintos medios de comunicación, entre ellos periódico digital ABC.es, el pasado 9 de abril, la Rada Suprema prohibió la propaganda de los regímenes soviético y nazi, la negación pública del carácter criminal de esos sistemas y el empleo de sus símbolos.
Dicha normativa de fecha 9de Abril del 2015, fue ratificada por el Presidente Petro Poroshenko con fecha 15 de Mayo del 2015, quedando firme la decisión de prohibir las actividades políticas del partido comunista ucraniano y de otros dos de similar ideología que tienen sede en el país eslavo, dejando así a un sector de la población condenada al silencio y al miedo debido a las condenas que puede llegar a implicar la transgresión de dicha normativa adoptada por el legislativo como representante del Estado ucraniano. Ratifica la anterior información el Ministro de Justicia ucraniano, Pável Petrenko, quien señala que dicha prohibición afecta específicamente al Partido Comunista de Ucrania, al Partido Comunista Renovado y al Partido Comunista de los Trabajadores y Campesinos de Ucrania.
Dentro de la medida se contempla, además de prohibir la participación en la vida política de dicho sector, el retiro de todos los monumentos alusivos al régimen soviético y a sus respectivas figuras y símbolos, así como el rebautizo de las localidades, calles y entidades en cuyo nombre se contemplen referencias a la ya extinta Unión Soviéticas o a la doctrina Marxista.
¿Es acaso esta una noticia para alegrarse?
Para muchos termocéfalos puede ser que sí. Puede llegar a resultar una verdadera victoria contra el pérfido enemigo marxista que acecha de entre las sombras esperando el momento de atacar (sic). Pero para todos aquellos que se sienten orgullosos de utilizar su cerebro para pensar, difícilmente se pueden alegrar con la prohibición de una manera de pensar, toda vez que si se prohíbe una… ¿por qué no se podría prohibir el resto? ¿Qué limitación existiría para que los poderosos nos digan en qué creer y en que no creer (cosa que ya hacen) bajo amenaza de las penas del infierno en caso de contravenir la normativa legal vigente?.
Es fácil para muchos despotricar contra el Sistema cuando éste instala iniciativas pertinentes a prohibir las ideologías que antaño se manifestaron como propias del nacionalismo europeo o que hoy en día derivan de ellas como alternativa ante la realidad imperante. Muchos se tomaban la cabeza y no lograban comprender cómo es posible que en un mundo donde se habla de tolerancia y libre expresión se permitiese el encarcelamiento de diferentes miembros del partido heleno Amanecer Dorado o cómo bajo el pretexto de organización terrorista se haya desarticulado, en el pasado, a Acción Radical o, en el presente, a Blood & Honour en España, pero así mismo se toman la cabeza de júbilo al ver ilegalizado a los movimientos marxistas como acontece ahora en Ucrania… ¡quién mierda los entiende!
Muy ingenuos son si creen que el Sistema prohíbe al marxismo porque es anti marxista. Si el Sistema prohíbe al marxismo –como hace con el naciolsocialismo- es simplemente porque el Sistema es anti todo aquello que pueda implicar una piedra en su zapato (como lo es la idea de una especie orgullosa de las diferentes razas que la componen).
Luego todos nos lamentamos por los presos políticos de nuestro lado que han perdido su libertad, sin entender la mayoría que los del otro sector están en la misma situación nuestra, toda vez que su único delito, en muchos casos, como ocurre frecuentemente en el ámbito musical, ha sido simplemente enfrentarse con un discurso distinto a un Sistema que nos prefiere como clones y no como seres pensantes.
Cuando el Sistema decide prohibir una forma política de pensamiento, al final de cuenta nos está negando a todos pensar, no solo a aquellos que adhieren a dicha corriente ya que está instaurando en nuestras cabezas barreras que no podemos explorar por su mero capricho.
Cuando detienen a Ernst Zundel o a Pedro Varela por hablar lo que el Sistema no quiere que se hable, es igual de terrible que cuando detengan a un escritor o intelectual ucraniano marxista por hablar lo que el Sistema no quiere que se hable, porque el hecho es el mismo, más allá del lado en que nosotros como individuos nos encontremos: hablar lo que según el Sistema no se debe.
Cuando estamos en el campo de las ideas, en la batalla por la conquista del corazón y del espíritu de la población, la batalla se debe dar precisamente en dicho campo, en el de las ideas, no recurrir a artilugios legales que atentan contra el libre albedrio de la gente, contra su capacidad de estimar lo que es bueno y malo, lo que quieren y lo que no.
Si se quieren aceptar este tipo de medidas prohibitivas, por lo menos seamos consecuentes y apoyemos todas las medidas, las que van en nuestra contra y las que van a nuestro favor ¿o acaso el que lo haga gente de nuestro bando transforma inmediatamente una medida en justa cuando de otra forma la consideraríamos opresiva e inadecuada?
El soldado político posee dos armas: la espada y la pluma. Cuando no es la espada la que ha tomado el control de la batalla, cuando no son los sectores armados quienes están disputando el futuro y el destino de nuestra gente, es la pluma la que debe hablar. Debe ser nuestra capacidad para llegar al fuero interno de la población aquello que nos lleve a triunfar, no la injusticia amparada en la legalidad.
Como bien dice Franz Grillparzer “Las cadenas de la esclavitud solamente atan las manos: es la mente lo que hace al hombre libre o esclavo”. No dejemos que nos conviertan gratuitamente en más esclavos de lo que ya somos.
Contra el yugo de la prohibición
Contra sus mentiras | Autor: P.V. | 28.7.2015
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