En un intento de disimular la realidad, las voces que buscan dar tintes poéticos al pasado para legitimar el futuro, en un intento por conciliar el Encuentro de Dos Mundos, decidieron denominar al 12 de Octubre como el «Día de la Raza». Probablemente, en su origen hispano, dicha denominación sí cargaba con aspectos de identificación.
Las expresiones y significados no son siempre universales, y lo que en Iberia podía entenderse como la presencia de una misma raza tanto en la península como al otro lado del mar, en América venía a tener un nuevo significado. Y es que del choque de una cultura contra varias, así como la interacción entre dos razas, podía originar cualquier cosa menos una raza, pero -desde la corrección política- se insiste constantemente en la originación de una nueva raza a partir del choque de civilizaciones. O eso, o la invasión sangrienta y genocida.
Como buen apegado a la objetividad descarnada y dura, la historia la acepto tal como es, y me cuesta hacer juicios en retrospectiva porque es inútil y porque, además, es sumamente tendencioso.
Analizaré la siguiente imagen, con la que concuerdo y no concuerdo.
Si América fue o no descubierta, depende de la mirada del observador. Probablemente, los que ya vivían en América descubrieron Europa cuando los navegantes llegaron a la orilla, de la misma forma, América sí fue descubierta por el mundo, quitando el velo que estaba más allá del horizonte. De la oscuridad del desconocimiento, a la luz del imaginario. Otros pueblos europeos estuvieron antes en América, pero ninguno de ellos mostró América al resto del mundo, por lo que no hubo un descubrimiento del velo. Sí, claro, en América existía conocimiento, y cultura, y todo eso que la Izquierda nos dice siempre, pero yo no lo he puesto en duda.
Denominar «invasión» al proceso de colonización también es una cuestión de perspectiva. Yo mismo utilizo dicha expresión cuando me veo rodeado de colonizadores negros. Al «jugar de local», obviamente le daré una connotación negativa al alóctono.
El saqueo es propio del ser humano y, siendo más exacto, del hombre. El saqueo y la destrucción, como símbolos del triunfo, son más antiguos que cualquier ideología izquierdista llorona y rasga-vestiduras que podamos conocer. ¿Alguien imagina el desastre de Curalaba sin mapuches incendiando todo y destruyendo todo lo del invasor/colonizador que encuentran a su paso? ¿Alguien puede imaginar a los griegos entrado a Troya, si no es a sangre y fuego, para luego irse dejando atrás la ciudad en llamas?
Sí, muchos conquistadores estaban ávidos de oro, aunque en esos tiempos era de lo más normal estar ávido de algo. De oro, de mujeres, de conquistar, de aplastar. Ahí (en el tiempo), es decir, aquí (en el espacio), donde la corona y el gobierno no mandaban más que en lo nominal, es donde nació el libertarismo y el europeo pudo volver a la esencia de los bosques, volver a los tiempos donde el único derecho humano era el luchar por sobrevivir. Una tierra habitada, pero ajena, impulsaba las reacciones a la defensiva y, muchas veces, a la ofensiva. Agentes externos llegando en oleadas impulsaban las reacciones a la defensiva y, muchas veces, a la ofensiva. C’est la nature qui a raison.
Sí, es cierto: en América existían civilizaciones. Habían imperios enormes, y complejos entramados sociales, sistemas jurídicos y avances tecnológicos. En América, probablemente, había muchísimo más conocimiento respecto a materias astronómicas que en Europa. Cuando los defensores de los pueblos autóctonos, así como las voces de la Izquierda, claman por una América civilizada pre-colombina, tienen razón. Pero hay algo que hay que hacer notar desde la búsqueda de la objetividad y la verdad sin adornos: en América existían civilizaciones, y con ello la violencia, el abuso, la imposición, la esclavitud, el genocidio, el imperialismo y tantos otros sustantivos que desde la Academia nos dicen que son propios de Europeos, jamás de pueblos originarios. América no era una tierra de salvajes incivilizados, sino una tierra de salvajes civilizados, no muy distinta a Europa en estadio evolutivo.
La acción europea, muchas veces destructiva, sanguinaria y cruel, fue una realidad, ¡pero qué va!, la Historia es como es, no como la Izquierda quiere que sea. Ni leyenda negra, ni leyenda blanca. Siendo más exactos, el proceso de Descubrimiento/Visibilización, Conquista/Sometimiento y Colonización/Invasión (para todos los gustos) de América se asemeja más a una leyenda gris, pues no es la inocente historia que quieren proclamar algunos, ni la sangrienta saga que quieren retratar otros.
La diversidad en América es un hecho, y nada se saca con llorar sobre la leche (sangre) derramada. Estamos aquí, vinimos para quedarnos. No negamos el pasado, y si nuestros ancestros cometieron actos no muy aprobables, lo aceptamos. No somos unos cínicos para reivindicar lo bueno sin lo malo, si, a pesar de todo, somos herederos de toda la Historia, no de las cosas que sean «lindas».
Somos más concientes de la importancia de la supervivencia de los pueblos, y por ello nos rebelamos ante las leyendas que hablan de un pasado atroz y también ante un pasado paradisíaco, pero, además, nos rebelamos contra los mitos instaurados desde las cúpulas de poder, los mismos mitos que hablan del popurrí de identidades presentes en América como si del surgimiento de una raza nueva se tratase.
Somos los hijos de la sangre europea nacidos en suelo americano. Acepten nuestra presencia o esperen nuestra resistencia.