La nota escrita por Richard Sandoval, «Amigo haitiano, colombiano, peruano: quédate con nosotros, por favor«, en Noesnalaferia causará un combo de penita en las mentes progresistas, igualitarias y humanitarias que borrarían toda diferencia si eso pudiera hacer más marrón a este mundo. Sin embargo, es triste que se recurra al sentimentalismo más que a la razón, porque es menospreciar al lector, teniendo que valerse de recursos de tipo emocionales.
El artículo presenta una falacia argumental que apela a la alergia inmediata del sector de la población que es anti-Derecha, atribuyendo iniciativas a un sector político, como si éstas fueran de su exclusividad. ¿Tienes una idea que quieres que todos odien? Entonces adjudícala a alguien que todos odien.
La Izquierda siempre atribuye las fallas o cosas que no le agradan a algún chivo expiatorio, de preferencia el Sistema Neoliberal, el Capitalismo, algún valor que considere pasado de moda, etc. En este caso, atribuye que la animadversión hacia ciertos extranjeros (siendo más específico, los de raza negra – digamos las cosas por su nombre) proviene de una instalación de un discurso de odio orquestado por la Derecha, pasando por alto dos cosas sumamente importantes:
- El odio – que, en realidad, son conductas de rechazo hacia cierto grupo humano – no se instala desde el discurso, sino que se instala desde el diario vivir, se instala desde la diferencia. En efecto, el discurso establecido dice que debemos tratar a todos como iguales, y eso explica por qué muchos han reaccionado como gato engrifado (“kjjjjjjjjj”) ante la iniciativa presentada por algunos de Chile Vamos. El odio surge del prejuicio, y el prejuicio nace por la observación de la realidad. Si veo las conductas de flaites y noto que las fotos de delincuentes siempre presentan ciertos rasgos distintivos, ¿puedo acusar al Sistema que me ha instalado un discurso de odio en la cabeza, cuando es evidente que mis razones para el rechazo provienen de la observación cotidiana? Probablemente, no todos sean así, pero por unos pocos, con el impacto de sus acciones, terminan todos dentro del mismo saco. Y para eso no se necesita ningún discurso de odio de la Derecha.
- La Derecha chilena ayudó activamente a preparar el advenimiento del modelo económico liberal lo que, junto con conceder mayores libertades al mercado, ha hecho de Chile un país ciertamente más próspero en lo económico si se lo compara con los otros países del sector (a pesar, incluso, de la baja que se ha experimentado en los últimos años a raíz del avance de las medidas implementadas por el gobierno de Michelle Bachelet). Esta prosperidad económica ha hecho que Chile sea mucho más atractivo para inmigrantes de países americanos cuyas economías se encuentran debajo de la nuestra, en comparación a la economía que el país presentaba hace 40 años. Sin ir más lejos, los modelos económicos propios de la Izquierda presentan menos posibilidades de inmigración, pues, por regla casi general, los movimientos de humanos se producen desde países socialistas a países capitalistas, nunca al revés. ¿Tiene a un vecino haitiano? Hace 40 años no lo hubiera tenido, y si lo tiene es por el bienestar económico heredado de la economía de libre mercado. Ni más ni menos.
Desconfiamos del negro porque no lo conocemos. ¿Y qué? La historia de la Humanidad es un conjunto de relatos que justamente enseña a que no hay que confiar en el que es diferente. Si no, pregúntenle a Moctezuma. Desconfiamos del que es distinto porque no entiende el mundo como nosotros. Haz el gesto de asentir con la cabeza a un albanés y él entenderá un ‘no’. ¿Qué empatía puede existir entre dos seres humanos que no comparten la cultura? Con ser un ser humano no es suficiente.
Sí, me imagino lo complicado que debe ser para un haitiano llegar a un lugar donde no entiende el idioma. Pero, ¡sorpresa! No es el primero: los ancestros de muchos de nosotros tampoco sabían una palabra de español. Aún así, en un Chile que no era muy próspero que digamos (porque a finales del siglo XIX y principios del siglo XX no era el país que es hoy), se generó trabajo, se creó un capital donde no lo había y se potenció el desarrollo, junto con contribuir a la herencia criolla que se había gestado siglos atrás.
Efectivamente, tal como menciona Sandoval, muchos arrancan de esas “islas caribeñas donde viven los ancestros, donde primaban el hambre, la violencia y las balas”. Sin embargo, y aunque duela, no es nuestra responsabilidad. Nosotros, con nuestra idiosincrasia, no fuimos los que hundimos a su país en el caos y la violencia. Fueron ellos. Y nosotros sí queremos que se vayan.
Ninguna justificación sentimentaloide y llorona podrá hacernos cambiar de opinión. Y no se molesten en acusarnos de xenófobos y chauvinistas, porque nosotros no creemos que la caridad empieza por casa, sino que creemos que la caridad empieza por familia, por el clan, por lazos de sangre. Lo demás son abstracciones para vender humo.