El tema racial junto con el tema religioso, son de los más difíciles de abordar y sobre los cuales existen más enfrentamientos, ya que las personas tienden a proyectar en ellos sus absolutos y como los absolutos son humanamente abstractos, nunca se llega aun total acuerdo.
La raza no es una pertenencia biológica únicamente, pero la sangre es el único elemento material que imprime espíritu. Las grandes razas tienen matices dentro de ellas y también tienen afinidades fuera de ellas. Las afinidades suelen traer un grado de mestizaje, que enriquece mientras agrega algunos elementos valiosos y compatibles que suman y no restan a la identidad. Pasado ese límite destruye.
La raza como algo natural, nada tiene que ver con el racismo moderno. Los antiguos se contentaban con vivir y sobrevivir, sin los análisis ideológicos modernos, tanto de inferioridad como de superioridad de la raza, cosa esta última proveniente en general de la idea de «pueblo elegido» de origen claramente semítico abrahámico o del cientificismo decimonónico. Por eso los más racistas de todos, suelen ser los racistas cristianos o los racionalistas iluministas, cuya superioridad está dada porque el color de su piel está ligado a su dios universal o a un supuesto y muy cuestionable avance científico.
La raza como algo natural no se configura «en contra de», eso es algo que demuestra precisamente la decadencia de un grupo racial. Tampoco tiene pánico del mestizaje en tanto no sea esa la regla generalizada, un poco del mismo modo pasa con la homosexualidad.
El peso de lo consciente, lo cultural y lo espiritual, completan siempre una situación. Donde los blancos son una mierda irrecuperable, como está pasando en grandes proporciones, hay que conceder que existen personas menos blancas pero mucho más valiosas que los blancos repodridos. No veo el motivo para tenerlos a menos, en especial cuando provienen de grandes razas y culturas. Distinto es perder el norte con respecto a mantener una identidad. Una cosa es sumarse a una identidad troncal, con elementos afines y compatibles, y otra muy distinta es destruir esa identidad troncal en favor de elementos ajenos y hostiles.
Estas pocas palabras no agotan el tema, es posible que ni siquiera lo definan con claridad, sólo pretenden ser una vuelta de tuerca más sobre un tema infinito y de permanente interés.