Si bien el cuadro que luce arriba es muy ilustrativo de una realidad, creo necesario hacer un par de aclaraciones.
Casarse o no casarse, ser homosexual y, en menor medida por su incidencia numérica ser transexual, no impide tener consciencia racial.
Podría hacer historia sobre el tema, pero basta con decir que antes de la «moral cristiana» dúplice e hipócrita por definición, no había ese problema. De hecho la familia es un núcleo deseable, que luego configura la tribu o el clan, pero la familia pagana era algo mucho más amplio que la familia cristiana, y las antiguas sociedades blancas, no dejaban fuera de sí a la gente por no casarse, por ser homosexual o por haber nacido fuera de un matrimonio formal.
Sí debemos asumir que nuestro problema -o al menos uno de nuestros problemas- es hoy la falta de una proyección demográfica mínima para sobrevivir. Si un homosexual protege a la gente de sur raza y la ayuda a sobrevivir, no me parece alguien nocivo en absoluto. Si una mujer decide tener hijos de distinto padre sin casarse, tampoco me parece nocivo, el hecho es protegerlos luego, y esa es una responsabilidad conjunta de los padres y también de la tribu.
El amor es algo mucho más amplio de lo que la policía moral del monoteísmo dice que es. De hecho esa moralina espantosa, ha sido también en parte responsable de nuestro retroceso poblacional. Una familia interracial, es mucho más perjudicial que una pareja homosexual racialmente consciente o que una mujer que ha tenido varios hijos y no se ha casado.
Una vez logrado el piso de crecimiento demográfico de subsistencia, quizá lo más importante sea la calidad antes que la cantidad. De hecho si los judíos no aplicaran ese sano concepto, no serían por su número más que un pequeño pueblo más entre tantos, de los más o menos desapercibidos en el ancho mundo.