Publicado originalmente como «Racial Civil Religion«, por Greg Johnson en Counter-Currents. Traducción por F. A.
Para mis propósitos, definiré religión como la práctica común de honrar lo sagrado. Por lo sagrado, no me refiero necesariamente a un dios o dioses ni a ningún ser sobrenatural, inmanente o trascendente. A lo que me refiero es al bien supremo en cualquier sistema de creencias, con lo cual todos los valores inferiores deben diferir y, en un conflicto, ser sacrificados.
Uno puede honrar debidamente el valor supremo, o uno puede ignorarlo, denigrarlo y profanarlo. La religión lo honra. Pero no es suficiente meramente honrar el bien supremo en el pensamiento. Uno debe hacerlo en la acción. Pero incluso eso aún no es religión. Honrar activamente el bien supremo de manera individual es llevar una vida recta. Honrar el bien supremo de manera colectiva, en comunidad con otros, eso es religión. Tales honores colectivos para el bien supremo son los rituales.
La religión, según esta mirada, es inherentemente comunal e inherentemente ritual. Pero no es inherentemente teísta o sobrenatural. Una comunidad podría sostenerse —sus orígenes, su existencia, y su destino— como el bien supremo y hacer de sí misma el objeto de una religión civil, de rituales comunales de auto-remembranza y autoperpetuación: rindiendo homenaje a héroes y antepasados, santificando el matrimonio y la vida familiar, sacralización la educación y la mayoría de edad, conmemorando solemnemente grandes acontecimientos históricos, demonizando a los enemigos, maldiciendo a los traidores, y así sucesivamente.
Creo que hay un bien supremo de cualquier comunidad que persiste en el tiempo. Para la religión —una jerarquía común de valores combinados con medios para honrar y perpetuarlos colectivamente — es el preservador primario de la unidad. Una comunidad con múltiples bienes supremos y religiones puede parecer congelada en el tiempo, pero diría que si dejas la película correr, verás que tal sociedad está, en realidad, en proceso de descomposición. Hay muchos valores y fuerzas que jalan de las sociedades. Una sociedad perecerá, por lo tanto, si su unidad continua no es valorada, y si ese valor no se convierte en una verdadera fuerza de cohesión honrarse colectivamente a través de una religión civil. La fuerza legal puramente externa no es suficiente si las metas no son vistas como legítimas en las mentalidades de la gente.
Lo que hace a una comunidad una necesidad no tiene nada que ver con la religión. Una comunidad puede surgir simplemente debido a aislamiento geográfico y sangre, idioma y costumbres compartidos. Pero lo que sostiene a una comunidad como tal en el tiempo tiene todo que ver con la religión. Hay, por supuesto, inclinaciones naturales y profundamente arraigadas a amar lo propio y a desconfiar de los extraños. Pero esto por sí solo no es suficiente para preservar a las distintas comunidades.
Las comunidades pueden perecer al dividirse y fusionarse con otras. A veces, las comunidades con valores comunes se separan porque caen en disputas debido a la escasez. A veces, comunidades y razas radicalmente distintas se fusionan y mezclan entre sí, debido a la avaricia y lujuria.
Para que las comunidades a permanezcan unidas, tienen que hacer de la unidad un valor superior a la familia, a las lealtades entre facciones y a la avaricia, lujuria y ambición individuales. Esas prioridades fijas son materia de religión.
Por supuesto, la unidad de una comunidad puede estar amenazada aún si aún existen valores superiores encima de ella, por ejemplo, la fraternidad universal, o la acumulación capitalista de riqueza o la redistribución comunista de la riqueza, por lo que la mejor manera de preservar una comunidad es hacer de ella el valor más preciado, es decir, erigir una religión civil.
Si una religión común preserva la unidad de una sociedad, ¿de dónde proviene el pluralismo religioso de las sociedades occidentales modernas? Hay esencialmente dos explicaciones. En primer lugar, el pluralismo podría ser ilusorio. En segundo lugar, la unidad puede ser ilusoria o transitoria. Ambos se aplican en Occidente.
El pluralismo religioso occidental es en parte ilusorio. Es un error identificar la pluralidad de sectas cristianas con genuino pluralismo religioso, pues, desde el siglo XVII que el cristianismo no ha sido la religión dominante de Occidente. En 1648, la paz de Westfalia terminó la Guerra de los Treinta Años entre protestantes y católicos. En 1660, la Restauración terminó el mandato puritano en Inglaterra. Ambos eventos en realidad reemplazaron al cristianismo como la religión dominante de Occidente con una nueva religión civil del Universalismo Liberal. En efecto, los valores de la tolerancia religiosa, la paz social y el progreso secular fueron proclamados por encima de cristianismo y, desde entonces, el Cristianismo se ha sometido —a veces con entusiasmo, a veces a regañadientes, pero sometido— a esta nueva religión civil.
En segundo lugar, la unidad occidental es en parte ilusoria, porque el Universalismo Liberal ha abierto a Europa a la subversión y la colonización por los pueblos que alaban al Universalismo Liberal, mientras practican formas tribales de particularismo (más prominente, judíos, pero también sudeste asiático y lejano oriente y otros inmigrantes del Tercer Mundo) o formas rivales e iliberales del universalismo (Islam, marxismo). La sociedad liberal universalista, debido a que no insiste en una auténtica reciprocidad de los demás, es un sistema auto-subversivo que será desmembrado por los inmigrantes extraños que se han permitido en su seno.
El nacionalismo blanco, como yo lo concibo, no es sólo una filosofía política, compitiendo con otras filosofías políticas por el poder bajo la hegemonía liberal universalista. Por el contrario, debemos tener como objetivo el desplazar al universalismo liberal y establecer una hegemonía nacionalista blanca, una nueva religión civil para Occidente que trate de la preservación y el florecimiento de nuestra raza como el bien supremo, al cual todos los valores menores deben estar subordinados. El nacionalismo blanco debe hacer del bien supremo de nuestra raza, el centro de un culto público celebrando nuestra identidad, nuestra herencia, nuestros héroes y nuestro destino fáustico.
Desde este punto de vista, los debates acerca del cristianismo contra el paganismo en los círculos nacionalistas blancos parecen fuera de lugar.
Los críticos del cristianismo tienen razón: los valores cristianos son en el mejor de los casos, indiferentes a la preservación racial y, en su raíz, hostiles a él. Más allá de eso, el cristianismo no es una alternativa al universalismo liberal, que simplemente ha secularizado los valores cristianos y las fantasías escatológicas.
Pero los críticos del cristianismo están equivocados al pensar que el cristianismo es, hoy en día, el principal enemigo. La verdadera religión de nuestro tiempo es universalismo liberal, ante el cual incluso el Papa dobla la rodilla.
Además, la mayoría de las personas que aconsejan un retorno a la cristiandad retratan en realidad sólo un período anterior, menos abiertamente decadente, en la historia del universalismo liberal occidental. Si en realidad supieran algo sobre la verdadera historia de la Cristiandad — si leyeran una historia de la Cruzada Albigense, la Guerra de los Treinta Años, o la Guerra Civil Inglesa, por ejemplo — la mayoría de ellos rechazaría con horror una verdadera restauración cristiana.
No tengo duda alguna que las religiones europeas indígenas pueden ser revivificadas mediante el estudio de los fragmentos que han llegado hasta nosotros, accediendo a rastros de tradiciones vivientes vivir y teniendo experiencias directas de lo numinoso. No tengo ninguna duda que las religiones populares europeas son más consistentes con la política de la identidad europea antes que el cristianismo, el Islam, el universalismo liberal, etc.
Pero no veo ninguna señal de que los neo-paganos deseen seriamente establecer una religión civil pagana. La mayoría de los neo-paganos parecen enteramente satisfechos con ser socialmente marginales, forajidos “tolerados” de lo que ellos imaginan que es una sociedad cristiana.
Por otra lado, cuando la política llega, los neo-paganos básicamente se dividen en dos bandoss: liberales universalistas y nacionalistas blancos. Y seamos francos: la gran mayoría son universalistas liberales y nacionalistas blancos, en primer lugar, y neo-paganos, en segundo lugar.
Para los nacionalistas blancos, la verdadera lucha religiosa de nuestro tiempo no debe ser entre cristianos y paganos. Cristianismo no gobierna, y los neo-paganos no saben lo que eso implicaría. La verdadera lucha es entre el universalismo liberal y el nacionalismo blanco.
Así que, ¿qué panorama religioso se vería bajo hegemonía nacionalista blanca?
En primer lugar, bajo hegemonía Liberal Universalista existe unidad completa basada en los valores liberales universalistas. De la misma manera, bajo el nacionalismo blanco habría unidad completa basada sobre la importancia suprema del progreso y la conservación racial blanca. La denigración o destrucción de nuestra raza estarían fuera de los parámetros de la opinión aceptable, al igual que el nacionalismo blanco está actualmente fuera de los límites de la sociedad agradable. Todas las religiones civiles raciales y hegemonías rivales serían suprimidas: liberalismo, marxismo, Islam, judaísmo, etc.
En segundo lugar, tal como bajo la hegemonía Liberal Universalista, habría completo pluralismo y la tolerancia en todas las materias sin importancia. Mientras las denominaciones cristianas no desafíen a la religión civil racial, disfrutarán de la misma condición como lo hacen hoy bajo Universalismo Liberal. Lo mismo para todas las formas del neo-paganismo, las importaciones desde el Lejano Oriente y cualquier otra religión que quieras adoptar.
Puesto que el Reino de la Cristiandad no es de este mundo, y puesto que la iglesia tiene una larga historia de acomodo flexible a cualquier César que esté en el poder, el cristianismo rápidamente se reconciliará con la religión civil racial.
Muchos de los valores del universalismo Liberal — la empresa privada, vida privada, libertad de pensamiento, de expresión y creatividad, etc. — también pueden ser conservados bajo una hegemonía nacionalista blanca en la medida en que sean coherentes con la salud y la supervivencia racial.
Bajo una hegemonía nacionalista blanca, se comprendería que la Religión Civil Racial no lograría satisfacer plenamente las necesidades espirituales de todo el mundo. Pero, tal como en la Antigüedad, todo el mundo sería libre de explorar cultos mistéricos y credos extranjeros mientras no socaven nuestra raza. Pero para mí, mi raza no es sólo mi nación, sino también mi religión.