Nueva Derecha contra Vieja Derecha

Nueva Derecha contra Vieja Derecha

Textos » Traducciones | Autor: | 26.2.2015

Publicado originalmente como «New Right vs. Old Right«, por Greg Johnson en Counter-Currents. Traducción por F. A.

¿Qué es lo “nuevo” de la Nueva Derecha Norteamericana, y cómo se relaciona con la “Vieja Derecha”?

Antes de poder responder eso, necesito clarificar lo que la Vieja Derecha y la Nueva Derecha tienen en común y lo que las diferencia de la falsa derecha de hoy, es decir, los partidos actuales de centro-derecha y todas las formas de liberalismo clásico. 

La verdadera Derecha, tanto en sus versiones Vieja y Nueva, está fundada en el rechazo a la igualdad humana como hecho y como norma.

La verdadera derecha abraza la idea de que la humanidad es y debería ser desigual, es decir, diferenciada. Los hombres son diferentes de las mujeres. Los adultos son diferentes de los niños. Los sabios son diferentes de los necios, los inteligentes de los estúpidos, los fuertes de los débiles, lo bello de lo horrendo. Estamos diferenciados por raza, historia, idioma, religión, nación, tribu y cultura. Estas diferencias importan, y debido a que importan, toda la vida se rige por jerarquías reales de hecho y de valor, no por la quimera de la igualdad.

La verdadera derecha rechaza la rama y la raíz del igualitarismo.

El derecho real tiene tres especies: la sociedad tradicional, la Vieja Derecha y la Nueva Derecha.

Toda sociedad tradicional conocida por el hombre es anti-igualitaria. Todas las formas de sociedad tradicional han sido destruidas, o están en proceso de ser destruidas — por la sociedad de masas moderna e igualitaria.

Para nuestros propósitos, la Vieja Derecha significa Fascismo, Nacionalsocialismo y otros movimientos nacionales-populares, los cuales son los intentos preeminentes para restaurar las formas sociales jerárquicas tradicionales dentro del contexto de la modernidad. El Fascismo y el Nacionalsocialismo no eran meras resistencias reaccionarias al igualitarismo moderno por partidarios de jerarquías corruptas. Representaron un impulso auténticamente revolucionario para restaurar los valores vitales, arcaicos, jerárquicos dentro del contexto de la ciencia moderna, la tecnología y la sociedad de masas.

La Nueva Derecha y la Vieja Derecha comparten el mismo objetivo: una sociedad que no es sólo jerárquica sino también orgánica, un cuerpo político, un pueblo racial y culturalmente homogéneo, un pueblo que es uno de sangre y espíritu, un pueblo que es políticamente organizado y soberano y, por lo tanto, controla su propio destino.

Nuestro ideal es una sociedad jerárquica libre de explotación y la injusticia, porque la sola justificación de la desigualdad política es el bien común del cuerpo político, no el bien entre facciones del estrato regente.

¿Cómo difiere la Nueva Derecha del Fascismo y el Nacionalsocialismo? Ésta es una cuestión vital, debido a los intensos estigmas adheridos a estos movimientos desde la Segunda Guerra Mundial. La Nueva Derecha Norteamericana, como la Nueva Derecha Europea, se basa en el rechazo de la política, totalitarismo, terrorismo, imperialismo y genocidio de los partidos Fascista y Nacionalsocialista.

La Nueva Derecha Norteamericana es un movimiento nuevo. No tenemos ningún pensador del calibre de Alain de Benoist, Guillaume Faye y muchos otros. Estamos profundamente agradecidos a las décadas de trabajo que ellos han realizado. Pero debido a Norteamérica difiere de Europa, nuestro enfoque difiere, de tres maneras importantes.

Primeramente, debido a la mezcla de las poblaciones europeas y al desglose de las identidades nacionales europeas más compactas en Norteamérica, nos vemos obligados a subrayar las raíces más profundas de la identidad común europea, incluida la identidad racial.

En segundo lugar, debido al protagonismo de la comunidad judía organizada en ingeniar la destrucción de los pueblos europeos, y debido a que Estados Unidos es la ciudadela del poder judío en el mundo hoy en día, la Nueva Derecha Norteamericana debe lidiar directamente con la cuestión judía.

Tercero, la Nueva Derecha Norteamericana cultiva un compromiso crítico mucho más franco y directo con el Fascismo y el Nacionalsocialismo. La Nueva Derecha Europea tiende a centrarse en los márgenes del entorno Nacionalsocialista y Fascista, lo que ha producido enormes dividendos intelectuales, particularmente con el estudio del movimiento Revolucionario Conservador. La Nueva Derecha Norteamericana, sin embargo, toma ventaja de nuestras protecciones de la Primera Enmienda. Pero nuestra disposición a ir a lugares peligrosos significa que necesitamos aclarar nuestra relación precisa con la Vieja Derecha. De hecho, deberíamos haberlo hecho hace mucho tiempo.

Una vez más: la Nueva Derecha Norteamericana se basa en el rechazo de la política, totalitarismo, terrorismo, imperialismo y genocidio de los partidos Fascista y Nacionalsocialista.

Creemos que la diversidad racial y cultural dentro de la misma sociedad conduce inevitablemente al odio y la violencia, y que el nacionalismo es la forma más práctica de asegurar la paz entre los pueblos.

Creemos que todos los pueblos deben tener patrias soberanas donde puedan vivir según sus propias luces, libres de la interferencia de otros pueblos.

Creemos que tal mundo puede lograrse a través de programas graduales y humanos de partición territorial y transferencia de la población.

Creemos que estos objetivos pueden cumplirse mediante el  cambio de conciencia de la gente, es decir, convencer a suficientes personas en posiciones de influencia que cada uno tiene un rol en el etnonacionalismo.

La promoción de un cambio político a través de la transformación de la conciencia y la cultura es lo que nosotros llamamos metapolítica.

La Metapolítica se refiere a lo que debe venir antes de la fundación de un nuevo orden político. La Metapolítica se desglosa en dos actividades básicas. En primer lugar, hayeducación: articulando y comunicando formas de nacionalismo blanco a la medida de los intereses y perspectivas de la gama completa de circunscripciones blancas. Esto incluye no sólo la teorización de la torre de marfil, sino también la expresión artística, comentarios tópicos culturales y políticos y toda la gama de medios mediante los cuales están comunicados. En segundo lugar, hay organización de la comunidad, lo que significa el cultivo de las comunidades reales que viven según nuestra visión en el presente y que pueden servir como las semillas de un Nuevo Orden por venir.

El proyecto metapolítico primario de la Nueva Derecha Norteamericana es desafiar y reemplazar la hegemonía de ideas anti-blancas a lo largo de nuestra cultura y sistema político. Toda la corriente cultural y política — incluyendo cada tonalidad del espectro político “respetable” — trata a la conciencia racial blanca y a la autoafirmación blanca como algo malo.

Nuestro objetivo es criticar y destruir este consenso y, en vez de eso, hacer hegemónica a la conciencia racial blanca y a la autoafirmación, así que sin importar qué partido político gane, los intereses blancos estarán asegurados. Nuestro objetivo es una sociedad blanca pluralista en la cual haya desacuerdo y debate sobre una amplia gama de temas. Pero la supervivencia blanca no estará entre ellos.

Hay analogías sistemáticas entre la Vieja Derecha y la Vieja Izquierda, y entre la Nueva Derecha y la Nueva Izquierda.

La Vieja Derecha y la Vieja Izquierda vieja tenían objetivos ampliamente divergentes, pero compartían medios comunes: partidos ideológicos políticos jerárquicos, organizados la lucha eleccionaria y armada; estados policiales con partidos únicos dirigidos por dictadores; la eliminación de la oposición a través de la censura, encarcelamiento, terror y franco asesinato, a veces a una alucinante escala industrial.

Sí, en el caso del Nacionalsocialismo clásico, los revisionistas sostienen que muchas de estas atrocidades son exageradas o son una mentira fabricada. Pero el revisionismo sobre la Segunda Guerra mundial está lejos del punto, porque el impulso imperialista, terrorista y genocida existe en Nacionalsocialismo hoy. Por ejemplo, el Nacionalsocialista tardío William Pierce desdeñó rutinariamente el Holocausto, pero estaba dispuesto a tolerar el terrorismo, imperialismo y genocidio reales en una escala que dejaría chica a cualquier cosa del siglo XX. Ese espíritu es lo que rechazamos.

Sí, hubo grados de totalitarismo. La abolición comunista de la propiedad privada exigió una invasión e interrupción de la vida privada más grandes que las del Fascismo o Nacionalsocialismo, que sólo pretendían armonizar la propiedad privada y la empresa privada con el bien común cuando estuvieran en conflicto. Afortunadamente, el totalitarismo duro — e incluso la versión más suave de totalitarismo duro — no es ni deseable ni necesaria para garantizar la existencia de nuestro pueblo, así que lo rechazamos.

Es educativo mirar cómo la Nueva izquierda ha manejado las impactantes, desgarradoras y nauseabundas atrocidades de la Vieja Izquierda. Los mejores Nuevos Izquierdistas no las niegan. No las minimizan. No pondrán sus esperanzas en un “revisionismo del Gulag” o en rehabilitar la reputación de Pol Pot. Ellos sencillamente repudian las atrocidades. Se alejan de ellas y caminan hacia sus objetivos.

Esto es exactamente lo que nos proponemos hacer. Estamos demasiado ocupados resistiendo nuestro propio genocidio para desgastarnos defendiendo los errores y excesos de la Vieja Derecha. Sencillamente no son nuestro problema. Tomando prestada una frase de Jonathan Bowden, “hemos caminado por encima.” Nuestros enemigos lo siguen arrojando en nuestro camino y nosotros seguimos caminando por encima.

La Nueva Izquierda conserva los valores y metas finales de la Vieja Izquierda. También conservaron elementos de su marco filosófico. Luego se dispusieron a difundir sus ideas a través de la cultura por medio de propaganda y subversión institucional. Y ganaron. Fuera de Cuba y Corea del Norte, el comunismo ortodoxo está muerto. El Capitalismo parece triunfante en todos lados. Y aún en el ámbito de la cultura, los valores izquierdistas son completamente hegemónicos. La Izquierda perdió la Guerra Fría, pero ganó la paz.

(Debido a que en Occidente, tanto la Vieja como la Nueva Izquierda funcionaban principalmente como un vehículo para intereses étnicos judíos, sería más preciso decir que los valores judíos son hegemónicos a lo largo de la cultura, incluso en la Derecha establecida).

La Nueva Izquierda y la Nueva Derecha tienen objetivos ampliamente divergentes, pero medios muy similares, es decir, la búsqueda de un cambio político a través de la transformación de ideas y cultura, teniendo como objetivo el establecimiento de la hegemonía intelectual y cultural.

La Nueva Derecha rechaza el totalitarismo, imperialismo, terrorismo y genocidio de la Vieja Derecha.

Pero nosotros no rechazamos su modelo político: la sociedad étnica y culturalmente homogénea, jerárquicamente organizada, orgánica. Queremos un mundo en el cual cada gente distinta tenga una patria, incluyendo los Judíos.

Tampoco rechazamos los marcos teóricos del Fascismo y el Nacionalsocialismo, que hoy son más relevantes y mejor cimentados en la ciencia e historia que nunca antes.

Tampoco rechazamos figuras tales como Hitler y Mussolini. La objetividad requiere que reconozcamos tanto sus virtudes como sus defectos. Tenemos mucho que aprender de ellos. Nunca repudiaremos a gente blanca despierta sólo para congraciarnos con la Burguesía.

He recibido algunas suaves patadas en las costillas acerca de incluir a Hitler y Mussolini entre los natalicios que conmemoramos, como si fueran cultos totalitarios de la personalidad. Pero como redactor, encuentro que los natalicios son ocasiones ideales que ocurren con regularidad para discutir sobre importantes figuras. También producen picos de tráfico en el motor de búsqueda que queremos capturar. Además, conmemoramos muchos natalicios y sería cobarde el discutir sobre gente como Ezra Pound o Knut Hamsun, pero ignorar a las personas por la cuales –al seguirlas– ellos fueron encarcelados. Así que seguiremos conmemorando sus natalicios hasta que, a la larga, todo lo hagan.

Uno de los motivos principales de la Nueva Izquierda para moverse de la política a la cultura fue la decepción con el proletariado, que fue efectivamente movilizado por el Fascismo y Nacionalsocialismo, sin mencionar los regímenes centristas de la época de la Guerra Fría.

La Nueva Izquierda creía que representaba a los intereses de los trabajadores, pero su enfoque fue completamente elitista. Centraron su atención en influir en las clases medias universitarias y profesionales, porque estas personas tienen una influencia desproporcionada sobre el resto de la sociedad, particularmente a través de la educación, los medios de comunicación y cultura popular.

Asimismo, la Nueva Derecha representa los intereses de todos los blancos, pero cuando se trata de un cambio social, tenemos que adoptar una estrategia resueltamente elitista. Tenemos que reconocer que, cultural y políticamente hablando, algunos blancos importan más que otros. La historia no es hecha por las masas. Está hecha de lasmasas. Es hecho por las elites moldeando a las masas. Por lo tanto, tenemos que dirigir nuestro mensaje al medio urbano, educado y clases profesionales y hacia arriba.

No hay escasez de grupos al estilo de la Vieja Derecha, con mensajes populistas dirigidos a la clase obrera y a las circunscripciones rurales. Pero necesitamos ir más allá de ellos si es que vamos a ganar.

¿Por quién estoy hablando aquí? Cuando digo “nosotros”, estoy hablando por más que mí mismo, pero no por todos o incluso la mayoría de nuestros escritores o lectores. No hay ninguna presunción de que cada autor que publicamos apruebe nuestra agenda, en su totalidad o en esencia. (De hecho, muchos de ellos están muertos). Tampoco hay ninguna presunción que cada autor coincide con cualquier otro autor publicado aquí. La publicación aquí, sin embargo, implica que yo, como editor en jefe, creo que un trabajo dado avanza nuestra agenda directa o indirectamente: directamente, mediante la articulación de una visión que respaldaría como verdadera; indirectamente, ayudando a construir un movimiento intelectualmente apasionante.

Y la Nueva Derecha Norteamericana es un movimiento intelectual, no una doctrina fija. Los objetivos están establecidos. La estrategia básica intelectual está fija. Pero todo lo demás está en movimiento: generalmente hacia nuestras metas, pero a veces sólo giran alrededor de la pista de baile sólo por el goce de hacerlo (lo cual, de una manera más sutil, también se mueve hacia nuestras metas).

Hay una amplia gama de tradiciones intelectuales diferentes y a menudo incompatibles dentro de la nueva derecha. Tenemos seguidores del Tradicionalismo de Julius Evola y René Guénon, así como otros pensadores que enfatizan una metafísica de forma eterna. Tenemos seguidores de filósofos no-Tradicionalistas y orientados a la historia como Nietzsche, Spengler, y Heidegger. Tenemos creyentes en declive y creyentes en el progresismo prometeico. Tenemos biólogos darwinistas y materialistas científicos enfrentados contra metafísicas dualistas. Tenemos ateos, y tenemos representantes de todas las escuelas de religión, cristianas y paganas, orientales y occidentales.

Necesitamos este tipo de diversidad, porque nuestra meta es fomentar las versiones del nacionalismo blanco que apelan a todas las circunscripciones blancas existentes. Podemos hablar a las multitudes porque contenemos multitudes.

¿Cómo se relaciona la Nueva Derecha Norteamericana con los grupos al estilo de la Vieja Derecha en Norteamérica y alrededor del mundo? ¿Y cómo nos relacionamos con los partidos nacionalistas democráticos en América y Europa?

Alex Kurtagic ha sostenido recientemente que la política democrática partidista puede realizar las funciones metapolíticas de educación y de organización de la comunidad, por lo tanto, no hay ninguna contradicción fundamental entre la política de partidos y la metapolítica. Por supuesto que las campañas políticas implican educación y organización de la comunidad, pero éstos son simplemente los subproductos del puesto al que se aspira. Y ello significa que todos los esfuerzos educativos y organizativos estarán dominados por el ciclo electoral y las cuestiones políticas del día.

Eso está bien, si el real objetivo de uno es ganar el puesto. Pero fuera de los sistemas de representación proporcional, buscar ganar puestos es bastante inútil. Así que si el real objetivo de uno es la educación y organización, entonces las campañas políticas son simplemente una distracción. Así que ¿por qué no enfocar toda la energía de uno en la educación y la organización de los esfuerzos, y determinar la agenda nosotros mismos, en lugar de dejar que la política electoral la determine por nosotros?

¿Por qué no tomar todo el dinero gastado en actividades puramente políticas — campañas de inscripción de votantes, viajes de campaña, literatura de la campaña y canalizarla hacia la educación y la organización?

David Duke, por ejemplo, ha estado haciendo trabajos importantísimos con sus escritos, discursos y videos. La mayor parte de ese trabajo se detendría si tuviera que hacer otra inútil y costosa carrera por un puesto político.

Intelectualmente, tenemos que trazar una línea nítida y clara entre la metapolítica de Nueva Derecha y todas las formas de política de partido nacionalista. Compartimos los mismos objetivos generales, pero diferimos sobre la mejor manera de alcanzarlos. Tenemos que reconocer estas diferencias francamente, luego dividir nuestro campo y perseguir nuestros objetivos comunes por los variados caminos que nos parezcan mejores.

No quiero gastar tiempo criticando y atacando a otros sinceros defensores blancos, compitiendo por nimiedades. Al final, el único argumento válido por o contra un enfoque es mirar sus resultados. Yo quiero ganar apoyo haciendo un buen trabajo, no denigrando el trabajo de otros.

Aunque uno puede trazar una aguda línea intelectual entre la metapolítica de Nueva Derecha y la política de partido nacionalista, ningún muro nos separa en el mundo real. La Nueva Derecha Norteamericana no es un partido político o una secta intelectual tipo partido. Somos una red informal que puede superponerse y penetrar todas las instituciones sociales, incluidos los partidos. Mantener contactos con personas de todo el mundo que participan en diversos partidos políticos. Ellos saben dónde estoy. Donde estamos en desacuerdo, acordamos en no estar de acuerdo.

Hablando personalmente, sin embargo, me gustaría que un muro pudiera erigirse en algunos casos, pues si hay sólo seis grados de separación social entre Barack Obama y yo, hay muchos menos grados de separación entre yo y el próximo Anders Behring Breivik. Y, para mí, eso es demasiado cerca para estar cómodo. No quiero tener nada que ver con ejércitos armados de uno. La única arma que quiero poseer está hecha de porcelana.

Verán, realmente creo que lo que estoy haciendo es correcto e importante. Muy correcto y muy importante para exponerse al riesgo de hombres vestidos como Caballeros Templarios o los soldados de asalto y jugando con las armas reales. No tengo nada contra las armas o los propietarios de armas como tal. Pero el modelo de la Vieja Derecha atrae a gente inestable, propensos a la violencia, que sólo hace nuestro trabajo más difícil.

Pero ya que no puedo construir un movimiento — incluso un movimiento metapolítico — siendo un ermitaño, lo mejor que puedo hacer es trazar líneas intelectuales de demarcación claras: una vez más: la Nueva Derecha Norteamericana se basa en el rechazo de la política, totalitarismo, terrorismo, imperialismo y genocidio de los partidos Fascista y Nacionalsocialista.

(Breivik es un caso complejo, porque salió del movimiento Contra-Jihad, una oposición falsa, dominada por los judíos, a la colonización islámica de Europa. Pero todavía compartimos sus preocupaciones básicas y su meta de Europa para europeos, aunque rechazamos sus acciones y gran parte de su marco analítico).

Los cínicos han acusado a la Nueva Izquierda de ser nada más que un truco de mercadeo deshonesto. Por supuesto, no tiene sentido en intentar convencer a los cínicos, que conocen a priori que la verdad es siempre más sórdida de lo que parece. Pero la Nueva Izquierda en realidad cumplió sus promesas: marxismo sin totalitarismo, sin terror, sin campos.

Por supuesto todos sabemos que el régimen actual es una forma de totalitarismo suave el cual promulga el genocidio de la raza blanca en cámara lenta. Pero el punto es que este régimen no fue impuesto a nuestro pueblo a través de una revolución violenta. Lo aceptaron debido a la transformación de su conciencia. Pueden ser salvados de la misma forma.

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