Discurso pronunciado por Jack Donovan en la segunda conferencia del National Policy Institute, realizada en el Ronald Reagan Building en Washington DC el 26 de octubre del año 2013. Publicado y transcrito originalmente como «Becoming The New Barbarians», en RadixJournal.com. Traducción por S.V.
Puede que haya un colapso. Puede ocurrir. Puede que sea mañana. Dioses vengativos pueden arrojar peñascos desde los cielos, purificando la tierra con incendios e inundaciones. Podría haber sangre en las calles y rechinar de dientes. Una plaga de langostas o abejas asesinas, una gripe china o el apocalipsis zombie. Tus tarjetas de crédito pueden quedarse sin fondos y tus smartphones pueden volverse muy tontos. Podemos ser forzados a agruparnos en pandillas primitivas y luchar por nuestra supervivencia. Podríamos estar obligados por circunstancias más allá de nuestro control a redescubrir formas de vida más familiares a nuestra especie (a nuestros cerebros ancestrales) que este interminable y banal revolcón de parques corporativos y centros comerciales.
O quizás sólo puedes ponerte un día como león, para morir como naciste: pateando, gritando y cubierto en la sangre de otra persona.
Tiene un cierto atractivo.
Pero mientras nada o todo esto pueda ocurrir (y puede ocurrir mañana), también es posible que este acabado y corrupto sistema cojee por un largo tiempo.
Sí, debería fallar catastróficamente. Merece fallar. Pero no importa cuanto el mundo necesite un botón de reseteo, es mucho más fácil en el día a día de gente en todos los niveles de la sociedad seguir remendando el Sistema y hacerlo lo mejor posible hasta que se les acabe el hilo.
Entonces… hasta que ese día llegue… hasta que a todos se les acabe el hilo… hasta entonces, casi todos, incluso los líderes norteamericanos, parecen estar de acuerdo en que Estados Unidos está en decadencia.
Y durante aquella decadencia, podemos esperar ver más de lo que ya hemos visto. Para la mayoría de la gente, eso significará una disminución progresiva de la calidad de vida y una baja en las expectativas.
Lo que no veremos es algún tipo de gran despertar o un cambio dramático en el liderazgo o dirección. La gente que conduce EEUU no van a volver a sus cabales.
Mientras EEUU declina y se vuelve un Estado fallido o deficiente, las corporaciones, hombres de negocios y burócratas que lo manejan continuarán predicando la globalización, el multiculturalismo y el feminismo.
Continuarán condenando todo lo que pueda ser considerado racismo o tribalismo, especialmente entre los blancos, hasta que estos estén seguramente en minoría. Continuarán condenando el “sexismo machista” y seguirán promoviendo cualquier clase de sexismo femenino que debilite o devalúe a los hombres. Continuarán haciendo reverencia a su propia clase sacerdotal académica mientras que condenan como “extrema” cualquier creencia religiosa que desafíe la autoridad moral de las creencias progresistas. Continuarán promoviendo dependencia en el Estado por razones de seguridad, ingreso y servicios de salud, por la vida en si.
Y, sin importar cuantos conflictos intensifiquen o cuantas personas maten o metan en prisión o cuan militarizados se vuelvan los matones del Estado policial, continuarán condenando la “violencia”.
Seguirán haciendo todo esto porque para ellos tiene sentido.
Si ustedes fuesen los gobernantes de una nación en decadencia, cuya gente estuviera condenada a perder riqueza y status, mientras que ustedes quisieran proteger sus propios intereses junto con conservar sus cabezas, ¿por qué no querer mantener a esta gente separada, debilitada, dependiente, sin esperanza, temerosa y no violenta?
Caudillos pueden ir y venir, pero no veo ninguna razón para que el mensaje cambie.
Muchos de ustedes pueden verse a si mismos como hombres civilizados. Hombres cuerdos en un mundo cada vez más loco, vulgar y bárbaro.
¡Pero se equivocan! Ustedes son los nuevos bárbaros.
-Si creen que no todos los hombres son iguales.
-Si creen que los hombres libres deben tener derecho a tener armas de fuego.
-Si creen que al gobierno no se le puede confiar la regulación de todos los aspectos de tu vida.
-Si creen que la raza significa sangre y herencia, no sólo “color de piel”.
-Si creen que hombres y mujeres son diferentes y crees que deberían tener diferentes roles.
-Si creen que los hombres debieran comportarse como hombres.
-Si creen que los desfiles del orgullo gay y el matrimonio homosexual son ridículos.
-Si creen en alguna religión ancestral.
Si creen en algunas o todas aquellas cosas entonces, de acuerdo al Estado y las corporaciones, la academia y los medios de comunicación, son unos estúpidos, psicópatas, campesinos, neo-nazis, misóginos, golpeadores de mujeres, homofóbicos, anticuados y neandertales reaccionarios. Ya lo saben. Disfrútenlo. Hagan una canción con ello. Porque no hay equivocación: ustedes son peligrosos, traidores y posiblemente sediciosos.
Esto me recuerda a las palabras del rapero Eminem: “Soy todo lo que digas que soy. Si no lo fuera, ¿por qué diría que lo soy? En el periódico, en las noticias, todos los días lo soy. La radio ni siquiera tocará mi canción”[1]
No importa lo que ustedes crean que ustedes son. Son todo lo que ellos digan. Ellos controlan el mensaje. No importa cuán razonable sea su mensaje, la radio no lo va a publicitar. No importa lo que ustedes crean que ustedes son, para ellos ustedes son unos bárbaros. Así que aduéñense de ello, sean unos bárbaros. Y, si van a ser bárbaros, entonces piensen como bárbaros.
¿Qué quiere decir esto? ¿Qué significa ser un bárbaro? Hablando clásicamente, un bárbaro es alguien que no es del Estado, de la polis. El bárbaro no es debidamente civilizado, de acuerdo al standard prevaleciente del Estado. Sus hábitos son extraños y tribales. El bárbaro es un extraño, un foráneo.
¿Cómo puede el pensamiento de un hombre cambiar cuando está alienado por el Estado donde nació?
¿Cómo puede un hombre pasar de ser un hombre de la polis a ser un forastero, un bárbaro, en su propio país?
Estas son preguntas importantes porque si no ves ninguna solución viable a la necia e inhumana trayectoria del progresismo (yo no lo hago), entonces cualquier cambio significativo va a requerir mucho más que recolectar firmas o apelar al sentido común del público o a elegir el candidato correcto.
Lo que se necesita es crear un cambio fundamental en la manera en que los hombres se ven a si mismos y a su relación con el Estado. No se preocupen de cambiar el Estado. Cambien a las personas. Corten el cordón y déjenlos nacer en un nuevo sistema de pensamiento más allá del Estado.
Muéstrenles como volverse bárbaros y separarse del Estado. ¿Cómo hacer esto? Bueno, eso es algo sobre lo que estaré pensando y escribiendo durante los próximos años.
Pero les puedo ofrecer cuatro líneas de pensamiento que creo podrían ser útiles.
I. Separarnos a “nosotros” de “ellos”
Esta conferencia es sobre el futuro de la identidad. ¿Qué identidad? ¿De quién estamos hablando? ¿Quiénes somos nosotros? Cuando hablo con gente sobre lo que está ocurriendo en el mundo rápidamente me dicen lo que deberíamos hacer, pero ¿quiénes somos nosotros?
¿Ustedes y las corporaciones que les venden comida chatarra, arruinan su tierra y los dejan sin trabajo? ¿Ustedes y los “expertos” que transforman sus valores en “problemas psicológicos”? ¿Ustedes y los medios de comunicación que se burlan de ustedes? ¿Ustedes y los banqueros de Wall Street que financian la economía para su ganancia a corto plazo? ¿Ustedes y los burócratas que quieren desarmarlos y manejar cada pequeño aspecto de sus vidas? ¿Ustedes y los políticos que abren las fronteras y se abalanzan para consentir a un nuevo grupo de potenciales votantes en vez de trabajar por los intereses de los actuales ciudadanos del país a los que juraron representar?
¿Ese “nosotros”?
Los estadounidenses especialmente están acostumbrados a hablar en términos de “nosotros, el pueblo”. Pero hay 300 millones de personas viviendo en EEUU y eso es mucho “nosotros”. Sean más específicos.
Sean más tribales.
Uno de los mejores consejos para escribir que he recibido es este: nunca digas “pueblo” cuando te quieras referir a “hombres”. Bueno, mi consejo es que nunca digan “nosotros” cuando quieran decir “ellos”. Dejen de usar un lenguaje democrático. Dejen de pretender que somos todos del mismo equipo, porque no lo somos. Y no tenemos por qué serlo. Decidan por quien verdaderamente se preocupan. Descubran que tienen en común. Definan sus fronteras. Decidan quien está dentro y quien fuera. La gente que está dentro, esos somos “nosotros”. Todos los demás son “ellos”.
II. Dejen de enojarse porque las cosas no tienen sentido
Casi nada de lo que leen o escuchan en las noticias hoy parece tener sentido.
La gente se enoja mucho, se frustra mucho y se siente traicionada. Es como si “nuestros líderes” fueran locos o estúpidos, o ambas. No tiene sentido colocar mujeres en la infantería. ¡Eso obviamente es desquiciado! No tiene sentido el decirle a los jóvenes que contraten préstamos para estudiar que no podrán pagar. No tiene ningún sentido invitar a gente al país cuando no puedes mantener a la gente que ya vive ahí. ¡Eso es una locura!
No tiene sentido empezar guerras y después decir que estás tratando de ganar “corazones y mentes”. ¡La guerra no es una buena forma de ganar corazones y mentes! ¡Y preocuparse de corazones y mentes no es una buena forma de ganar una guerra!
No tiene sentido que banqueros y gerentes obtengan paracaídas de oro y vayan de vacaciones o consigan trabajo en la administración después de que conciente e intencionalmente hayan destruido compañías, trabajos, vidas, medioambiente ¡y sectores enteros de la economía!
Pero si piensan que ellos, la gente que controla el país, hacen las cosas por beneficio propio y no por el suyo, entonces todo tiene sentido.
Consideren la posibilidad de que los líderes del país no se preocupan por si los soldados viven o mueren. Consideren la posibilidad de que a las universidades y a los banqueros no les importe si viven el resto de sus vidas adeudado. Probablemente así lo prefieren. Consideren la posibilidad de que los políticos se preocupan más de asegurar sus trabajos en el corto plazo y de verse bien en la prensa en vez de preocuparse de lo que le pase a la gente de su país en el largo plazo. Considera la posibilidad de que “tú” no eres parte del “nosotros” del que “ellos” se preocupan. Te prometo que si meditas sobre esto, las cosas empezarán a tener mucho más sentido.
Si abandonan la idea de que esta gente supuestamente debieran preocuparse por ustedes o por el país y empiezan a verlos como pandillas e individuos trabajando en pos de su propio interés, entonces se pueden relajar y apreciar su planeada estrategia.
Dejen ir tontas expectativas sobre lo que esta gente debiera estar haciendo. Retrocedan y mírenlos como son. No te enojes. No te sientas ultrajado. Sé sabio.
Como Nietzsche recomendaba: sé despreocupado, burlesco y violento.
III. Desuniversaliza la moralidad.
Los hombres que fueron criados con valores estadounidenses, igualitaristas y “post-occidentales” quieren ser “buenas personas”. Quieren ser amables y justos, quieren que todos sean como ellos. Esto puede ser absolutamente paralizador.
De verdad crea un conflicto interno para los hombres (buenos hombres) que son especialmente atléticos o tienen alguna clase de trasfondo militar o policial. Fueron enseñados y creen en valores de respeto, igualdad y justicia.
Quieren hacer “lo correcto”, sin importar qué.
Quieren ser Batman.
Sin embargo, está también en la naturaleza de estos hombres, incluso más que en otros hombres, el pensar verticalmente, jerárquicamente, tribalmente, pensar en términos de “ellos” y “nosotros”. Para evaluar a otros naturalmente, primeramente, por las virtudes masculinas y tácticas de fuerza, coraje, maestría y honor.
Pero en cuanto el partido de fútbol o la película de superhéroes se acaba, el EEUU progresista vuelve a odiar y a castigar estas virtudes. Estos “chicos buenos”…estos que quieren ser héroes son culpados, se burlan de ellos, se les pasa por encima y se los trata como basura.
No importa lo que diga el mensaje oficial de los Estados Unidos progresista, cuando se trata de hombres que se comportan como hombres (especialmente hombres blancos) a nadie le importa si son tratados de forma justa o no.
Aún así, estos hombres no quieren excluir a las mujeres de nada porque les parece injusto ya que tienen hermanas y madres y quieren que todos tengan una oportunidad. Pero a las mujeres, como grupo, no les importa si los hombres se sienten excluidos.
De hecho, cuando los hombres protestan por algo, grupos de mujeres son los primeros en llamarlos “quejones” o “perdedores”. Los chicos buenos blancos como grupo se preocupan de lo que le ocurra a la gente negra como grupo. Quieren que todo los negros sean tratados de forma justa y en igualdad de condiciones y se aseguran de que ellos mismos no estén discriminando.
¿Acaso los negros como grupo se preocupan de lo que le ocurre a los blancos como grupo? ¿A un papá mexicano con tres bebés le importa si un chico blanco de los suburbios obtiene un empleo de verano o no?
El problema con estos valores post-occidentales es que funcionan mejor como valores intra-tribales.
Sólo funcionan cuando todos los demás están conectados y son interdependientes. La amabilidad, la justicia y el respeto al otro promueven la armonía dentro de una comunidad. Pero al mismo tiempo, hay que establecer límites. Pero en algún momento tienen que decidir quiénes son parte de esa comunidad y quiénes no.
No puedes jugar limpio con gente a la que no le importa si te borran del mapa. No tienes que odiar a todo aquél que no es parte de tu tribu, pero es tonto seguir preocupándose de gente que no se preocupa por ti.
Estos prototipos heroicos son los guardianes naturales de cualquier tribu, pero sus naturalezas heroicas son desperdiciadas y abusadas cuando se les pide que protejan a todos, incluso a enemigos, ingratos y a aquellos quienes los desprecian.
Si los bárbaros occidentales quieren aferrarse a cualquier porción de su herencia e identidad occidental necesitan resolver estos conflictos morales.
No necesariamente tienen que abandonar la moral, pero necesitan volver a su eje y volverse, como en ‘La República’ de Platón, “perros nobles que son amables con sus familiares y lo opuesto con los extraños”.
Sé responsable moralmente, pero sólo con la tribu.
Si van a prosperar y durar en una nación defectuosa, los nuevos bárbaros deben dejar esa trágica e incomprendida rutina de héroe y darse cuenta de que no son Batman. ¿Por qué alguien querría serlo?
IV. Vuélvanse independientes del Estado e interdependientes entre ustedes.
Los Estados Unidos de América y sus corporaciones relacionadas ofrecen una amplia gama de productos y servicios. Todas tienen lazos y mientras más dependan de ellas, más fácil les es controlarlos.
No es una real amenaza para ellos si te conectas a la red y le colocas “me gusta” a una página traviesa o descargas tu solitaria e impotente ira, mientras que el resto de tu identidad se enrolla lindamente en el burgués estilo de vida americano.
Mientras aún puedas conseguir un trabajo en una compañía importante y mantenerte ocupado durante 40, 50 o 60 horas a la semana para que puedas costear la amplia gama de productos y servicios.
Y que luego, en el tiempo libre que te queda, te conectas a internet y te transformas en un ortodoxo, romano u odinista y posteas imágenes geniales de vikingos, centuriones y cruzados.
Pero esa no es una identidad real ni una tribu real ni una comunidad real. Por todos los medios posibles, usa al Estado progresista y toma todo lo que se pueda tomar de él mientras aún quede algo que tomar, pero si de verdad quieren un tipo de estilo de vida alternativo a lo que el Estado tiene que ofrecerte, si quieres mantener algún tipo de identidad tribal que pueda sobrevivir al declive y al colapso del país (también conocido como la repentina ausencia de productos y servicios adecuados) en vez de “organizarse comunitariamente” en internet o retirarse al campo con la esposa y los hijos, trae a alguna de esa gente de internet cerca tuyo y vivan cerca el uno del otro. Tómense un vecindario o un complejo de departamentos, comiencen negocios y prevean servicios que la gente realmente necesite.
Es bueno tener escritores y pensadores, pero también se necesitan mecánicos, plomeros y costureras. Sirve a todos, pero sé leal a la gente “de la familia” y hazla “tuya”.
No tiene que ser nada formal. No lo publiquen en la prensa. Sólo comiencen tranquilamente a construir una comunidad de hombres y mujeres con pensamientos afines en algún lugar, en cualquier lugar.
No se preocupen por crear un partido político masivo o de reclutar miles o millones de personas. No se preocupen de cambiar al Estado. Los bárbaros no se preocupan de cambiar el Estado. Eso es para hombres del Estado, que creen y pertenecen al Estado.
Apunten a unas 150 personas. Una comunidad de personas pequeña que trabajen juntas para ser menos dependientes del Estado y más dependientes unas de otras.
Inmigrantes recientes, muchos de los cuales son literalmente no del Estado, pueden servir de ejemplo. No hace mucho los irlandeses y los italianos vivían en comunidades aisladas. Piensen en las partes rusas del pueblo.
Miren lugares como Chinatown en San Francisco: cada pocas cuadras puedes ver edificios marcados: “Algo…algo….algo… Asociación Benéfica”.
¿Suena bien, cierto? Podría ser la fachada de una triada. Podría ser para ayudar a escolares chinos. No tengo idea, pero estoy seguro de que es para chinos. También hay consultas médicas, oficinas de abogados y tiendas de abarrotes. Hay una red entera de gente preocupándose primero de los suyos.
Ahí hay una comunidad de gente que es exclusiva, aislada e interdependiente. Van primero donde uno de los suyos cuando necesitan algo. Son difíciles de observar y de controlar. Son menos dependientes del Estado y más dependientes entre ellos. Y cuando el colapso llegue, cuidarán primero de ellos mismos mientras que el resto estará preocupado de que el Estado haga algo.
Quienesquiera que “nosotros” seamos, cualquiera que sea tu “tribu”, es sólo una idea en tu cabeza hasta que tengas un grupo de gente verdaderamente interdependiente que compartan el mismo destino. Eso es lo que es una tribu. Eso es lo que es una comunidad. Ese es el futuro de la identidad en América.
La tierra pertenece a los que la tienen y la conservan. Y esta tierra ya no es tuya ni mía, sino que oficialmente en su tierra. Puede que no seas capaz de reclamarla, por lo menos no ahora, pero puedes volverte un bárbaro y vivir felizmente como tal, como un extranjero dentro, y trabajar para construir las clases de comunidades resistentes y redes de trabajo de gente calificada que pueda sobrevivir al colapso y preservar sus identidades después de la caída.
[1] Eminem – “The way I am”