Artículo publicado originalmente como “Ethnic & Racial Relations: Ethnic States, Separatism, & Mixing”, por Lucian Tudor, en Counter-Currents. Traducción por A. Garrido.
En nuestro ensayo anterior, «Raza, Identidad, Comunidad«[l], discutimos una serie de temas: lo más importante, los diversos niveles y relaciones de grupos étnicos y raciales, la cuestión de la comunicación cultural, la apertura y cierre, las relaciones entre raza y cultura, la necesidad de resistirse al mestizaje por el bien de la estabilidad etno-cultural, el error del individualismo y el valor del holismo social, y la importancia del sentido de comunidad para la identidad étnica y racial.
En el presente ensayo, no reiteraremos los puntos más importantes que ya hemos hecho, excepto aquellos que son relevantes para los asuntos tratados. El propósito de este ensayo es servir como una extensión del anterior y expandirse sobre ciertos puntos que no fueron suficientemente claros o adecuadamente cubiertos, y por lo tanto debe ser leído en el contexto del ensayo precedente. Aquí buscamos discutir el tópico de las relaciones sociales, culturales y políticas entre los grupos étnicos y raciales, el problema y variedades de mezcla social y biológica, y las prácticas y formas de separatismo étnico y racial.
Identidad e Interacción
Las particularidades e identidades particulares definen a los seres humanos; contrario a la ideología igualitaria y universalista, no se puede ser verdaderamente humano sin una pertenencia a un grupo particular, incluidos grupos religiosos, políticos, culturales y raciales. Por supuesto, pertenecer a un grupo y poseer una identificación conciente con esta pertenencia son dos cosas diferentes (así como podemos decir que hay un aspecto conciente e inconciente de la identidad). La Historia y observación muestran que las identidades étnicas, culturales y raciales llegan a ser y son despertadas por la conciencia e interacción con otros grupos étnicos y raciales. Como Alain de Benoist escribió: «Tanto el grupo y el individuo necesitan ser confrontados por ‘otros importantes’. Por lo tanto, es absurdo creer que la identidad sería mejor preservada sin esta confrontación; en realidad, es lo contrario: la confrontación hace posible la identidad. Otros sujetos hacen que un sujeto se convierta en tal. [2]
Así, la interacción con otros tipos de seres humanos es una parte esencial de la existencia humana, ya que obtienen su conciencia misma de ser quienes son por esta interacción. Por otra parte, como ya hemos mencionado en nuestro trabajo anterior («Raza, Identidad, Comunidad»), las diversas culturas (en términos de grupos tanto pequeños como grandes) no sólo se desarrollan y enriquecen por desarrollo interno, sino también por interacción e intercambio de productos e ideas con otras culturas o pueblos. Es por estas razones que es justificado afirmar que «la originalidad y riqueza de las herencias humanas de este mundo se nutren por sus diferencias y cambios… «[3] como Pierre Krebs declaró, al igual que muchos otros autores de Nueva Derecha.
Por supuesto, reconocer el valor de la diversidad y las diferencias, y apreciar estas diferencias en otros pueblos y aprender de ellos, no significa que todos los pueblos del mundo puedan o deberían ser apreciados igualmente. Es, por supuesto, perfectamente natural que un pueblo encuentre que en algunos casos ciertos pueblos extranjeros sean poco atractivos, y se distancie a sí mismo de ellos. Es por esto que, aunque la diversidad es valiosa, la propaganda igualitaria y multiculturalista presente de que todas las culturas y grupos étnicos deben ser apreciados y aceptados igualmente, es simplemente errónea y absurda. Ningún pueblo sano muestra igual agrado por todos los demás, aunque sí es posible respetar a todos los pueblos extranjeros, incluso si no se aprecia a todos por igual. Es, por ejemplo, completamente natural que un Europeo pueda ser rechazado por la cultura de una tribu Africana pero que simultáneamente sienta admiración por la cultura Asiática Oriental, mientras otorga a cada pueblo un cierto nivel de respeto.
También es un hecho de la vida que sin barreras, sin cierto nivel de separación de otros pueblos, y sin un territorio específico en que vivir como pueblo distinto y relativamente homogéneo, un grupo étnico o racial desaparecería mediante la mezcla o asimilación en otros grupos. La extrema propaganda liberal-globalista moderna predica la completa apertura y mezcla entre culturas y pueblos; usar como su justificación ejemplos históricos de intercambios culturales, es falaz porque el diálogo cultural e interacción normales nunca implicó la completa apertura sino que siempre una limitada forma de interacción.
La apertura y mezcla totales eliminan las identidades porque los pueblos a través de estos procesos no solamente cambian, sino que pierden lo que son o se fusionan por completo con otros pueblos. Para citar a Benoist, «es la diversidad de la raza humana que crea su riqueza, así como es la diversidad la que hace posible la comunicación y le da valor. La diversidad de pueblos y culturas existe, sin embargo, solo porque, en el pasado, estos diversos pueblos y culturas estuvieron relativamente aislaos de los demás». [4] La cultura se transforma con el tiempo debido a la creatividad y desarrollo interno, así como mediante la comunicación con otras culturas, pero el contacto con otras culturas siempre debe ser limitado e imperfecto, de lo contrario, la integridad misma de la cultura es socavada. Por lo tanto, «la Identidad no es lo que nunca cambia, sino, por el contrario, lo que permite cambiar constantemente sin renunciar a quien se
es».[5]
El problema de la mezcla
Es necesario reconocer que la mezcla, tanto la forma social (así llamada «integración») como la forma biológica (mestizaje), es un complicado problema humano. La mezcla ha ocurrido a través de toda la historia en una diversidad de formas y circunstancias, como un resultado de diferentes formas de estrecha interacción entre grupos étnicos y raciales diferentes. Por lo tanto, las interrogantes de por qué las mezclas ocurren y si se trata de un fenómeno normal y aceptable se presentan naturalmente a sí mismas, y deben ser respondidas con el adecuado nivel de sofisticación para que podamos derrotar a nuestros oponentes.
Primero, debe reconocerse que la mezcla entre dos pueblos diferentes que pertenecen a la misma raza es una cuestión distinta a una mezcla entre razas diferentes, e implica principios y circunstancias diferentes. Las etnias que pertenecen a un mismo tipo racial comparten el mismo antecedente biológico y espiritual, que sirve como fundamento mayor para la identidad que los conecta. En casos donde dos o más grupos étnicos del mismo tipo racial ya no viven separadamente y eligen mezclarse socialmente (a lo que inevitablemente le sigue el matrimonio mixto), es a menudo debido a que estos grupos – dentro de un tiempo y condiciones particulares – se han vuelto estrechamente conectados cultural y espiritualmente o porque ya no sienten que sus distinciones sean significativas.
Este fenómeno no puede ser considerado más anormal y erróneo que cuando dos grupos étnicos racialmente relacionados eligen separarse en lugar de mezclarse, porque ambos sucesos son bastante frecuentes en la historia y normalmente no tienen efectos negativos para la identidad (incluso si la identidad experimenta algún cambio en esto). Por ejemplo, muchos grupos étnicos europeos (los Ingleses, Franceses, los pueblos de los Balcanes, etc.) son el resultado de una mezcla inter-europea que ocurrió hace siglos, a pesar que de que ellos también tengan el derecho a separarse. Así, dentro de una raza, tanto la separación como la mezcla pueden considerarse fenómenos normales, dependiendo de las circunstancias y la naturaleza de los grupos étnicos en cuestión.
Por otro lado, entre diferentes razas, puede argumentarse que la mezcla es un fenómeno anormal porque las relaciones y efectos son diferentes; el estado de normalidad es desear la separación racial. Contrario a las afirmaciones de muchos propagandistas multiculturalistas igualitarios (significando aquí «multiculturalista» la creencia y práctica de la mezcla étnica), la identidad racial y el concepto de raza no es un fenómeno moderno, porque, como Benoist señaló, «la idea de raza es casi tan vieja como la humanidad misma»[6]. Por lo que es claro que reconocer la importancia de la raza y practicar separatismo racial tiene de hecho una base histórica e incluso universal; los seres humanos nunca estuvieron en una condición donde carecieran completamente de sentimientos raciales y se mezclaran libremente.
Las razones para la mezcla racial (social y, después de eso, biológica) a lo largo de la historia son complejas y difieren basadas en las circunstancias de que se trate. En algunos casos, se debió a un poderoso pueblo militante que conquistó a otro reproduciéndose forzosamente con las mujeres de los conquistados para asegurar su conquista mediante descendencia. En otros casos, como algunos autores han argumentado, es debido a la decadencia de un pueblo que perdió ciertas cualidades espirituales, su sentido de diferenciación, y su identidad racial, y como resultado ha elegido mezclarse con otros pueblos, incluso aquellos racialmente diferentes (estos otros tipos pueden ser pueblos inmigrantes o conquistados que antes vivían separados). Por supuesto, donde el mestizaje ocurre voluntariamente, ambas partes han renunciado a su identidad única[7]. Puede haber otras causas, y en cierto sentido el mestizaje racial es inevitable porque siempre está destinado a aparecer en ciertos tiempos y lugares donde razas diferentes entran en contacto (incluso si sólo en pequeña medida).
Sin embargo, siempre es importante reconocer y reafirmar que a pesar de su aparición a lo largo de la historia, por cualquier motivo o causa, la mezcla racial no es una regla. En realidad es bastante anormal, y que ocurra a lo largo de toda la historia no invalida este hecho. Debido a que la identidad, las características antropológicas y psicológicas básicas, y el carácter de los grupos étnicos y culturas son influenciados por el tipo racial, y debido a la dimensión espiritual y sociológica de la raza, la mezcla racial significa una intenso y profundo cambio, transformando completamente a una familia o, cuando ocurre a una escala mayor, a un pueblo. Esta idea no puede ser asociada al reduccionismo biológico, que debemos rechazar como falaz; a pesar de que la cultura, sociedad, e identidad cultural no puedan ser reducidas a la raza, y la raza sea solamente un factor entre muchos que les afecta, el antecedente racial sigue siendo indudablemente un factor importante.
Por lo tanto, ya que preservar su tipo racial significa mantener quiénes son, su identidad como pueblo, los pueblos están así históricamente obligados a resistir la mezcla racial y a separarse de otras razas. No es sólo por el bien de su supervivencia que están tan obligados, sino que también por el impulso primordial de vivir con su propia gente en comunidades. Como Krebs señaló, «la etología moderna estableció claramente la innata tendencia del hombre a identificarse con individuos que se le asemejan… «[8] Está, por otra parte, también el hecho de que, como Evola señaló, «la sangre y pureza étnica son factores que también son valorados en las civilizaciones tradicionales,» lo que significa que mantener el tipo racial físico es una práctica que tiene un valor meta- histórico. [9]
Deberíamos notar que, por supuesto, un pueblo que pasa por pequeñas cantidades de mezcla racial no pierde su identidad o su pertenencia a su tipo racial original. Por ejemplo, los pueblos Eslavos Orientales y pueblos Europeos del Sur que han soportado algún nivel de mestizaje históricamente aún pertenecen a la raza Blanca- Europea, tanto en términos de su tipo antropológico-físico general, así como de su identidad racial y étnica. La raza no se define por una pureza estricta, sino que por la posesión de una forma física general (las características antropológicas generales asociadas con una raza), la forma espiritual general asociada a ella, y el estilo cultural e identidad que está sociológicamente vinculada con la raza. [10]
También necesita mencionarse aquí que resistir a la mezcla de razas no es necesariamente un fenómeno «racista» (que significa supremacismo racial), porque poner valor en las diferencias raciales y practicar separatismo racial puede tomar y ha tomado formas no-racistas. Está claro que es extremadamente ingenuo y erróneo asociar todas las formas de separatismo racial con racismo y hostilidad interracial. [11]
Como Guillaume Faye escribió una vez:
En efecto, así como es normal y legítimo para el Árabe, el Africano Negro, el Japonés desear seguir siendo ellos mismos, reconocer que un Africano es necesariamente un hombre negro o un asiático un hombre amarillo, es legítimo, natural y necesario reconocer el derecho del Europeo a rechazar el multirracialismo y a afirmarse a sí mismo como hombre blanco. Vincular esta posición con racismo es una fanfarronada inadmisible. Los verdaderos racistas son, por el contrario, aquellos que organizan en Europa el establecimiento de una sociedad multirracial. [12]
Prácticas del Separatismo
Evidentemente, el separatismo racial y étnico ha tomado una variedad de formas a lo largo de la historia. Una forma comúnmente reconocida es la creación de un sistema de clases o castas, separando a la gente en diferentes castas basadas en su origen racial (o, en un sistema análogo típico, basado en el origen étnico o cultural). La estructura de clases de separación racial, que usualmente es el resultado de la conquista, puede ser vista en numerosos casos a lo largo de la historia, incluida la civilización Clásica, en ciertas civilizaciones antiguas del Cercano Oriente, en India, y en muchas partes de América Central y del Sur después de la colonización Europea. El rasgo más negativo de esta práctica es obviamente que implica «racismo» y subyugación, aunque también tiene el efecto positivo de preservar los tipos raciales que se han formado, incluso después del mestizaje (los nuevos, tipos raciales mezclados; mulatos y mestizos), debido al hecho de que desalienta la mezcla de razas por separación de clases [13]
Otra forma de separatismo es lo que comúnmente se conoce como «nacionalismo» étnico, que tiene su base principal en la identidad etno-cultural, aunque muchas veces es acompañado por identidad racial donde existe contacto interracial. El nacionalismo es definido, en los términos más simples, como la creencia en que los grupos étnicos o nacionalidades (en sentido cultural) son la categoría clave de los seres humanos y que deberían vivir bajo sus propios estados independientes. Esto implica separación completa y total de los grupos étnicos en naciones separadas. El nacionalismo suele asociarse con chauvinismo étnico, hostilidad interétnica, imperialismo, e irredentismo, aunque es importante recordar que ha habido ciertas formas selectas de nacionalismo a lo largo de la historia que para nada fueron chauvinistas o imperialistas, por lo que es erróneo asumir que siempre adquiere estas características negativas.
Sin embargo, «nacionalismo» es un término problemático porque ha sido definido de maneras diferentes y a veces contradictorias. En un sentido muy genérico, nacionalismo significa simplemente el deseo de un pueblo de vivir separadamente de otros, bajo su propio estado y regido por líderes de su propio origen étnico; en esencia, un separatismo étnico y deseo de independencia básicos. En este sentido, el nacionalismo es una idea y práctica muy antigua, ya que en toda la historia uno puede encontrar casos donde un pueblo de un origen étnico particular deseó ser independiente del imperio de otro pueblo diferente y peleó por su independencia. Esto no es, sin embargo, la forma en que el nacionalismo siempre es definido, y además del hecho de que a veces es definido como necesariamente chauvinista, es también a menudo definido de cierta
manera que lo hace particularmente un fenómeno moderno.
Muchos autores Nueva Derecha así como Tradicionalistas han definido al nacionalismo como una forma de estado en que la «nación» es política o culturalmente absolutizada, a expensas de las pequeñas diferencias culturales locales o regionales, y considerando a otras naciones como completamente extrañas y de menor valor. Esta forma de «nacionalismo» es ejemplificada por el estado-nación y soberanía Jacobinos (ya que la Revolución Francesa fue la fuerza clave en iniciar el auge de esta forma de estado), y es identificada con la eliminación de las diferencias sub-étnicas dentro de sus fronteras y la consideración de las diferencias con otros pueblos o nacionalidades como absolutas. Naturalmente, esta forma de nacionalismo tiene la consecuencia de crear hostilidad y conflicto entre naciones por estas características ideológicas y políticas. [14]
Desde la perspectiva «Tradicionalista Radical», ejemplificada por el pensamiento de Evola, el nacionalismo es una anomalía, una desviación de formas de estado válidas. Es considerado negativo, en primer lugar, porque esta forma de tradicionalismo considera la etnia y nacionalidad como cualidades secundarias en los seres humanos; aunque tienen algún nivel de importancia, no son válidas como elementos primarios en torno a los cuales organizar estados y liderazgo, que debería ser basado únicamente sobre valores de elitismo, aristocracia, y autoridad espiritual. El nacionalismo también contradice la práctica del Imperio – el estado imperial, que no es necesariamente imperialista – ya que el nacionalismo significa la absolutización de la «nación», mientras que el imperio tradicional es organizado como una supra-nacional unión federalista con una autoridad espiritual central. [15] De acuerdo a Evola,
El esquema de un imperio en un sentido verdadero y orgánico (que debe claramente ser distinguido de todo imperialismo, un fenómeno que debería ser considerado como una deplorable extensión del nacionalismo)… salvaguarda los principios de unidad y multiplicidad. En este mundo, los Estados individuales tienen el carácter de unidades orgánicas parciales, gravitando alrededor… de un principio de unidad, autoridad, y soberanía de una naturaleza diferente a la que es propia de cada Estado en particular… debido a su naturaleza super-ordenada, sería como dejar amplio espacio para las nacionalidades de acuerdo a su individualidad natural e histórica [16]
En el estado imperial, que Evola afirma es el verdadero modelo tradicional de estado, los grupos étnicos o nacionales están así separados federalmente; diferentes pueblos viven bajo el mismo estado y sirven al final a la misma autoridad monárquica, pero viven en partes separadas del reino o imperio. Para citar uno de sus trabajos clave: «la Edad Media [y también ciertas civilizaciones antiguas] conocieron nacionalidades pero no nacionalismos. La nacionalidad es un factor natural que abarca a un cierto grupo de características elementales comunes que se conservan tanto en la diferenciación y en la participación jerárquica, a las que no se oponen»[17]
Separatismo Identitario
La Nueva Derecha Europea y el Movimiento Identitario, este último estrechamente relacionado y derivado de la Nueva Derecha,[18] también aboga por la práctica del federalismo, a pesar de que sus pensadores tienen algunos desacuerdos con las reivindicaciones de los «Tradicionalistas Radicales» relativas a determinados principios especiales. El concepto «neoderechista» de federalismo implica la visión de una federación (o mejor, confederación, que expresa más claramente este tipo de federalismo descentralizado) que está basado sobre los principios de subsidiariedad, de concesión de autonomía a sus regiones, y de estructuras políticas locales y regionales sosteniendo el poder que se debe a ellos, mientras que la autoridad central gobierna principalmente cuando deben tomarse decisiones que afectan a todo el estado. Esta forma de estado y soberanía «implica pluralidad, autonomía, y el entrelazado de niveles de poder y autoridad». [19] La subsidiariedad y permitir que decisiones sean tomadas en niveles inferiores son también rasgos del concepto Tradicionalista Radical del estado federalista, pero en contraste éstos afirman mucho más la importancia de la máxima autoridad de la soberanía (el gobernante central).
Junto con apoyar una concepción en parte diferente de la soberanía y la autoridad de los Tradicionalistas Radicales, los Identitarios y Neoderechistas también apoyan la práctica de una forma participativa y orgánica de democracia como forma de estado ideal (que, debe ser notado, sigue siendo compatible con el respeto a la autoridad y jerarquía). Esta idea de hecho tiene una base histórica porque, como Benoist señaló, «los gobiernos con tendencias democráticas han aparecido a lo largo de la historia… Ya sea en Roma, en la Iliada, en la India Védica o entre los Hititas, ya en una fecha muy tempana encontramos la existencia de asambleas populares tanto para organización militar como civil. Por otra parte, en la sociedad Indo-Europea el Rey era generalmente elegido. . .»[20]
Por otra parte, los Neoderechistas e Identitarios afirman fuertemente el valor de las diferencias e identidades étnicas, culturales y raciales, y por lo tanto, de acuerdo a esta concepción, la democracia orgánica coincide con el reconocimiento y respecto por las diferencias étnicas. [21] Debido a que la democracia orgánica, significando verdadera democracia, se basa en el respeto por las diferencias étnicas, Benoist afirma con razón que:
La democracia significa el poder de la gente, que es decir el poder de una comunidad orgánica que se ha desarrollado históricamente en el contexto de una o más estructuras políticas determinadas – por ejemplo una ciudad, nación, o imperio… Todo sistema político que requiera la desintegración o la nivelación de pueblos para operar – o la erosión de la conciencia de pertenencia a una comunidad popular orgánica de los individuos – debe ser considerada como no democrático. [22]
La Nueva Derecha defiende la idea de respetar las identidades de grupos étnicos o sub-étnicos locales y regionales más pequeños, así como reconocer la importancia de relaciones y unidades étnicas y culturales más grandes. Así, por ejemplo, ser un Bretón, un Francés, y un Europeo Blanco, [23] todo tiene importancia y cada nivel de identidad y pertenencia tiene valor en una relación jerárquica. Los grupos etno-culturales de todos los niveles y tipos tienen el derecho a vivir con libertad y separadamente de otros en diferentes estados y territorios. La Nueva Derecha reconoce que hay casos donde la completa separación estatal para un pueblo es apropiada (similar a la idea más simple y genérica de «nacionalismo»), pero también hay casos donde el sistema de estado federal en que cada pueblo tiene su propia región autónoma en qué vivir, es más práctico o deseable. [24]
Podría decirse que la visión Neoderechista o Identitaria no es la más deseable, pero también que es la más realista en el mundo moderno porque ofrece la solución más equilibrada a los problemas actuales y al caos étnico-racial. En un mundo donde los sentimientos democráticos se han vuelto permanentes entre la mayoría de los pueblos, ofrece una democracia orgánica participativa para reemplazar a las corruptas democracias liberales actualmente dominantes. Donde hay países compuestos por múltiples etnias que no están en condiciones de dividirse enteramente (nacionalismo completo), ofrece la idea de una federación de regiones autónomas. Finalmente, en un mundo donde los grupos étnicos y raciales son amenazados de ser desintegrados por la «integración multiculturalista» y la mezcla, ofrece una pacífica y justa solución de separación territorial, la creación de comunidades étnicas no-mezcladas, y cooperación entre diferentes razas y pueblos del mundo para lograr esta visión.
Notas.
[1] Lucian Tudor, «Race, Identity, Community,» 6 August 2013, Counter-Currents//North American New Right.
[2] Alain de Benoist, «On Identity,» Telos, no. 128 (Summer 2004), p. 39.
[3] Pierre Krebs, Fighting for the Essence (London: Arktos, 2012), p. 89.
[4] Alain de Benoist, «What is Racism?» Telos, no. 114 (Winter 1999), pp. 46-47.
[5] Benoist, «On Identity,» p. 41.
[6] Vale la pena mencionar aquí que existen ciertos historiadores mainstream que han admitido y estudiado la historia de los sentimientos raciales desde tiempos antiguos (en civilizaciones Occidentales y de Medioriente, específicamente). Entre sus trabajos se incluyen Benjamín Isaac, The Invention of Racism in Classical Antiquity (Princeton: Princeton University Press, 2004) y Miriam Eliav-Feldon, Benjamín Isaac, & Joseph Ziegler, eds., The Origins of Racism in the West (Cambridge: Cambridge University Press, 2009). A pesar de la inclinación igualitaria y hostilidad al racialismo que estos autores puedan revelar en sus trabajos, aún tienen valor de investigación para nosotros por los datos históricos que ellos proveen.
[7] Ver por ejemplo los capítulos «Life and Death of Civilizations» y «The Decline of Superior Races» de Julius Evola, Revolt Against the Modern World (Rochester: Inner Traditions, 1995) and Krebs, Fighting for the Essence, pp. 23 ff. & 79 ff.
[8] Ibid.,p. 25.
[9] Evola, Revolt Against the Modern World, p. 57. Sobre esta material, ver también el capítulo «The Beauty and the Beast: Race and Racism in Europe» in Tomislav Sunic, Postmortem Report: Cultural Examinations from Postmodernity (Shamley Green, UK: The Paligenesis Project, 2010).
[10] Numerosos autores Nueva Derecha ya han escrito mucho más sobre esta materia. Para la perspectiva Nacionalista Blanca en particular, ver especialmente a Ted Sallis, «Racial Purity, Ethnic Genetic Interests, & the Cobb Case,» 18 November 2013. Para la perspectiva Nueva Derecha, ver, por ejemplo, las publicaciones «Miscegenation» and «Race, Racism, Anti-Racism» de Guillaume Faye, Why We Fight: Manifestó of the European Resistance (London: Arktos, 2011), pp. 194 ff. & 227 ff.; Comentarios de Benoist en su «What is Racism?»; Tomislav Sunic, «Ethnic Identity versus White Identity: Differences between the U.S. and Europe,» The Occidental Quarterly, vol. 12, no. 4 (Winter 2012/13); Los artículos de Sebastian J. Lorenz, ed., Elementos: Revista de Metapolítica para una Civilización Europea, No. 47, «Elogio de la Diferencia, Diferencialismo versus Racismo» (May 28, 2013),
[11] Ver las citas de Faye, Benoist, Sunic, y Lorenz en la anterior nota 10.
[12] Guillaume Faye, «La Sociedad Multirracial,» July 13, 2007, Guillaume Faye Archive. Note que este artículo fue republicado e impreso por Escritos por Europa (Barcelona: Titania, 2008).
[13] Sobre la cuestión de ejemplos históricos, ver nuestras citas anteriores de The Invention of Racism in Classical Antiquity y The Origins of Racism in the West de Isaac. Tratando sobre la base racial del sistema de castas Hindú, ver por ejemplo el prefacio de Arvind Sharma, Classical Hindu Thought: An Introduction (Oxford: Oxford University Press, 2000), y Alain Daniélou, India: A Civilization of Differences: The Ancient Tradition of Universal Tolerance (Rochester: Inner Traditions, 2003), el Segundo argumentado que el sistema de castas no es realmente «racista» sino que un ordenamiento racial natural. Sobre los sistemas de castas/clases basados en la raza en América Central y del Sur, un recurso típico es Magnus Mórner, Race Mixture in the History of Latin America (Boston: Little, Brown, 1967). Existen, por supuesto, otros numerosos recursos académicos sobre esta materia.
[14] Ver Alain de Benoist, «Nationalism: Phenomenology & Critique,» 16 de Mayo de 2012, Counter-Currents//Vo rf/z American New Right; Michael O ‘Meara, New Culture, New Right: Anti-Liberalism in Postmodern Europe, 2nda edición (London: Arktos, 2013), pp. 228 ff.; Edgar Julius Jung, «People, Race, Reich,» in Europa: Germán Conservative Foreign Policy 1870-1940, ed. & trans. Alexander Jacob (Lanham, Md., USA: University Press of America, 2002); la visión general de la posición de Evola en el capítulo «Nations, Nationalism, Empire and Europe» de Paul Furlong, Social and Political Thought of Julius Evola (Abingdon & New York: Routledge, 2011).
[15] Ver Alain de Benoist, «The Idea of Empire,» Telos, no. 98-99 (December 1993), pp. 81-98.
[16] Julius Evola, Men Among the Ruins: Postwar Reflections of a Radical Traditionalist (Rochester: Inner Traditions, 2002), p. 277.
[17] Evola, Revolt Against the Modern World, pp. 338-39.
[18] El Identitarismo está fundado sobre las ideas de intelectuales de la Nueva Derecha como Alain de Benoist, Guillaume Faye, Tomislav Sunic, Pierre Krebs, Dominique Venner, and Pierre Vial, quienes a veces se designan a sí mismos como «Identitarios». Sim embargo, deberíamos también notar que algunas de las ideas básicas del Movimiento Identitario pueden ser encontradas en We Are Generation Identity (London: Arktos, 2013), aunque en sí mismo este breve manifiesto puede ser insuficiente.
[19] Alain de Benoist, «What is Sovereignty?» Telos, no. 116 (Summer 1999), p. 114. Ver también Benoist, «The First Federalist: Johannes Althusius,» Telos, no. 118 (Winter 2000), pp. 25-58, y los artículos de Sebastian J. Lorenz, ed., Elementos: Revista de Metapolítica para una Civilización Europea, No. 37, «Federalismo Poliárquico Neoalthusiano» (November 28, 2012), http://urkultur-imperiumeuropa.blogspot.eom/2012/ll/elementos-n-37-federalismo-poliarquico.html
[20] Alain de Benoist, The Problem of Democracy (London: Arktos Media, 2011), pp. 14-15. Deberíamos notar que este libro es uno de los recursos más esenciales sobre el tema de la democracia, por la idea de una democracia orgánica participativa basada en la etnia y por defender la idea de democracia como sistema político.
[21] Ver capítulo I. «The Ancients and the Moderns» en Ibid.
[22] Benoist, Problem of Democracy, p. 103.
[23] Cuando nos referimos a más amplia, más abarcadora identidad cultural de Europeos, es mejor referirse a una cultura «Europea» general que a una cultura «Indo Europea» porque no todos los pueblos Europeos Blancos son completamente Indo Europeos, y claramente hay y ha habido pueblos no-Indoeuropeos en Europa que son del mismo tipo racial y cultural general que los pueblos Indoeuropeos (ejemplos modernos bien conocidos incluyen a fineses, húngaros, estonios, livionianos y vascos, aunque también hubo numerosos pueblos blancos pre-Indoeuropeos en tiempos antiguos que han desaparecidos a través de la mezcla con Indoeuropeos).
[24] Junto con nuestras citas anteriores del ensayo sobre la soberanía, imperio y federalismo de Benoist, ver también las publicaciones de Faye «Empire, Imperial Federation» y «Democracy, Democratism, Organic Democracy» en Why We Fight, pp. 130-32 y 111-14.