Escrito por Brett Stevens originalmente como «Neoreaction and nihilism«, en Amerika. Traducción por F.A.
Cuando el grupo de nuevos movimientos dedicados a rechazar 1789 utilizando razonamiento moderno — nueva derecha, neo-reacción, ilustración oscura, píldora roja y similares — alcancen su madurez y empiecen a deteriorarse por la inevitable proliferación de direcciones divergentes internas, sus lecciones fundamentales serán absorbidas en el universo de ideas del conservadurismo.
El conservadurismo hereda estas ideas porque es consecuencialista, o basado en el juicio de efectos para validar sus causas, no viendo las causas como cosas dignas en sí mismas como en una visión moral o social. Su moral es presumida y no está expresa en la filosofía misma, sino utilizada para evaluar los resultados de varias acciones («causas») a lo largo de la historia, manteniendo aquéllas que no sólo evitan malos resultados inmediatos, sino que trabajan hacia los mejores resultados eternos, generalmente resumidos como “lo bueno, lo bello y lo verdadero”, al unísono lo uno con lo otro.
El nihilismo parece hostil a los conservadores porque rechaza la inherencia de la moralidad. Bajo el nihilismo, las normas morales son una opción que elegimos, y funcionan como una especie de tecnología o de aprendizaje, tanto como la evolución es una elección sin un valor claro. Puede ser más cómodo permanecer simple y salvaje y no hay ninguna manera objetiva de refutar eso, sólo señalar que lo excluye ciertas oportunidades, incluyendo lo bueno, bello y verdadero. El nihilismo lleva consecuencialismo al siguiente nivel: nada es innato y debemos elegir qué consecuencias deseamos que no se basen en nosotros mismos, porque eso sería sólo otorgar un valor inherente a la humanidad, sino a todo el panorama de la existencia que dichas consecuencias dibujan.
La neo-reacción y nihilismo comparten un terreno común en esta área. Quitando las emociones humanas y la moralidad de la ecuación, tratan a la filosofía y a la política como modos de aprendizaje. En la visión neo-reaccionaria, gobierno y civilización son tipos de tecnología que nosotros debemos dominar, y dominamos aquello no a través del razonamiento moral en el cual la causa es la única consideración, sino al mirar las causas y los efectos que éstos generan, para luego elegir qué efectos son los más sensibles teniendo en cuenta los parámetros de la realidad. Estamos limitados y juzgados por lo que elegimos. No hay ninguna inexactitud inherente en alguien que elige vivir en una choza de barro, pero también hay una falta de potencial en él, y los neo-reaccionarios abandonan tanto la visión conservadora tradicional de moralidad inherente por sobre la humanidad, como la visión liberal tradicional de moralidad inherente dentro de la humanidad. En cambio, ellos ven sólo la cuestión de las especies adaptándose a su entorno y las opciones ante esto.
Esto funciona entorno a la idea liberal de “una manera correcta”, de acuerdo a un modelo humano. En cambio, considera a la humanidad desde fuera de la propia humanidad. Las raíces libertarias de la neo-reacción sugirieron que el gobierno sea considerado como si fuera un negocio, cuestionando qué tan efectivo es, y comparando lo que se puede comprar con el mismo dinero. En este contexto, la democracia liberal moderna parece ineficiente, ya que el resultado final que produce es miserable para sus ciudadanos, donde una monarquía aristocrática en que la cultura toma el lugar del gobierno cotidiano, proporciona una experiencia más hermosa, realista y así finalmente buena de la vida. En este punto de vista, la civilización debe verse al unísono; los actos de individuos humanos no existen en un contexto separado del grupo. La civilización es un esfuerzo grupal para lograr una forma específica de vida que constituya tanto una adaptación como una mejora de nuestro estado natural.
Los seres humanos temen este tipo de pensamiento a un nivel individual. El individuo busca extender la moralidad del miedo auto-preservacionista al grupo, que crea una mentalidad de proteger a cada individuo sobre la base de la sola individualidad. En este contexto, el individuo se siente protegido de las consecuencias; el pensamiento existe en el nivel de la causa pura, donde la causa de por sí constituye resultados si satisface a otros. La paradoja de esto es que mediante la creación de una ideología para administrar esta creencia, la sociedad crea una meta más alta que el individuo, y la historia demuestra que está dispuesto a sacrificar a muchas personas con el fin de preservar ese dogma. La lección de los últimos dos siglos es que la ideología es un camino sin salida, ya que está arraigada en la causa sola, y ese razonamiento causal sólo produce resultados viables.
Lo que tienen en común neo-reaccionarios, conservadores y nihilistas, es que los tres grupos son realistas. Ellos no ven la política como una cuestión dentro del mundo humano, sino como una cuestión de cómo los seres humanos se adaptarán a su mundo. Este tipo de pensamiento nos libera de la lógica negativa del liberalismo, donde una justificación moral debe ser defendida contra la realidad, y nos deja ver la adaptación a la realidad como una tecnología para el logro de innumerables fines, imponiéndosenos la pregunta que nos define: ¿qué queremos? Es fácil quejarse, criticar y arremeter contra todos los sistemas existentes o detalles, pero es más difícil tener una visión de futuro. Ahí es donde el futuro del pensamiento realista comienza.