Los Criollos

Los Criollos

Dicen que para poseer una cosa hay que conocer su nombre verdadero. Y a la mutación de lo europeo en este espacio, que denominamos mágicamente como El Sur, podemos llamarle criollo.

Habrá otras interpretaciones, pero nosotros sentimos profundamente esta afirmación. Sabemos también, que hay aportes de otras gentes a ese eje primordial que llamamos el criollismo.

Esos aportes se aceptan cuando nos enriquecen, de otro modo las otras gentes bien se los pueden guardar.

Si se diera el lamentable caso que Europa muriera por propia decisión de los europeos continentales, eso no querrá decir que su legado no prosiga como prosiguió tantas veces a lo largo de migraciones milenarias.

Es que lo que llamamos Europa, va más allá de ese nombre y del territorio designado con su nombre. Se trata del destino de la estirpe.

Se puede negar a otros la pertenencia a lo que consideramos como propio, pero primero hay que haberse ganado ese derecho. Seguramente en Rusia, en Australia o en Sudáfrica, se le dará otro nombre a lo que nombro. Pero sabemos que se trata de lo mismo.

Se trata de la dinámica espiritual y material de nuestra estirpe. Y digo y repito estirpe, no porque le tenga miedo a la palabra raza, sino porque prefiero un vocablo que inequívocamente lleve en sí mismo un contenido espiritual. Me dirán que la raza también lo lleva. Es cierto, pero siempre se corre el riesgo de perder grandes espíritus por nimias diferencias de colores. Y no estamos para perder mucho. Nosotros los criollos, defendemos en la lejanía la continuidad de un antiguo pueblo que quizás ya no nos reconozca, porque en su decadencia niega la grandeza y aún a la propia sangre. No importa, cada uno puede negar su destino como quiera. No nacimos mirando solamente para atrás.

Nuestros antepasados fueron menos numerosos, y sin embargo ocuparon este inmenso continente, hasta darle su actual identidad y su peculiar fisonomía. Lamentamos que nuestra gloria sea menor que la de ellos.

Ser criollo, es la luminosa mutación de una antigua Orden de hombres blancos en la América del Sur. Estamos para defender ese antiguo eje solar, en la antártica polaridad que nos cobija bajo la Cruz del Sur. Somos hermanos de quien se nos hermana, y enemigos de quien se nos quiera enemistar. Recordamos a Europa como los griegos recordaban a los hiperbóreos, pero si la vieja Europa quiere más soledad de la que tiene, que así sea y que los dioses la acompañen.

Nuestro deber es comenzar un nuevo ciclo, tratar de no morir abrazados a la decadencia

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