Sin Europa, los blancos del Sur no estamos completos. Nuestro destino es americano, pero a estas alturas europeos y euro descendientes conscientes de la situación que se vive, debemos estar más unidos que nunca.
Ante todo debemos conocer a fondo nuestras realidades. Eso es más difícil para los europeos, porque como he dicho otras veces: nosotros hemos sido europeos, pero los europeos nunca han sido americanos. Los criollos somos orgullosos, no queremos que nos consideren una sucursal de Europa, como tampoco Europa debe ser una sucursal de América.
La consciencia blanca de supervivencia es llamada: «Ultra derecha» por el enemigo. No somos ultra derecha de nada, porque no estamos a la derecha como no estamos tampoco a la izquierda. Somos otra cosa: ante todo una voluntad de sobrevivir, en el sentido atávico y profundo, algo vivo desde antes de la izquierda y la derecha, desde antes de Cristo, desde tiempo inmemorial.
Los enfrentamientos entre blancos me deprimen, me angustian. El nacionalismo clásico decimonónico sólo ha servido para masacrarnos entre nosotros. Los criollos somos hijos de la diáspora europea. En ocasiones he quedado en medio de enfrentamientos cerriles entre europeos, tanto en la península ibérica como en Italia. No quiero eso, sino contribuir a alternativas de unidad.
Esas alternativas no surgirán de los reaccionarios de siempre, de esos que hacen fácil que nos llamen: «La Ultra derecha». Esos que han servido de «Guardia de Corps» de curas, capitalistas y burócratas estatales impresentables.
No somos la Ultra derecha ni lo que está muerto y enterrado. Llorar a las momias del pasado es algo triste. Somos populistas de nuestra gente, así como otros lo son de su gente. No queremos salvar al estado opresor, sino hundirlo definitivamente. Sólo desde las comunidades libres llegará la solución.
La Ultra derecha, es lo que ese estado manipula para asustar y arrojar sobre la libertad de las comunidades. Y finalmente para salvar un estado que debe morir, para dejar paso a una nueva forma política comunitaria, identitaria, atávicamente blanca, la única que nos permitirá sobrevivir.