Por un puñado de misiles

Por un puñado de misiles

Contra sus mentiras | 27.5.2021

Hablar sobre el conflicto entre israelíes y palestinos será siempre un tema complicado porque la cantidad de factores, variables, relatos, perspectivas e interpretaciones involucrados en el conflicto excede por mucho a las partes que se supone están en conflicto. Así, por todo lo mencionado anteriormente, el conflicto que inicialmente trata de israelíes y palestinos se vuelve, según la mirada, un conflicto entre la civilización y la barbarie, el progreso y el atraso, el opresor y el oprimido, la democracia y el terrorismo, la tolerancia y la intolerancia, la intolerancia y la tolerancia, los victimarios y las víctimas, las víctimas y los victimarios, Occidente y Oriente, la injusticia y la justicia, el orden y el caos, los ocupantes y los luchadores de la libertad, y un larguísimo et caetera de dicotomías que surgen de forma cuasi espontánea al pensar en el conflicto porque, en este asunto, la mirada del observador importa.

Es esperable que el ser humano tome una posición respecto de una situación, y la simplificación de la realidad cuando es vista a través de filtros y sesgos provoca que el ser humano otorgue respuestas simples al momento de posicionarse a favor de algún bando en conflicto. Más aún, la politización y masificación de la información provoca que las personas se posicionen en bandos por una razón política, al mismo tiempo que ignoran que existen luchas parecidas en otros lugares del mundo (algunos muchísimo más cercanos a su realidad geográfica, incluso), luchas que son, en el mejor de los casos, ignoradas, o sencillamente vistas de forma radicalmente diferente. De esta manera, partidarios del LGBT pero que a la vez son opuestos a la discriminación étnica terminan posicionándose a favor de un régimen abiertamente discriminador tan sólo porque es más tolerante con el tema LGBT, como también se da el caso de unos cuantos antijudíos que apuestan por Palestina en contra de un estado ocupante, al mismo tiempo que se posicionan en favor del Estado de Chile en relación al conflicto mapuche.

Ya sea una lucha contra la ocupación o una lucha para combatir los focos que alteren el orden y la seguridad dentro de un territorio (algo que depende de la mirada, como ya se mencionó), el asunto palestinos vs israelíes cobra especial importancia para el identitarismo pues es el vivo ejemplo de una realidad que se presenta de manera cruda y que debe ser asumida dejando el idealismo de lado.

Los argumentos que apuntan a la legitimidad del estado de Israel son ociosos e inútiles: si, en el caso ridículamente hipotético, la humanidad en su conjunto declarara la ilegitimidad del estado de Israel –aunque muchos de los que argumentan esta ilegitimidad se oponen a la idea del globalismo–, ¿qué pasaría con los millones de israelíes viviendo en el territorio, sus asentamientos, cotidianos, vivencias, infraestructuras y poder bélico? Definitivamente, todo eso no desaparecerá en el aire, y la legitimidad o ilegitimidad de origen no soluciona el problema, si es que el problema tuviera alguna solución, digamos, realizable.

Sea cual sea el bueno, el malo, el inocente, o el culpable, el conflicto entre israelíes y palestinos está enraizado en un problema profundo y tan antiguo como el ser humano: la diversidad. Y problemas semejantes (sólo que con explosivos de menor poder por parte del dominado) ocurren en distintas latitudes del globo. Razones para matarse entre seres humanos habrá siempre, y el soñar con un mundo donde el conflicto motivado por la diferencia ha desaparecido no conduce precisamente a la solución. Así, es altamente probable que si no se piensa en términos de la identidad como una (¿odiosa?) realidad y cómo la diversidad se vuelve un problema cuando son muchas identidades las que interactúan en un espacio, antes que tácticas no violentas como usar algún hashtag de moda o algún fondo en las fotos de perfil de redes sociales, sean las bombas las que terminen decidiendo en qué lado está el dominio y la razón que otorga la fuerza… como ha sido siempre y pareciera seguir siendo la tónica en el mundo después del fin de la Historia.

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