No puede decirse que sea ideológicamente un correligionario con el profesor John Cobin; incluso, en algún momento analicé los principios de su movimiento político, quedando plasmado en «Nacionalismo cívico a prueba de errores y ambigüedades«, artículo con el cual Cobin estuvo de acuerdo respecto de los puntos en desacuerdo entre ambas posiciones. Exceptuando en algún punto en relación a lo económico y a la aplicación del derecho, somos adversarios, y ambos movimientos políticos no tienen punto de encuentro.
Eso sobre las ideas de Cobin. Ahora, vamos a los actos.
Bastante conocidos son los hechos en los que se vio envuelto el ciudadano de origen norteamericano hace unos meses, cuando perpetró un tiroteo en las calles de Reñaca. En relación a esto, Cooperativa dice hoy, viernes 15.05.2020, que:
Según el Ministerio Público, los hechos se enmarcaron en una convocatoria hecha a través de redes sociales en el contexto del estallido social denominada «Lxs flaites a Reñaca» y «la marcha de las marraquetas».
En la acusación, la Fiscalía establece que cerca de las 17:00 horas de aquella jornada, en el centro de Reñaca habían reunidas «unas 5.000 personas», momento en el que el imputado llegó hasta la avenida Borgoño, donde «se desarrollaba la dinámica ‘el que baila pasa'», dice el documento.
En el lugar, el auto que antecedía a Cobin se detuvo y su conductor «descendió a bailar conjuntamente con los manifestantes entre los que se encontraba Luis Jesús Ahumada Villegas, por lo que el imputado debió detener su marcha», agrega la acusación.
También se sostiene que tras reiniciada la circulación vehicular, Cobin «acelera su vehículo con peligro de atropello a los manifestantes (…) y se detiene unos metros más adelante comenzando a acercarse los manifestantes a la camioneta y siendo ese el momento en que se abre la puerta del conductor y desde el interior, John Cobin dispara la pistola que portaba en contra de los manifestantes e impacta a Luis Jesús Ahumada Villegas».
La acusación continúa relatando que Cobin reinicia la marcha y vuelve a detenerse unos 90 metros más adelante, «donde no había manifestante alguno a su alrededor, desciende del vehículo con su arma en las manos, apunta y dispara en contra de los manifestantes». [1]
Tras lo ocurrido, los medios de comunicación hicieron un festín de titulares, en una competencia muy libremercadista por quién creaba el titular más sensacionalista. Y es en el sensacionalismo cuando sale a relucir la adscripción a supuestas ideologías de odio que, sea esto verdadera o falso, lo cierto es que vende. Y vende bien.
Volvamos a lo ideológico un momento: John Cobin es un descarado defensor del neoliberalismo (“[n]o hay una persona más neoliberal que yo en este país” [2]), un anticomunista, anti-fascista y anti-racista, y no hay que profundizar demasiado en la red para percatarse de esto. Por lo anterior, las acusaciones de organizaciones tales como el MOVILH rozan en el ridículo y la ignorancia cuando sentencian que Cobin sería un peligro público por sus discursos neofascistas, de los cuales no mencionan ninguno, sino sólo realizan acusaciones que se basan en corazonadas de temor y querer vomitar prejuicio y verdades a medias (algo que es común y repetitivo para dicha organización). En efecto, el MOVILH cree que Cobin es un peligro público al promover ideales conservadores y ser contrario al aborto (posiciones que no me identifican pero no calificaría como discurso de odio).
De nuevo a los actos.
A la luz de los hechos, y según la ley (opiniones diferentes acerca de este punto importan bastante poco en este asunto, porque en Chile todos los ciudadanos están, lo quieran o no, regidos por la ley), John Cobin actuó de manera errónea, es decir, contra la ley. No ahondaré mayormente sobre esto porque no es a lo que apunto, sino al porqué del proceder. Los seres humanos actúan por muchas razones, y una de ellas es por ausencia o carencia de algo. Si alguien tiene hambre, es decir, carencia de comida, es lógico que actúe en consecuencia de sus necesidades para dar respuesta a éstas. De esta misma manera, las movilizaciones sociales comenzadas el 18 de Octubre lo hicieron, según dice el relato, primordialmente en respuesta a la ausencia de justicia social. Luego de eso, actuaron también en respuesta a la ausencia de un control eficaz y eficiente del caos y aplicación del orden público por parte del Estado lo que, sin querer relativizar los casos de brutalidad policial, otorgó un altísimo grado de impunidad para cometer actos vandálicos (destrucción de propiedad pública y privada, saqueos, incendios, maltrato de obra, bloqueo del tránsito, etc.) a una escala, probablemente, nunca antes vista en el país. Así fue como el estado de derecho fue reduciéndose a una ridícula expresión, donde el Gobierno, al responder con omisión —tal vez por impotencia, tal vez por incompetencia—, fue silencioso y pasivo cómplice de quienes pusieron a la institucionalidad de rodillas.
No es hasta este preciso momento cuando John Cobin, luego de 23 años en el país, recién entra en escena: cuando el Estado de derecho —con el Estado como forma de organización política y con el conjunto de las normas que rigen el funcionamiento de la sociedad— está fisurado, deslegitimado y los ciudadanos son sometidos a un régimen anarco-tiránico, una especie de síntesis hegeliana de dos opuestos —anarquía y tiranía— identificada por Sam Francis en 1992, donde, por un lado, está el fracaso del Estado para hacer cumplir las leyes y, por el otro, está la aplicación de las leyes por parte del Estado con fines opresivos, y es que, en palabras de Francis, «bajo la anarquía, el crimen está permitido y los criminales no son aprehendidos o castigados. Bajo la tiranía, los ciudadanos inocentes son castigados. La mayoría de las sociedades en el pasado han sucumbido a una u otra, pero nunca, hasta donde yo sé, a ambas a la vez.
Aclarado esto, podemos hablar de la inocencia de ‘el que baila pasa‘ y de otros tantos juegos de niños que hemos podido atestiguar desde Octubre. Juegos de niños que son, recordemos, responsabilidad criminal del Estado al abandonar éste las responsabilidades que él mismo se atribuye al monopolizar la violencia sobre el territorio.
Notas.
[1] https://www.cooperativa.cl/noticias/pais/region-de-valparaiso/fiscalia-pide-17-anos-de-carcel-para-john-cobin-ad-portas-de-preparacion/2020-05-15/114134.html
[2] https://www.theclinic.cl/2013/11/28/john-cobin-el-gringo-que-quiere-colonizar-curacavi-no-hay-una-persona-mas-neoliberal-que-yo-en-este-pais/
[3] Francis, S. 1997. ‘Invasive Laws Create Anarchy and Tyranny at the Same Time.’