‘El fútbol nos une’

‘El fútbol nos une’

Contra sus mentiras | Autor: | 23.6.2016

Lo grandioso del fútbol es que permite que ocurran cosas que no son aceptadas en la sociedad en otras instancias. Discriminar es excluir y, en la sociedad, para fomentar los lazos que terminan por destruir las fronteras, la discriminación y exclusión son combatidas ideológicamente por la intelligentsia del sistema, y frontalmente por sus esbirros, es decir, la gente común. Sin embargo, el fútbol, toda una revuelta contra un mundo hipercivilizado e hiperracional, permite que ciertas conductas humanas se mantengan pese a que el mundo moderno fomente el individualismo y la nada. Es así como el fútbol logra mantener actitudes primates –lo digo con una connotación positiva, ya que somos y seremos primares, le guste a la Izquierda o no– como la de discriminar y excluir: eres de mi equipo o no, y si no eres de mi equipo, eres de otro equipo, por tanto, estás en contra de mi equipo.

Tal como en la Antigüedad los pueblos civilizados daban nombres genéricos para todos los que no eran parte de su civilización (la parte medular, claro, porque los pueblos periféricos eran poco menos que los encargados de recoger las sobras del imperio), tratándolos de forma indiferenciada entre ellos, en el fútbol el equipo se posiciona contra todos los demás, contra el mundo. Por esta razón, más allá de los enganches, el mejor método de campeonato siempre será el clásico «todos contra todos», porque permite que un equipo se mida con todos los demás, con posibilidades de revancha, y también, por esta razón, salir a jugar con la especulación no sólo es un error, sino una falta del espíritu del fútbol y de la competencia: a la cancha se sale a ganar al otro equipo. Así funciona: nadie juega un partido esperando que el universo conspire y arregle los próximos ni los de los otros equipos. Uno no va al estadio a «hinchar» por un equipo que entra muerto a la cancha. Nadie sería hincha de un equipo así.

El fútbol tiene una dinámica tribal bastante liberal clásica, teniendo cuenta que es una forma de asociación libre, y de esta manera, y potenciado gracias a la televisación del fútbol y la globalización de las comunicaciones, se explica cómo es que personas que nunca han puesto un pie en España, y que probablemente no tengan ningún vínculo cultural, sanguíneo ni histórico con Madrid, puedan definirse como fans del Real Madrid. O yo puedo hinchar por la UC, aunque no viva en Santiago ni sea católico. En fin, afinidades casi instintivas que permiten estas proposition-tribes. Pero, por lo general, en el fútbol lo más difundido es la asociación de suelo, ya sea porque naciste ahí, o porque te criaste ahí. La primera (nacimiento) se ve a menudo reforzada por una cuestión histórica que se ve potenciada aún más si el individuo está lejos de su lugar de origen.

Como hinchar por un equipo es parte de la libertad que concede la libre asociación, por supuesto que el individuo está facultado para cambiarse de equipo si así lo quisiera, sin embargo, en el fútbol están enlazadas pasiones primordiales que distan bastante de la racionalidad con la que un liberal podría enfrentarse al mundo, y es ahí donde el instinto y el afecto para con un equipo provocan que el hincha sea hincha de un determinado equipo hasta su muerte. Identificación individual con un ente colectivo. Por eso no confío en la Izquierda progresista: porque, desde su racionalidad, reduce al fútbol como un juego estúpido donde 22 tipos se mueven en función de una pelota. Con entes robotizados así, sin emociones, no se puede esperar más que un divorcio de la realidad.

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El fútbol es auto-identificación, por tanto, también es discriminación y exclusión. Si yo soy de este equipo, no soy de este otro. Uso la camiseta de este equipo porque me siento parte de él, incluso aunque no juegue en la cancha. Entonces, se vuelve un tanto contradictorio que el Gobierno, a través del gobierno regional de Antofagasta, pretenda fomentar una convivencia pacífica entre las masas inmigrantes colombianas (mayoritariamente negras) y las masas locales mestizas, indígenas y blancas, convivencia y respeto que no se han logrado con los programas gubernamentales de inclusión. ¿Cómo se espera que el fútbol logre eso, si es que la esencia del fútbol es la competencia y la exclusión?

El fútbol tiene tanta unión entre equipos que se enfrentan como la guerra puede unir a dos potencias enfrentadas. ¿Qué tipo de unión es una donde dos rivales se enfrentan? El Progresismo proyecta su poca comprensión y aceptación de la realidad al fútbol y a las graderías: ¿Vivimos en el mismo planeta? Sí, entonces somos todos hermanos y estamos unidos por la Madre Tierra. ¿Jugamos en la misma cancha? Sí, entonces somos hermanos y estamos unidos por la Madre Pasto y el Padre Fútbol.

Si prefieres disfrutar del fútbol en silencio, tranquilidad y crees que terminar un partido gritando insultos y arrojando objetos a los hinchas del equipo contrario es cosa de simios, es cosa tuya pues eres libre de pensar lo que se te de la gana. Pero ni con un dedo, ni una mano ni lo que sea podrás tapar el sol ni el hecho de que la esencia competitiva del fútbol se manifiesta tarde o temprano en auto-identificación… y en exclusión. Y eso es algo que ni el Progresismo, ni el fútbol moderno ni el fair play nos podrán quitar.

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