Trump habla de «Países inviables». Tiene razón: son inviables porque fueron establecidos según intereses económicos globales, como su propio país, que será inviable dentro de poco, aunque sus bravatas nacionalistas confundan un poco. Su país murió cuando ganaron los yankis la guerra. Ahora son muchos países que se odian entre ellos.
China es un país en serio: una nación étnico socialista: totalitaria y despiadada. Israel es un país, cohesionado durante miles de años. Islandia es un país. No hay muchos países en el mundo en realidad. Y algunos no tienen la suficiente escala para sobrevivir.
Rusia, India, con poder pero sin cohesión interna. Sin raza, sin definir bien su identidad. Brasil: un grupo de esclavistas con suerte, azotando siempre a sus esclavos: evangélicos del capital.
El mundo es un caos amorfo, multicultural, multiracial. El país de Trump también es inviable, aunque tenga cinco porta aviones. No hay nación, no hay cohesión.
Ni hablar de Europa, que no atina a reaccionar, porque su gente ya no es capaz de pagar el costo de una reacción.
Ni hablar de Sudamérica: territorio arrasado por la usura y el saqueo, donde todo es igual y nada tiene identidad.
El mundo es un caos. Sólo es posible reconstruir y sobrevivir desde lo esencial: lo que ha sido vencido pero no ha muerto aún. Lo que está olvidado: la sangre antigua, la nación en el sentido premoderno y acaso futurista del término.
No se puede transformar el caos con sus mismos criterios y elementos. El Orden Natural no es lo que vemos y vivimos. El Orden Natural es la percepción en nosotros mismos de una ley esencial e inmutable de supervivencia, compuesta por sangre y consciencia, que buscan siempre poder material y espiritual más allá del caos.
Occidente fue un espejismo, que aplastó la percepción natural de nosotros mismos. Lo esencial hay que buscarlo por debajo, por detrás y adelante de Occidente. Un país no es más que un conglomerado de intereses económicos. No hay sangre allí, no hay espíritu, su poder es efímero aunque sumamente destructivo.
El principio de Orden está en la sangre que toma consciencia de sí misma, y se desarrolla como una visión del mundo superior. Lo demás es el caos sin fin: lo que vemos hoy y que se profundizará en el futuro. Importan los conscientes: los demás no son nuestros. Los demás son parte del caos y de la oscuridad: por eso no deben importarnos en absoluto.