A propósito de la discusión que se llevó a cabo en el parlamento italiano, en donde se libró un debate entre los que defendían la actual normativa de la nación, —que considera la nacionalidad de sus ciudadanos por derecho de sangre, es decir, la nacionalidad heredada biológicamente por parte de los progenitores hacia sus hijos, donde prima el origen étnico de estas personas (ius sanguinis) y la nacionalidad por derecho de tierra, que consiste en haber nacido en un determinado territorio para acceder a su nacionalidad (ius soli)— ambas, ius sanguinis e ius soli representan dos tipos de paradigmas antagónicos y diametralmente opuestos que suponen consecuencias de proporciones para las sociedades que las implementan[1].
El afán de las castas políticas en el gobierno italiano y de los grandes empresarios locales por dar una solución facilista e inconsciente a los problemas que existen en este país, que a su vez son similares a las que se encuentran presentes en el resto de Europa (tasas de natalidad negativa y constante demanda de mano de obra a bajo costo) han llegado a tal punto que han propuesto modificar constitucionalmente la ciudadanía del país, en donde prima principalmente la de tipo ius sanguinis, para instalar una de tipo ius soli, e incluso también mezclarla con una de tipo ius culturae (cualquiera que asuma la cultura de una nación podría obtener su nacionalidad).
De esta forma, pretendían regalar la ciudadanía italiana a cada hijo de inmigrante que nazca en aquel territorio, se ha calculado que serían alrededor de 600.000 personas desde el año 1998 hasta hoy en día, y cuyos padres residieran en este país al menos 5 años. Además se podrían añadir otras 178.000 personas por el “ius cultural”, otorgado a inmigrantes nacidos en el extranjero, llegados a Italia antes de los 12 años de edad y que hayan completado 5 años de escuela en este mismo país[2].
Para estos sujetos la nacionalidad es un mero trámite, en el cual, lo que importa realmente es cumplir con los requerimientos y requisitos que exige la sociedad liberal para constituirse como un buen ciudadano (derechos y deberes como siempre se nos ha repetido en la sala de clases). De esta forma se desprenden de cualquier contenido que pueda estar asociado a identidad o etnia. Para ellos mientras los “nuevos ciudadanos” sean rentables económicamente y cumplan con las disposiciones legales son perfectamente aptos para naturalizarse en este país. Por suerte el proyecto de ley fue retirado por la presión tanto de las organizaciones sociales movilizadas, por la presión de la mayoría de los partidos de oposición y por el rechazo trasversal del pueblo italiano que en los sondeos de opinión pública indica un rechazo de un 54% a la iniciativa.
Este caso nos debe servir para darnos cuenta de las maniobras que se están empezando a orquestar para privar a los pueblos de su identidad y la necesidad que tenemos los eurodescendientes de preservar nuestra propia herencia desde el cono sur. Y es que la nacionalidad para los que nos situamos desde el identitarismo, posee una unión indisoluble con el concepto de pueblo, cuando hablamos de pueblo nos referimos al grupo de miembros que poseen características étnicas, culturales e históricas en común. Por lo tanto, cualquier nacionalidad va de la mano con una línea de sangre en común entre sus miembros, lo que hace al ius sanguinis una necesidad para afirmar su propia existencia, sin ello no hay nación y pueblo que la reivindique como necesidad.
En el caso de Chile, prima la nacionalidad vía ius soli y este hecho está relacionado con el mito unitario que han sostenido sus fundadores, en el cual invisibilizan a los grupos étnicos presentes en dicho territorio. Chile no puede instaurar un sistema de ius sanguinis porque ese hecho implica negarse a sí mismo, porque el requisito del ius sanguinis es la prevalencia de una identidad y herencia genética, cosas que carece esta nación artificial. Su mito fundacional caería y saldrían a flote los diversos grupos étnicos que buscan constituirse como nación. Por lo tanto para los eurodescendientes o criollos nuestra herencia etno-cultural es la única que nos puede permitir y garantizar nuestra subsistencia y nuestra constitución nacional.
Notas.
[1] http://www.agora24.it/2017/07/cittadinanza-italiana-ius-sanguinis-ius-soli-le-differenze/
[2] http://www.abc.es/internacional/abci-miedo-inmigracion-no-aprueba-ley-para-nacionalidad-hijos-inmigrantes-nacidos-italia-201707171841_noticia.html