Si pensabas en hacer un recuento con lo mejor, lo peor, lo bueno, lo lindo, lo feo y un sinfín de adjetivos para caracterizar instancias del año calendario en el que estás viviendo, debes saber que eres un idiota.
Si pensabas que el próximo año podría significar un cambio en tu vida, que ése sí puede ser tu año, que puede estar lleno de dicha y de maravillosos misterios para descubrir, debes saber que eres un idiota.
Si pensabas que había una diferencia sustancial entre lo que ocurre en este año y lo que ocurre en el próximo, y que lo que pase el año próximo estará impregnado de una «energía» especial que te permitirá hacer realidad tus sueños, debes saber que eres un idiota.
Si pretendes quemar el año calendario que queda atrás y abrazar el nuevo con expectación y esperanza, debes saber que eres un idiota.
Si estás esperando la celebración de año nuevo, preparando tu mejor atuendo para recibir al nuevo año «como corresponde», y listo para abrazar a aquéllos a quienes aprecias (y, por lo demás, ves siempre), debes saber que eres un idiota.
Realmente, y al ser el tiempo algo lineal, no hay ningún día igual a otro, sea del año pasado, sea de este año o sea del próximo, por tanto, al no ser ninguno igual a otro, no hay ningún día que sea más especial que otros. No en función del tiempo.
Dicho de una manera un tanto más ácida: debes comprender que todos los días son iguales. No hay ningún tipo de energía especial que impregne un año calendario.
No hay nada de nuevo que marque el período comprendido entre el 1 de Enero y el 31 de Diciembre del presente año que lo haga diferente al período comprendido entre el 1 de Enero y el 31 de Diciembre del próximo año.
Un año calendario, al no estar basado en ningún tipo de ciclo cósmico, ni geológico ni de nada, significa nada. Está vacío, carente de toda vida y significado. Para el hombre moderno, regido por el azar, la búsqueda de status quo y las esperanzas vacías depositadas en su propio ego, un año puede significar un universo de 365 esperanzas efímeras para seguir siendo un ser común y corriente.
Todos los deseos, «buenas vibras», y esperanzas depositadas en el año entrante, son burbujas de aire que estallan en la insignificancia, en el océano gigante sin orillas del tiempo despiadado.