El tema de las razas y las diferencias raciales es algo que la mayoría de la gente evita. Algunos lo consideran de mala educación o poco amable. Otros dicen que es ofensivo y que su discusión debiese estar prohibida por ley. Una rama de los que están en esta categoría llega al punto de negar la existencia de las razas, utilizando argumentos religiosos, filosóficos, científicos (sic) y teorías morales para fundamentar su posición. Luego, algunos viajeros podrán concluir que las razas existen en una forma difusa, casi sin importancia, y podrán concluir que, por razones humanitarias universalistas, tales diferencias debiesen ser abolidas.
Por supuesto, hay personas dentro de todas las razas que piensan que su origen particular los hace más sabios, mejores, o superiores. El hecho de que esta clase de personas exista puede condicionar a los que prefieren no llevar el tema más allá. A veces este grupo de personas es derechamente ofensivo, y algunos incluso tienen una mentalidad genocida. Sin embargo, esto no hace que la existencia de las razas como tales sea inválida. El chino antiguo que hablaba sobre bárbaros, el hitlerista que se refugiaba en falsas estéticas, o el judío sionista que cree que otras personas son entidades menores, son utilizados como excusa por quienes rechazan cualquier teoría que proclame la existencia de las razas.
No me asusta conversar sobre raza, pero ya que estoy preparado para aceptar que las razas existen, debo primero preguntarme “¿de dónde vengo? ¿qué significa?”
Veo a la raza y a la especie como diferentes entre sí. Definitivamente estoy de acuerdo en que los humanos como un todo somos una especie, pero en una misma especie tienes distintas razas. Es como en el mundo animal. Tienes perros, gatos, ballenas, delfines, ciervos, etc., pero en cada especie tienes diferentes razas. Puede ser una descripción simplista, pero tomo como ejemplo la especie de los perros. Tienes al pastor alemán, al schnauzer, al fox terrier, etc. Todos son perros, pero son diferentes, ya sea en aspecto, tamaño y temperamento. Si quieres se pueden mezclar, pero el sentido de individualidad puede que se pierda. En mi opinión, es lo mismo con los humanos. Todos caminamos en dos piernas, tenemos cabeza, brazos y piernas. Pensamos, tenemos necesidades y todos necesitamos amar y ser amados. Nos comunicamos y siempre nos hemos considerado relacionados unos a otros. No hay duda de que somos, sin embargo, animales muy especiales (sé que la etiqueta de “animales” puede traer aparejada una cierta oposición religiosa, pero mi intención pronto quedará clara). Esencialmente, tenemos consciencia de ser nosotros. Los filósofos han debatido por mucho tiempo esa noción. Es la capacidad de pensar en términos “mayores”, términos morales, de distinguir entre deseos y necesidades, de regular el impulso, de actuar socialmente, que hace a la especie humana especial. ¿Por qué deberíamos sorprendernos si la naturaleza ha equipado a cada una de las razas de forma ligeramente diferente?
Entre las diferentes razas notamos grandes diferencias. No sólo el color de piel, sino también en cómo actuamos en diferentes situaciones y en nuestras habilidades físicas. La raza negroide es generalmente una raza más física que la asiática o “india”, europea o semita. Tiene una bien conocida (siempre presentada en forma de cliché) habilidad en ciertos deportes y en la música, en labores física, y en su resistencia al dolor. Por otro lado, algunos grupos asiáticos tienen un CI más alto que el hombre blanco, junto con una habilidosa aplicación del ornato de la vida y la cultura. Los esquimales destacan en la clase en lo que se refiere a CI, mientras que los grupos negros parecen ir al final de la escala. Luego, el hombre blanco es generalmente más práctico y científico. Los grupos semitas tienen la habilidad de formar intrincados sistemas de pensamiento gnóstico religioso, y místico. De alguna forma, cada una es “mejor” en ciertos aspectos, y “peor” en otros.
También hay diferencias entre razas ya que cada una puede ser dividida en sub-grupos. Sólo tenemos que ver a los europeos. Son “blancos”, pero los italianos son diferentes a los suecos y los alemanes son diferentes cultural y temperamentalmente a los rusos. Pero estas diferencias se basan principalmente en sus hábitos, los que son influenciados por la cultura en la que viven. También hay algunas diferencias anatómicas. Supongo que podemos aplicar ese principio a la raza asiática. Los japoneses son más “bellos” que los vietnamitas, los chinos Han tienen una contextura más gruesa que los tailandeses. El cráneo de un etíope puede ser fácilmente comparado con el de un senegalés, y la legendaria colectividad de los zulú contrasta de las estructuras más libres de Sierra Leona. Y así.
Estas increíbles diferencias entre razas y variaciones dentro de las mismas son algo natural. Podemos decir que Dios lo hizo así (si somos religiosos en nuestro punto de vista) o que la naturaleza lo hizo así (si somos evolucionistas). Sea como fuere, lidiamos con un hecho de la existencia. Parece ser un hecho maravilloso. Estas diferencias en la humanidad no deben ser condenadas, sino sólo aceptadas. Una vez aceptadas, debemos celebrarlas. Si se tiene un punto de vista religioso podemos decir que si fue hecho de esa forma no debe ser saboteado. Si tenemos un punto de vista científico, podríamos decir que los procesos de la naturaleza tampoco. Me atrevo a decir que una discusión apropiada sobre la existencia de las razas implica una revolución en la filosofía de la corrección política.
Cuando viajo, siempre me encanta cruzar una frontera e instantáneamente estar en un mundo diferente. Sólo ir de Alemania a Suiza es impresionante. El paisaje puede ser el mismo, así como lo puede ser la arquitectura, pero la gente y la cultura son diferentes. Y eso es lo que me gustaría preservar. Miren a Europa hoy. Tienes tantas razas viviendo en Inglaterra que más de la mitad de la gente de Londres no es blanca. Si vamos a otras partes del mundo árabe pensaríamos que estamos en Pakistán. Si vamos a India encontramos gente que quiere ser estadounidense hablando sólo inglés. ¿Qué efectos tiene toda esta pseudo-globalización en la economía de este país? ¿Qué hay de la supervivencia de las herencias de la gente nativa? Soy alemán, pero no me ofendería si gente en un país africano se enoja si hay muchos de nuestros turistas u hombres de negocios molestándolos. No me ofende como “hombre blanco” que malayos hayan pintado grabados enormes en los 50’s con el slogan “Británicos vuelvan a casa” u “Hombre blanco: empaca tu opresión”. Siempre son los “números” y el “peso” lo que lleva a la gente a demandar un poco de espacio donde vivir. Tampoco me molestó cuando Libia mandó a casa a varios de sus trabajadores invitados, o cuando Nigeria expulsó a sus inmigrantes ilegales. Ni tampoco me ofende cuando un islandés pregunta por qué necesita indios en su país. Pareciese que si todos estuviesen en su lugar siendo ellos mismos, habría menos tensión y más respeto.
¿Dónde termina todo el placer por tener un “único mundo”? Imaginemos que cada persona en este planeta fuese color chocolate con cabello y ojos oscuros. No más raza asiática, africana, europea o india. Asumamos por tanto que no hay más diversidad racial en las personas. Asumamos que pudiésemos enseñar un solo idioma, usar una moneda, derribar todas las fronteras, y vivir en un enorme mercado. ¿Dónde estaría el beneficio? ¿De verdad creemos que eso por si solo haría mejor a la humanidad o un mundo más armonioso, próspero o culturalmente mejor? Y por supuesto, ¿podemos asumir que si colocamos a la humanidad en una máquina para mezclar la diferenciación no reaparecería, quizás en una nueva forma, pero que aún operaría en los asuntos humanos?
Por supuesto que lo que es diferente a menudo tiene lo atrayente de lo exótico, y uno no puede prevenir la mezcla de razas a pequeña escala. También en ciertos lugares en distintos momentos esto ha ocurrido a una escala visible, con fuerzas históricas y culturales operando para producirlos en largos periodos de tiempo para producir nuevos resultados. Pero cuando somos confrontados por aquellos que sugieren que debiese ser la regla, y ser un fin perseguido consciente y agresivamente, entonces debemos actuar para prevenir la destrucción a gran escala de las identidades singulares, y luchar duro para preservar la diversidad de la humanidad.
No sé si hay una agenda que impulsa el resultado del mundo único. Puede ser la ingenuidad, estupidez o avaricia de las personas que alienta esta visión. Aun así, he llegado a pensar que hay un empuje de liberales occidentales, capitalistas de todos los colores, algunos teólogos y otros, para crear un “mundo único”. Los “mejoradores del mundo” y los así llamados liberales, están promoviendo la idea de que la diversidad es una nada aburrida. No puede haber ninguna duda de que estas perogrulladas con sonido agradable servirán a quienes crean que derribando todas las barreras la humanidad estará mejor dirigida, en un mercado universal. En lo personal, atacaría esa clase de “visión” como una monstruosidad, prefiriendo las diferencias raciales y la diversidad. Y diría que no estamos yendo naturalmente a convertirnos en una Gran Raza Café, sino que estamos siendo inclinados hacia ello.
Sé que en la sociedad occidental actual conversar sobre raza es un terreno peligroso para andar. Pero estoy dispuesto a hacerlo. Creo que la supervivencia de las diferentes razas y culturas es tan importante como la supervivencia de las diferentes ballenas, elefantes y pájaros. Es una meta que vale la pena si se mantiene como una celebración de la diversidad esencial para el progreso humano. Aún somos una familia.
Para alcanzar tal meta, repudiaría cualquier noción de que una raza sea mejor que otra en una jerarquía establecida de mejor a peor. Es precisamente porque las razas tienen diferentes habilidades, aptitudes y posibles defectos, que esto no se puede hacer. Sólo me queda decir que las razas son iguales, pero no son lo mismo. Podemos y debemos aceptar que estas diferencias estén grabadas en nuestras culturas. Nuestras culturas son las ventanas a nuestras almas. Ellas definen cada una de las razas, cada uno de los subtipos, cada una de las personas. Estas culturas son tesoros. Ellas pueden ser apreciadas por cada uno de los tipos humanos, pero sólo pueden ser enteramente vividas y apreciadas por su grupo creador. De seguro una raza o una nación tiene el derecho de retener la cultura e identidad de su nación en su propio país. ¿Dónde está lo arrogante en eso? Si una raza u otro grupo tiene una cultura, tiene el derecho a preferir quedarse con ella.
¿Podemos tener un mundo de personas en zonas definidas como una alternativa al Nuevo Orden Mundial de caos y destrucción? Quizás sea la máxima expresión del argumento que estoy ofreciendo aquí. Pero la agenda de los políticos liberales, los medios de comunicación de masas, y la industria de entretenimiento que promueven el multiculturalismo en las sociedades occidentales (que en mi opinión es de hecho una monocultura liberal) destruirá, en efecto, a las culturas europeas. Sin embargo, su modelo está ahora siendo impuesto sobre otras personas como parte del imperialismo del Nuevo Orden Mundial. Es un imperialismo extraño que viene a mantener lo conquistado de su cultura, y luego a fundir sus desperdicios con los desperdicios de otros. Me complace notar que mucha gente se está alzando contra este modelo.
Siempre me ha gustado viajar y ver el mundo. Me hace sentir que estoy vivo y que interactúo con la gente y los lugares. Nunca entenderé como la gente puede vivir solamente en un lugar y pensar que es el mejor lugar del mundo. Cada tierra puede ser un gran país, pero no hay algo como “el mejor lugar”. De forma similar podemos descartar la idea de la mejor raza. En un mundo que parece estar perdiendo su camino y yendo hacia el conflicto, debemos buscar las causas. Ellos no sólo mienten sobre la rivalidades entre razas, y este tipo de rivalidades tampoco ha llevado al mundo humano al borde de la destrucción. Si miramos hacia atrás en la historia, de seguro existieron conflictos entre razas, personas, y actos malvados. Sin embargo, el pasado también tiene como principio a la diversidad como esencial para el progreso. Cualesquiera que sean las diferencias y beligerancias que produjesen, estaba por sobre todo la idea de una cierta seguridad en la disposición. Esto ahora es desafiado por el falso anti-racismo de “un mundo único”.
Conversemos sobre raza. Veamos si la defensa de la raza ofrece un reto al “mundo único”. Ese es un buen lugar para empezar. Si nos gustan los frutos de la discusión, podemos llevarlo más allá. Puede ser una idea revolucionaria que se oponga a la falta de variedad, a la conformidad, a lo marrón, a lo destructivo y a la globalización.
Todos somos iguales, pero no somos lo mismo.