Reflexiones sobre el rol social del nacional-identitario en el Chile del siglo XXI
- Introducción:
Un tema importante para todo movimiento político, cultural o, en general, que mueva a un determinado grupo de personas hacia un fin concreto es que este debe, primeramente, especificar las herramientas a través de las cuales se apresta a alcanzar sus objetivos. Junto con estos medios o herramientas recién mencionados se debe tener en cuenta de una forma adjunta a ellos la relación de este movimiento con la sociedad, es decir, con el grupo humano que habita el espacio geográfico donde este movimiento se desarrolla, ya sea considerando a este espacio geográfico a nivel comunal, regional, etc. Dicho en otras palabras, esto implica la imagen que proyecta el respectivo movimiento tanto en su simbología característica o mayormente visible, como en el comportamiento de cada uno de sus componentes individuales, debiendo ser cada uno de ellos la viva representación del ideario político-social que emana de la misma agrupación. Teniendo en cuenta lo anteriormente expuesto considero de una importancia fundamental el determinar la manera en que personas que conforman una agrupación identitaria criolla se relacionan con la comunidad, no tanto así desde un punto de vista estrictamente político, ya que eso está de antemano establecido, sino más bien tomando en consideración las inquietudes y necesidades de la sociedad en la que los nacional-identitarios nos desenvolvemos.
2. Fundamentos de un actuar social-comunitario:
Parafraseando a Rosemberg, el origen de la idea nacionalista y social (que incluye por cierto el trabajo comunitario) proviene de la siguiente cadena de hechos: el individuo se encuentra ante una realidad determinada y concreta. En este punto este individuo tiene dos opciones: quedarse plantado e indiferente ante la realidad que lo rodea (cosa que abunda en las modernas sociedades occidentales) o intentar modificar esta realidad para MEJORARLA.
En este sentido, si se piensa como se piensa es para “algo”, siendo este “algo” la mejora o la optimización de la realidad que nos circunda.
Ahora bien, si bien es cierto que a veces la rabia, odio e impotencia nos nublan la vista, nunca hay que perder el comportamiento sereno y correcto, expresión viva y propia de la ideología que sostenemos como modelo de existencia. Por cierto, esto no debe confundirse jamás con debilidad de carácter. El propio instinto de conservación aumentado a su clímax por la constante represión policial y social que sufrimos muchas veces justifica un actuar decidido de parte nuestra. Esto, y un comportamiento completamente acorde con los valores que propugnamos significan en la mayoría de los casos un alejamiento voluntario de todas las formas de decadencia social o más bien, de la sociedad en si. Sin embargo, nunca hay que dejar de lado el hecho de que, nos guste o no, estamos inmersos en una realidad espacio-tiempo, la cual debe ser enfrentada con todos los medios que tengamos a nuestra disposición.
En este sentido, un factor que debe tenerse muy en cuenta es que el deseo de trabajar con la sociedad no debe darse como un acto de conveniencia al estilo de los partidos políticos tradicionales, es decir, para ganar adeptos, simpatizantes y futuros votantes, ni tampoco por el hecho en si de generar una imagen más tolerable a los ojos de la prensa, sino que, por el contrario, el fundamento debe encontrarse en el simple hecho objetivo de que aún existen blancos allá afuera entre los hijos de vecino, y que todavía subsisten costumbres y tradiciones eminentemente criollas entre la generalidad de la población. Así, si el comportamiento del movimiento se desenvuelve en estos términos se formará a los ojos de la opinión pública un concepto favorable a los objetivos propuestos originalmente a nivel doctrinario, pero repito, la actividad social que realice el movimiento no debe tener esto como objetivo principal, sino que el movimiento, por el sólo hecho de ser honesto y consecuente con sus postulados generará la imagen que le corresponde, que no puede ser otra que una positiva; decidida, a veces marcial, e incluso de vez en cuando intransigente (lo que, expresado en términos adecuados, se condice con seriedad y consecuencia), pero positiva al fin y al cabo.
3. Problemas para definir un actuar propiamente social:
Sin embargo, como en toda tarea que requiere trabajo van surgiendo inconvenientes en el camino. De esta manera, el primer obstáculo que aparece surge del hecho de descartar de plano la idea abstracta e indefinida de chilenidad propia de los grupos de tendencia nacionalista que han existido históricamente en nuestro país, y reemplazarla por una realista y revolucionaria concepción europea, más bien criolla, de identidad tanto cultural como racial. Las consecuencias inmediatas de esto es que a uno se le quitan las ganas de incluso dar los diez pesos en el supermercado, teniendo en consideración que estos no serán destinados a financiar alguna campaña pro-blanca. Si bien esto último fue mencionado a modo de ejemplo, la verdad es que sucede en casi todo tipo de ayuda indirecta, considerando dentro de este tipo de asistencia a toda donación, tanto de dinero como de cualquier otro tipo de bienes, y aunque esto suene como invocación a Mefistófeles a los oídos de los adoradores de Alberto Hurtado, es completamente natural y sano el querer ayudar en un primer momento a aquellos de nuestro propio tipo, es decir, a aquellos que comparten nuestra misma herencia racial y cultural.
Teniendo lo recién expuesto en consideración, es necesario establecer medios de actuación directa que nos permitan encauzar las acciones realizadas para así lograr el máximo provecho de ellas en razón de la causa. En ese sentido, obrar de una forma directa nos permite, por decirlo de alguna forma, tomar el toro por las astas. Esto se entiende de una mejor manera teniendo presente que no se puede confiar en los organismos del Estado orientados a una actividad social, ya que los fondos respecto a los cuales actuarán como intermediarios serán destinados, seguramente, a personas o actividades ajenas u opuestas a nuestra cosmovisión. En este sentido, cualquier ayuda de tipo monetario, organizada o no por el Estado, que no sea tendiente a una actividad acorde con los postulados del movimiento, deberá descartarse de plano.
4.- Medio concretos de acción a nivel social:
El concepto de “consciencia social” se encuentra actualmente tan manoseado que de inmediato a uno se le vienen a la mente actividades y modelos de vida que personifican mucho de lo que se ha caracterizado como marxismo cultural. En efecto, en numerosos casos, por no decir en la mayoría de ellos, las actividades solidarias son inspiradas por deseos tendientes a la igualdad, influidas sustancialmente por resabios de pensamiento cristiano. En otros casos, este tipo de actividades nunca pasan de ser meras acciones asistencialistas basadas en un hipócrita sentimiento de piedad y además, encuadrado perfectamente en aquellas obras de caridad que no molestan a nadie, mucho menos al Sistema.
Por el contrario, el rol social del nacional-identitario debe desligarse de todo esto y proponer una nueva concepción de lo que debe entenderse como consciencia social. Esta debe estar siempre ligada de forma completa al actuar de la organización, pero esto último no debe entenderse como una instrumentalización de las personas o agrupaciones sociales con las que se trabajará (por ejemplo, para generar una opinión favorable por parte de la prensa), sino que el mismo actuar solidario deberá tender a propagar el mensaje en las mismas personas con las que se trabajará.
5.- Contingencia y rol social:
Sin perjuicio de lo expuesto en forma precedente, el rol social no sólo debe entenderse como la participación en tal o cual actividad tendiente a mejorar la situación de los grupos de la sociedad que están más desprotegidos. La concepción primordial de lo que entendemos como rol social lo dice expresamente esta palabra: la acción que el nacional-identitarismo pueda realizar ante determinados episodios que ocurren en el momento en el grupo social.
En este sentido, existen algunos temas controvertidos que se mantienen en el tiempo y otros que son materia de opinión en momentos precisos de una coyuntura histórica. Tanto en uno como en otro caso, se debe tener siempre en consideración que, antes que todo, está la supervivencia y desarrollo de la población criolla del país, estando o no ésta conciente respecto de su identidad. En caso contrario (o sea, condicionando la ayuda únicamente a favor de nuestros militantes), se estaría velando sólo por los intereses del Movimiento mismo, cosa inaceptable cuando se quiere proyectar una lucha cultural a nivel social.
El elemento más importante a nivel central de nuestra doctrina es y será la identidad objetiva, entendiéndose por tal el aspecto bio-psico-cultural del individuo o conjunto de individuos.
Una vez que se tiene claro esto, toda postura previamente establecida sobre un tema en específico deberá responder a este imperativo. Lo mismo se aplica para el caso de que el Movimiento forme su propia visión sobre ciertas temáticas.
Temas extremadamente delicados como el aborto, eutanasia, eugenesia, asuntos en materia sexual en general, educación, salud, etc., deberán ser considerados exclusivamente desde el punto de vista establecido más arriba, teniendo en consideración, claro está, la estrategia que se trace para alcanzar los fines propuestos en un inicio.
Es en este último punto donde se podrían generar algunas complicaciones, en el sentido de que muchos entre los que podrían adherirse a nuestro programa tienen aún inmerso en el fondo de su psique un puritanismo social que roza a lo sostenido por los numerarios más radicales del Opus Dei, o que se aferran a ideas abstractas propias de otro tiempo y lugar. Debemos ser capaces como, Movimiento y como individuos, de poder invertir si es necesario, todos los valores imperantes, con tal de acercarnos cada vez más a nuestro objetivo final.
Si bien cada uno de estos casos de contingencia debe ser analizado de forma individual, es preciso dejar claro este aspecto para evitar posteriores malos entendidos. Nosotros luchamos por la identidad criolla. Todo medio que se utilice para tal efecto es irrelevante. En situaciones desesperadas como la nuestra cualquier herramienta se justifica con tal de sobrevivir como grupo humano étnicamente definido.
RESISTENCIA FANÁTICA Y GUERRA TOTAL.
6.- Conclusiones:
De esta forma, y tal como el objetivo del movimiento no es el alcanzar el poder político, se deberá poner especial ahínco en actividades del tipo solidario, entendiendo a estas como una forma adecuada de llegar de forma transversal a todos los grupos sociales.
Tomando lo recién expuesto, y sin el deseo de caer en especificaciones técnicas que no son el objetivo del presente ensayo, es posible plantear como actividades la participación en ferias costumbristas, trabajos con juntas de vecinos, limpieza del entorno natural, concientización identitaria de la población a través de charlas, exposiciones o entrega de panfletos en escuelas, construcción de viviendas de emergencia en casos puntuales, etc.
– Una forma efectiva y consecuente para interactuar y así transformar el entorno social que nos rodea como individuos y como movimiento es la actividad social, específicamente la actividad solidaria.
– El nacional-identitario debe ser la personificación del ideario del movimiento. Esto implica abandonar todo fetiche militarista y/o misántropo, y enmarcarse seriamente en el contexto social en el que estamos insertos, nos guste esta realidad o no.
– El trabajo comunitario debe ser instrumental en relación a los objetivos del movimiento, pero nunca instrumentalista en relación a las personas con las que se trabaja. Los que utilizan de manera deshumanizada a otras personas para lograr sus fines son aquellos contra los cuales luchamos, no nosotros.
– El trabajo solidario nos llevará a no ser presas del enojo y de la indignación y, a fin de cuentas, a no transformarnos finalmente en aquello contra lo que luchamos.
– El Movimiento debe ser capaz, llegado el momento y frente a situaciones que se verán en el caso concreto, de tener una posición de opinión que choque con los planteamientos de los grupos tradicionales de Tercera Posición, si es necesario. En un mundo donde no tenemos el poder es inútil y un sin sentido mantenerse apolíneos. Todo residuo de pensamiento reaccionario debe ser rechazado per sé. Nuestra cosmovisión no es una adoración de elementos abstractos que en otros tiempos y lugares sirvieron como medios para alcanzar determinados objetivos, distintos por cierto, a los que se persiguen ahora.