Olvidando a Hija de Perra

Olvidando a Hija de Perra

Contra sus mentiras | Autor: | 28.8.2014

No me gusta hablar mal de los muertos, no por respeto, sino sencillamente porque no pueden escucharme. O leerme, en este caso.

La vida de Hija de Perra, es decir, su «obra», como la de cualquier artista inflado por  la izquierda, estuvo marcada por la sobrevaloración de sus pseudo-rupturistas seguidores, y por el shock causado a alguna abuelita despistada que tuvo la oportunidad de toparse con alguna de sus performances. Nada del otro mundo, en realidad.

Suponiendo que para sus seguidores soy un ejemplo de lo que llaman «cartucho», debo confesar que la obra de Hija de Perra no me remeció, como se supone que debe remecer a un mojigato. Tampoco me asqueó ni me hizo pensar en nada en lo absoluto, sino que sencillamente fue como un elemento más del paisaje moderno. ¿Cómo sorprenderme de un travestido invitándome a amar el papiloma, los dildos, a odiar el patriarcado, a romper con la normalidad y todas esas frases típicas del feminismo vacío de Occidente?

En Hija de Perra quizás habían elementos chocantes, pero nada del otro mundo: no fue ni el primer ni el último travesti del mundo, y ni siquiera lo fue de Chile. Tampoco fue el primer pseudo-artista sobrevalorado por la izquierda moderna y, según creo, no fue la primera persona en hablar de liberación ni de vaginas militantes o úteros libertarios. Basta con leer cualquier panfleto barato hecho por gordas feministas resentidas para leer la misma prosa recursiva y latera.

No, no odié a Hija de Perra, no odio tampoco a los travestis ni a los activistas gays, de hecho, los asumo como un papel más tirado en el piso, como un envase de plástico flotando en las cloacas del mundo moderno… y por eso no existen para mí. ¿Cómo odiar la basura tirada, siendo que no es arrojada por si sola?

Hija de Perra le habló a sus fans de cosas increíbles y fue algo así como un supuesto mesías de lo inmundo, lo retorcido y blá blá blá. A fin de cuentas, cuando lo retorcido es la norma, y lo inmundo es lo establecido, entonces, personajes como Hija de Perra se vuelven inútiles, anacrónicos, momios y conservadores.

Lo siento por Hija de Perra y por su eclesía y legiones de seguidores: cualquier abuelita cristiana y pro-vida es más transgresora.

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